Es posible que el nombre de este grupo británico de los noventa no te suene, porque tras el enorme éxito de su tercer álbum, Urban Hymns, desapareció del mapa, de modo que no volvimos a saber de ellos, excepto en un nuevo encuentro que tuvieron en 2008 para realizar una grabación, Forth, sin que supusiera alguna aportación, pues cuando una banda entra en crisis se hace difícil que sus capacidades creativas se mantengan.
Como es habitual, en los discos suele haber una canción que destaque sobre el resto. En este caso es “Bitter Sweet Symphony”, un magnífico tema que te invito a escuchar. En el vídeo vemos al líder y vocalista de la banda, Richard Ashcroft, parado en el borde de una acera junto a un paso de peatones. A los pocos segundos, y de fondo, comienza un sonido ascendente que proviene de una orquesta sinfónica.
En un momento determinado se escuchan los golpes secos y potentes de una batería, lo que da lugar a que comience a caminar absorto, ensimismado, ignorando a los personajes se encuentran en su camino, chocando o tropezando con algunos sin darle la más mínima importancia.
La cámara lo sigue, por delante y por detrás, en esa marcha impertérrita, lo que, a fin de cuentas, es el modo de expresar su indiferencia ante el mundo amargo que supone todos vivimos, y que va desgranando en sus versos. Al final, acaban uniéndose los otros cuatro miembros del grupo como cierre de la filmación.
Conviene recordar que The Verve logró con Urban Hymns que fuera considerado el mejor disco del año, al tiempo que recibió el reconocimiento de mejor grupo en 1998. Por otro lado, recibiría un Grammy a la mejor canción de rock por “Bitter Sweet Symphony”.
Desde el momento que la escuché, la canción me atrapó, ya que notaba en ella un aire familiar que me remitía a algo ya conocido. Esa sensación que me rondaba de fondo se me aclaró cuando, tiempo después, leí que The Verve había sido denunciado por plagio, ya que tenía unos riffs provenientes del tema “The Last Time” de los Rolling Stones.
Debo apuntar que en mi adolescencia me encantaban tanto los Beatles como los Rolling Stones, ya que representaban una música que era seña de identidad de los jóvenes de aquella generación. En los inicios de ambos grupos, mi tema preferido de los Beatles era “Twist and Shout” y el de los Stones “The Last Time”. Y aún lo siguen siendo.
Sobre la polémica que se suscitó, reconozco que hay algunas semejanzas entre “Bitter Sweet Symphony” y la canción de los Stones; pero llegar a la consideración de plagio, tal como sentenciaron, obligando a que el tema apareciera firmado por Richard Ashcroft junto Mick Jagger y Keith Richards, me pareció exagerado, pues se manifestaba que el líder de The Verve plagió de manera consciente a los Rolling Stones, treinta y cinco años atrás, después de que saliera “The Last Time”.
Hay que tener en cuenta que el mundo de la música resulta ser bastante despiadado, ya que no perdona las semejanzas o las influencias. Y lo cierto es que esta sentencia, junto a los habituales conflictos de protagonismo y liderazgo de las bandas de rock, dieron al traste con un grupo prometedor, cuya luz se apagó antes de que llegara el inquietante año 2000.
Como es habitual, en los discos suele haber una canción que destaque sobre el resto. En este caso es “Bitter Sweet Symphony”, un magnífico tema que te invito a escuchar. En el vídeo vemos al líder y vocalista de la banda, Richard Ashcroft, parado en el borde de una acera junto a un paso de peatones. A los pocos segundos, y de fondo, comienza un sonido ascendente que proviene de una orquesta sinfónica.
En un momento determinado se escuchan los golpes secos y potentes de una batería, lo que da lugar a que comience a caminar absorto, ensimismado, ignorando a los personajes se encuentran en su camino, chocando o tropezando con algunos sin darle la más mínima importancia.
La cámara lo sigue, por delante y por detrás, en esa marcha impertérrita, lo que, a fin de cuentas, es el modo de expresar su indiferencia ante el mundo amargo que supone todos vivimos, y que va desgranando en sus versos. Al final, acaban uniéndose los otros cuatro miembros del grupo como cierre de la filmación.
Conviene recordar que The Verve logró con Urban Hymns que fuera considerado el mejor disco del año, al tiempo que recibió el reconocimiento de mejor grupo en 1998. Por otro lado, recibiría un Grammy a la mejor canción de rock por “Bitter Sweet Symphony”.
Desde el momento que la escuché, la canción me atrapó, ya que notaba en ella un aire familiar que me remitía a algo ya conocido. Esa sensación que me rondaba de fondo se me aclaró cuando, tiempo después, leí que The Verve había sido denunciado por plagio, ya que tenía unos riffs provenientes del tema “The Last Time” de los Rolling Stones.
Debo apuntar que en mi adolescencia me encantaban tanto los Beatles como los Rolling Stones, ya que representaban una música que era seña de identidad de los jóvenes de aquella generación. En los inicios de ambos grupos, mi tema preferido de los Beatles era “Twist and Shout” y el de los Stones “The Last Time”. Y aún lo siguen siendo.
Sobre la polémica que se suscitó, reconozco que hay algunas semejanzas entre “Bitter Sweet Symphony” y la canción de los Stones; pero llegar a la consideración de plagio, tal como sentenciaron, obligando a que el tema apareciera firmado por Richard Ashcroft junto Mick Jagger y Keith Richards, me pareció exagerado, pues se manifestaba que el líder de The Verve plagió de manera consciente a los Rolling Stones, treinta y cinco años atrás, después de que saliera “The Last Time”.
Hay que tener en cuenta que el mundo de la música resulta ser bastante despiadado, ya que no perdona las semejanzas o las influencias. Y lo cierto es que esta sentencia, junto a los habituales conflictos de protagonismo y liderazgo de las bandas de rock, dieron al traste con un grupo prometedor, cuya luz se apagó antes de que llegara el inquietante año 2000.
AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: DEPOSITPHOTOS.COM
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