A principios de 1834 –año del viaje- Luisa Ward se encontraba en Montilla. Tras fallecer Diego Alvear y Ponce de León en Madrid en 1830, Luisa había vuelto con sus tres hijas a esta ciudad para ordenar la herencia de su marido y gestionar su patrimonio y lo haría de manera eficiente; en esos tres años logró incluso la declaración de Hidalguía de sus hijos para que pudieran acogerse a las exenciones tributarias, que sobrevivían como últimos estertores del Antiguo Régimen en España.
Real Casa de Postas (Luis García).
Sus hijos varones permanecieron unos años fuera de Montilla: Diego, su hijo mayor, estaba estudiando Ingeniería en París; Tomás, sería nombrado Alférez de Navío y embarcó para la Habana; y Enrique y Francisco estaban internos en un colegio en Madrid.
El 31 de enero, poco antes de partir a Madrid, Luisa hacía una declaración jurada junto a su cuñado Manuel de Alvear y su hijo Diego, para que quedase constancia de que la prensa hidráulica instalada en el “Molino del Carril” era de su propiedad. Así, una vez ha ordenado sus temas en España y a pesar de que la pandemia permanecía, Luisa aprovecha un periodo de “libre circulación” que restableció la Real Orden de 13 de febrero de 1834, y en la primavera de 1834 viaja a Madrid.
Desde allí, cuando fuese posible, continuaría el viaje hacia Francia e Inglaterra. En ese periplo le acompañarían sus tres hijas: Catalina de 25 años, Sabina 19 años y Candelaria 11 años además de su hijo Enrique de 21 años. Luisa Ward tenía 49 años.
En España permanecerían dos de sus hijos: Diego, de 26 años, en Montilla a donde había vuelto un año antes, tras haber completado sus estudios de Ingeniería, y se ocupaba del patrimonio familiar con la ayuda de su tío Manuel; y Francisco, de 17 años, que cursaba su formación como oficial de artillería en el Colegio de Alcalá de Henares. Tomás, de 23 años, que continuaba su carrera de marino, se encontraba navegando por Cuba y Puerto Rico.
No debía ser fácil para una madre partir al extranjero sabiendo que deja atrás a tres hijos y en unas circunstancias realmente complicadas… ¿Qué motivos pudieron empujaron a Luisa a hacer dicho viaje en esas circunstancias?
Sin duda Luisa Ward quería evitar la enorme inestabilidad que en todos los órdenes se estaba produciendo en España, con la primera Guerra Carlista y la extensión de la pandemia del cólera-morbo. Luisa era conocedora de la mejor situación sanitaria en Inglaterra y Francia y veía con preocupación el desarrollo que la enfermedad iba adquiriendo en nuestro país. También debía venir a su memoria los penosos días vividos en el Cádiz de 1819, cuando como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla perdió a uno de sus hijos, estuvo a punto de perder a otro y murieron varios de sus sirvientes.
Pero además, tras la muerte de su marido, Luisa tenía que atender las inversiones que mantenía en París y en Londres, aunque Diego había repatriado a España la mayoría de los fondos franceses para comprar “bonos de las cortes” en el trienio liberal. Inversión que Diego perdió tras la reinstauración del absolutismo en España ya que esos bonos liberales perdieron su valor. En Londres, Diego Alvear había dejado la dote de Luisa por matrimonio prudentemente invertida.
Finalmente, Luisa pensaba que la estancia de sus hijos en Francia e Inglaterra permitiría completar su formación y hacer relaciones sociales. Y menos mal que Luisa se había ido a Madrid aprovechando la ventana de “libre circulación”, porque el 9 de junio el Gobierno prohibió la entrada en Madrid de todo viajero procedente de Andalucía y estableció un cordón militar en Sierra Morena a estos efectos.
En los primeros días del mes de julio, la ciudad de Madrid donde se encontraba Luisa con sus hijos era una bomba social a presión. Valga de ejemplo los incidentes del día 17 que acabaron con la matanza de 73 frailes, acusados por la población de ser el origen de la epidemia “por envenenar las aguas de las fuentes públicas”. Para intentar mitigar esta tensión social, el mismo día 17 el Gobierno acordó abrir todas las puertas y portillos de la villa y suprimir las guardias vecinales. No obstante, los intentos de asaltos a conventos y otros incidentes continuaron y el Gobierno declaró el 18 de julio el estado de sitio en Madrid.
Primer pasaporte de Luisa y sus hijos para viajar a Valladolid y la Coruña (Fundación Alvear).
En esas circunstancias, el 18 de julio de 1834 a las 5 de la mañana Luisa Ward y sus cuatro hijos parten de Madrid en diligencia. El día anterior, 17 de julio, Luisa había conseguido su primer pasaporte para el viaje, para ella y para sus cuatro hijos. Les permitía viajar a “Valladolid y la Coruña” y estaba firmado por Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, capitán general y director de la Armada. Apodaca entonces tenía 80 años.
“Concedo libre y seguro pasaporte a Da Luisa Ward de Alvear, viuda del Brigadier de la Rl. Armada Dn. Diego de Alvear y Ponce que con sus tres hijas Da. Catalina, Da. Sabina y Da. Candelaria y su hijo Dn. Enrique, pasan a las Ciudades de Valladolid y la Coruña a diligencias propias.
Por tanto mando a los Oficiales generales y particulares de la Real Armada y a todos los demás individuos sujetos a mi jurisdicción, y a las Justicias y demás Autoridades que no lo estén pido y encargo que no le pongan impedimento alguno en su viaje, por convenir así al servicio de S.M. Y este pasaporte, firmado de mi mano, sellado con el escudo de mis armas y refrendado por el Secretario de la referida Junta Superior, valga por ____ días. Dado en Madrid a diez y siete de julio de mil ochocientos treinta y cuatro”.
Como se aprecia en el pasaporte, originariamente Luisa pensó salir de España por La Coruña para evitar las proximidades de Burgos, como consecuencia de la contienda civil que allí se mantenía con los carlistas. Desde A Coruña embarcaría hacia Francia o Inglaterra. Sin embargo, a mitad de camino Luisa Ward decidió dirigirse a Santander y embarcar allí para costear el mar Cantábrico hasta la frontera francesa y desde allí dirigirse a París. ¿Lo conseguiría?
Luisa Ward de Alvear, de Montilla a Londres en tiempos de guerra y cólera (I)
Sus hijos varones permanecieron unos años fuera de Montilla: Diego, su hijo mayor, estaba estudiando Ingeniería en París; Tomás, sería nombrado Alférez de Navío y embarcó para la Habana; y Enrique y Francisco estaban internos en un colegio en Madrid.
El 31 de enero, poco antes de partir a Madrid, Luisa hacía una declaración jurada junto a su cuñado Manuel de Alvear y su hijo Diego, para que quedase constancia de que la prensa hidráulica instalada en el “Molino del Carril” era de su propiedad. Así, una vez ha ordenado sus temas en España y a pesar de que la pandemia permanecía, Luisa aprovecha un periodo de “libre circulación” que restableció la Real Orden de 13 de febrero de 1834, y en la primavera de 1834 viaja a Madrid.
Desde allí, cuando fuese posible, continuaría el viaje hacia Francia e Inglaterra. En ese periplo le acompañarían sus tres hijas: Catalina de 25 años, Sabina 19 años y Candelaria 11 años además de su hijo Enrique de 21 años. Luisa Ward tenía 49 años.

En España permanecerían dos de sus hijos: Diego, de 26 años, en Montilla a donde había vuelto un año antes, tras haber completado sus estudios de Ingeniería, y se ocupaba del patrimonio familiar con la ayuda de su tío Manuel; y Francisco, de 17 años, que cursaba su formación como oficial de artillería en el Colegio de Alcalá de Henares. Tomás, de 23 años, que continuaba su carrera de marino, se encontraba navegando por Cuba y Puerto Rico.
No debía ser fácil para una madre partir al extranjero sabiendo que deja atrás a tres hijos y en unas circunstancias realmente complicadas… ¿Qué motivos pudieron empujaron a Luisa a hacer dicho viaje en esas circunstancias?
Sin duda Luisa Ward quería evitar la enorme inestabilidad que en todos los órdenes se estaba produciendo en España, con la primera Guerra Carlista y la extensión de la pandemia del cólera-morbo. Luisa era conocedora de la mejor situación sanitaria en Inglaterra y Francia y veía con preocupación el desarrollo que la enfermedad iba adquiriendo en nuestro país. También debía venir a su memoria los penosos días vividos en el Cádiz de 1819, cuando como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla perdió a uno de sus hijos, estuvo a punto de perder a otro y murieron varios de sus sirvientes.

Pero además, tras la muerte de su marido, Luisa tenía que atender las inversiones que mantenía en París y en Londres, aunque Diego había repatriado a España la mayoría de los fondos franceses para comprar “bonos de las cortes” en el trienio liberal. Inversión que Diego perdió tras la reinstauración del absolutismo en España ya que esos bonos liberales perdieron su valor. En Londres, Diego Alvear había dejado la dote de Luisa por matrimonio prudentemente invertida.
Finalmente, Luisa pensaba que la estancia de sus hijos en Francia e Inglaterra permitiría completar su formación y hacer relaciones sociales. Y menos mal que Luisa se había ido a Madrid aprovechando la ventana de “libre circulación”, porque el 9 de junio el Gobierno prohibió la entrada en Madrid de todo viajero procedente de Andalucía y estableció un cordón militar en Sierra Morena a estos efectos.
En los primeros días del mes de julio, la ciudad de Madrid donde se encontraba Luisa con sus hijos era una bomba social a presión. Valga de ejemplo los incidentes del día 17 que acabaron con la matanza de 73 frailes, acusados por la población de ser el origen de la epidemia “por envenenar las aguas de las fuentes públicas”. Para intentar mitigar esta tensión social, el mismo día 17 el Gobierno acordó abrir todas las puertas y portillos de la villa y suprimir las guardias vecinales. No obstante, los intentos de asaltos a conventos y otros incidentes continuaron y el Gobierno declaró el 18 de julio el estado de sitio en Madrid.
En esas circunstancias, el 18 de julio de 1834 a las 5 de la mañana Luisa Ward y sus cuatro hijos parten de Madrid en diligencia. El día anterior, 17 de julio, Luisa había conseguido su primer pasaporte para el viaje, para ella y para sus cuatro hijos. Les permitía viajar a “Valladolid y la Coruña” y estaba firmado por Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, capitán general y director de la Armada. Apodaca entonces tenía 80 años.
“Concedo libre y seguro pasaporte a Da Luisa Ward de Alvear, viuda del Brigadier de la Rl. Armada Dn. Diego de Alvear y Ponce que con sus tres hijas Da. Catalina, Da. Sabina y Da. Candelaria y su hijo Dn. Enrique, pasan a las Ciudades de Valladolid y la Coruña a diligencias propias.
Por tanto mando a los Oficiales generales y particulares de la Real Armada y a todos los demás individuos sujetos a mi jurisdicción, y a las Justicias y demás Autoridades que no lo estén pido y encargo que no le pongan impedimento alguno en su viaje, por convenir así al servicio de S.M. Y este pasaporte, firmado de mi mano, sellado con el escudo de mis armas y refrendado por el Secretario de la referida Junta Superior, valga por ____ días. Dado en Madrid a diez y siete de julio de mil ochocientos treinta y cuatro”.
Como se aprecia en el pasaporte, originariamente Luisa pensó salir de España por La Coruña para evitar las proximidades de Burgos, como consecuencia de la contienda civil que allí se mantenía con los carlistas. Desde A Coruña embarcaría hacia Francia o Inglaterra. Sin embargo, a mitad de camino Luisa Ward decidió dirigirse a Santander y embarcar allí para costear el mar Cantábrico hasta la frontera francesa y desde allí dirigirse a París. ¿Lo conseguiría?
Capítulos anteriores
Luisa Ward de Alvear, de Montilla a Londres en tiempos de guerra y cólera (I)
CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍA: LUIS GARCÍA / FUNDACIÓN ALVEAR
FOTOGRAFÍA: LUIS GARCÍA / FUNDACIÓN ALVEAR

