El libro Cartas de Próspero Mérimée a la Condesa de Montijo, Madre de la Emperatriz Eugenia recoge la correspondencia que intercambiaron a lo largo de más de treinta años –entre 1839 y 1870– el escritor francés Prosper Mérimée, autor de la novela Carmen –que sería inmortalizada por Georges Bizet en la famosa ópera– y la malagueña María Manuela Kirkpatrick de Closeburn y de Grévignée, condesa consorte de Montijo. Sin duda, esta colección de misivas ofrece un buen resumen de la gran amistad que unía a ambos personajes.
El libro fue publicado en 1930, en Edición Privada, por los hijos de la duquesa de Alba (Francisca Portocarrero, hija la condesa de Montijo y hermana de Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses). Son cartas escritas en un tono informal pero con gran interés histórico, ya que retratan personajes políticos y culturales, evocan acontecimientos relevantes o, simplemente, reflejan la vida social de la época.
Son varias las menciones que en estas cartas encontramos de los hermanos Alvear y Ward (Diego, Tomás y Sabina, principalmente) y que ponen de manifiesto su amistad con la condesa de Montijo y con el propio Próspero Mérimée (París, 1803 – Cannes, 1870) quien, además de escritor, fue historiador, arqueólogo y un gran viajero. No en vano, recorrió Francia como “inspector general de los monumentos históricos” y, después, viajó a Grecia, Italia, Inglaterra, Oriente Próximo… y, finalmente, a España, donde llegó por primera vez en 1830.
Cuentan que, en este primer viaje a España, Mérimée coincidió en una diligencia con Cipriano Portocarrero (conde de Teba y futuro conde de Montijo), hombre liberal como Mérimée y ahí entablaron una gran amistad. Su esposa, María Manuela Kirkpatrick, condesa consorte de Montijo, también liberal y muy culta, igualmente será una buena amiga y confidente de Mérimée, proporcionándole incluso el argumento de su novela Carmen.
Mérimée viajaría a España en otras seis ocasiones, entre 1840 y 1864, visitando Madrid, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada y Barcelona. Los encuentros entre Mérimée con los hermanos Alvear y Ward que conocemos tuvieron lugar en Madrid y en París.
En Madrid, Mérimée visitaba a la condesa de Montijo en su Palacio de Carabanchel donde Luisa Ward, segunda esposa de Diego Alvear y Ponce de León, era una invitada habitual, como también lo eran sus hijas Sabina y Candelaria.
Así, por ejemplo, lo expresa Mérimée en la carta de 28 de mayo de 1856 que dirige desde París a la condesa de Montijo y en la que se despide diciendo: “Adiós querida Condesa, por favor, deles recuerdos a todos nuestros amigos y póngame especialmente a los pies de las Srtas. de Alvear...”.
Pero también conservamos en la familia Alvear alguna evidencia curiosa de esta amistad de los hermanos Alvear y Ward con Próspero Mérimée, como la nota que el escritor dirige a Sabina de Alvear, invitándole “la semana que viene” a su casa de París, sita en el número 52 de la calle Lille:
“Señorita, si pudiera salir, habría ido a decirle ayer el placer que me supone verla de nuevo en París. Debo quedarme en casa unos días más, tan pronto como esté un poco menos enfermo, los iré a buscar […]. Sería bueno que me dijera ahora qué días de la próxima semana podría hacerme el honor de venir a mi casa con su hermana Candelaria, el experimentado Tomás y el Sr. Polo, que es su vecino en el Hotel du Louvre […]. Per. Mérimée”.
Sabina Alvear y Ward se alojaba en el recién estrenado Hôtel du Louvre (1855) con sus hermanos Tomás y Candelaria, con ocasión de su asistencia a la Exposición Universal de París de 1867, en la que Bodegas Alvear obtuvo premios y reconocimiento para sus vinos. El hotel (del Louvre) en el que se alojaron ¡sigue en funcionamiento!
Pero volviendo a la relación entre la familia Alvear y Ward y la condesa de Montijo, la evidencia más relevante no está en las cartas entre Mérimée y la Condesa, sino en los “papeles” de la familia Alvear. En una de estas cartas entre los hermanos Alvear y Ward se narra la visita que Sabina y Candelaria Alvear y Ward realizan a Eugenia de Montijo en su residencia de Inglaterra, en un momento en que la emperatriz estaba destrozada y no recibía a casi nadie. Os lo contaremos próximamente.
El libro fue publicado en 1930, en Edición Privada, por los hijos de la duquesa de Alba (Francisca Portocarrero, hija la condesa de Montijo y hermana de Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses). Son cartas escritas en un tono informal pero con gran interés histórico, ya que retratan personajes políticos y culturales, evocan acontecimientos relevantes o, simplemente, reflejan la vida social de la época.
Son varias las menciones que en estas cartas encontramos de los hermanos Alvear y Ward (Diego, Tomás y Sabina, principalmente) y que ponen de manifiesto su amistad con la condesa de Montijo y con el propio Próspero Mérimée (París, 1803 – Cannes, 1870) quien, además de escritor, fue historiador, arqueólogo y un gran viajero. No en vano, recorrió Francia como “inspector general de los monumentos históricos” y, después, viajó a Grecia, Italia, Inglaterra, Oriente Próximo… y, finalmente, a España, donde llegó por primera vez en 1830.

Cuentan que, en este primer viaje a España, Mérimée coincidió en una diligencia con Cipriano Portocarrero (conde de Teba y futuro conde de Montijo), hombre liberal como Mérimée y ahí entablaron una gran amistad. Su esposa, María Manuela Kirkpatrick, condesa consorte de Montijo, también liberal y muy culta, igualmente será una buena amiga y confidente de Mérimée, proporcionándole incluso el argumento de su novela Carmen.
Mérimée viajaría a España en otras seis ocasiones, entre 1840 y 1864, visitando Madrid, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada y Barcelona. Los encuentros entre Mérimée con los hermanos Alvear y Ward que conocemos tuvieron lugar en Madrid y en París.

En Madrid, Mérimée visitaba a la condesa de Montijo en su Palacio de Carabanchel donde Luisa Ward, segunda esposa de Diego Alvear y Ponce de León, era una invitada habitual, como también lo eran sus hijas Sabina y Candelaria.
Así, por ejemplo, lo expresa Mérimée en la carta de 28 de mayo de 1856 que dirige desde París a la condesa de Montijo y en la que se despide diciendo: “Adiós querida Condesa, por favor, deles recuerdos a todos nuestros amigos y póngame especialmente a los pies de las Srtas. de Alvear...”.
Pero también conservamos en la familia Alvear alguna evidencia curiosa de esta amistad de los hermanos Alvear y Ward con Próspero Mérimée, como la nota que el escritor dirige a Sabina de Alvear, invitándole “la semana que viene” a su casa de París, sita en el número 52 de la calle Lille:
“Señorita, si pudiera salir, habría ido a decirle ayer el placer que me supone verla de nuevo en París. Debo quedarme en casa unos días más, tan pronto como esté un poco menos enfermo, los iré a buscar […]. Sería bueno que me dijera ahora qué días de la próxima semana podría hacerme el honor de venir a mi casa con su hermana Candelaria, el experimentado Tomás y el Sr. Polo, que es su vecino en el Hotel du Louvre […]. Per. Mérimée”.
Sabina Alvear y Ward se alojaba en el recién estrenado Hôtel du Louvre (1855) con sus hermanos Tomás y Candelaria, con ocasión de su asistencia a la Exposición Universal de París de 1867, en la que Bodegas Alvear obtuvo premios y reconocimiento para sus vinos. El hotel (del Louvre) en el que se alojaron ¡sigue en funcionamiento!
Pero volviendo a la relación entre la familia Alvear y Ward y la condesa de Montijo, la evidencia más relevante no está en las cartas entre Mérimée y la Condesa, sino en los “papeles” de la familia Alvear. En una de estas cartas entre los hermanos Alvear y Ward se narra la visita que Sabina y Candelaria Alvear y Ward realizan a Eugenia de Montijo en su residencia de Inglaterra, en un momento en que la emperatriz estaba destrozada y no recibía a casi nadie. Os lo contaremos próximamente.
CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: JUAN PABLO BELLIDO / ARCHIVO
FOTOGRAFÍAS: JUAN PABLO BELLIDO / ARCHIVO

