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José Núñez de Prado y Fernández: un montillano ilustre en el olvido

Este domingo 20 de octubre se cumplen 200 años del nacimiento de José Núñez de Prado y Fernández, una figura clave en la historia de España, cuya relevancia se ha desvanecido con el paso del tiempo. Por ello, este aniversario brinda una oportunidad para redescubrir y poner en valor la vida y obra de un montillano que, a lo largo del siglo XIX, destacó como jurista, militar, político e intelectual.


"Su trayectoria es representativa de una generación que, enfrentada a uno de los períodos más convulsos de la historia española, luchó por construir una sociedad más justa y moderna", subraya el historiador montillano Antonio Luis Jiménez Barranco que, a través de su blog Perfiles Montillanos, ofreces interesantes detalles sobre la vida de este ilustre vecino que dedicó su existencia al servicio de su país, tanto en el ámbito militar como en el político e intelectual.

José Núñez de Prado nació el 20 de octubre de 1824 en Montilla, en el seno de una familia acomodada. Hijo de Francisco Javier Núñez de Prado y María Remedios Fernández, desde temprana edad mostró una inclinación por las letras y la cultura, pasión que más tarde desarrollaría en su vida profesional.

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En 1842, a la edad de 18 años, se trasladó a Sevilla para iniciar sus estudios de Jurisprudencia en la Universidad Literaria, que completaría posteriormente en Madrid, donde obtuvo su licenciatura en 1854. "Ese mismo año ingresó en el recién creado Cuerpo Jurídico Militar, iniciando así su carrera como Fiscal de Guerra", detalla Antonio Luis Jiménez.

Su formación jurídica le permitió comprender a fondo las dinámicas del poder militar y civil, además de desempeñar un papel crucial en los conflictos y en las reformas legales que marcaron la segunda mitad del siglo XIX en España. Sin duda, uno de los hitos más destacados en la carrera de Núñez de Prado fue su participación en la Campaña de África (1859-1860) en calidad de Auditor de Guerra y Marina.

Este conflicto, que enfrentó a España con Marruecos, consolidó su reputación como militar, llegando a supervisar operaciones militares decisivas junto al general Leopoldo O'Donnell, como las ocurridas en Sierra Bullones, en Tánger o en la Batalla de Wad-Ras, que puso fin a la contienda. Su desempeño le permitió alcanzar el rango de general en el Cuerpo Jurídico Militar, un logro notable en una carrera que combinaba tanto su formación jurídica como su capacidad estratégica.

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Durante su estancia en Madrid, Núñez de Prado fue testigo de los agitados años que vivió España en la segunda mitad del siglo XIX. La fragmentación de la clase política y los constantes intentos de consolidar un sistema liberal bajo el reinado de Isabel II lo llevaron a implicarse en diversas operaciones para proteger el orden constitucional.

"Su lealtad a la monarquía y su defensa de las instituciones lo llevaron a participar en la represión de las intentonas golpistas republicanas y federalistas de Madrid en 1856, así como en Valencia en 1867 y 1869", explica el autor de Perfiles montillanos, que recuerda que en la Tercera Guerra Carlista, acaecida en 1871, defendió Barcelona y, también, desempeñó un papel crucial en la sublevación cantonal de Sevilla en 1873, cuando logró restablecer la normalidad cívica en una de las crisis más graves que enfrentó a la joven Primera República.

Con la Restauración de la monarquía en la figura de Alfonso XII, Núñez de Prado entró de lleno en la política en 1875, siendo promovido por el líder conservador Cánovas del Castillo. Como miembro del Partido Liberal-Conservador, asumió varios cargos de relevancia, entre ellos, los de Gobernador Civil de Sevilla, Málaga y Cádiz. También fue elegido Diputado a Cortes por el distrito de Grazalema y, posteriormente, senador por Pontevedra.

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A pesar de su éxito en la arena política, no abandonó su vocación jurídica. En 1882, tras retirarse de la vida política, regresó al Cuerpo Jurídico Militar como Consejero Togado del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, donde formó parte de la comisión que reformó las leyes marciales, lo que desembocó en 1887 en la promulgación del Código de Justicia Militar, un texto legal que sentó las bases de la administración militar en España durante las décadas siguientes y que, para muchos investigadores, representa uno de los legados más importantes de Núñez de Prado.

Con todo, más allá de su carrera militar y política, Núñez de Prado fue un hombre de letras, apasionado por la literatura y la cultura. Publicó poesía desde joven, participando en publicaciones como Revista Literaria del Avisador Cordobés o El Álbum . Su obra más conocida es el poema épico La Conquista de Tetuán, dedicado a la memoria de Leopoldo O'Donnell y Jorís, duque de Tetuán, conde de Lucena y vizconde de Aliaga.

Su amor por la literatura lo llevó también a traducir al castellano obras de autores como Alejandro Dumas, Víctor Hugo o Lord Byron. Su traducción de Macbeth, de William Shakespeare, y de tres poemas de Lord Byron –entre ellos, Parisina y La novia de Abido– le valió el reconocimiento de figuras de la talla de Cánovas del Castillo, quien prologó uno de sus volúmenes.

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Por si fuera poco, Núñez de Prado también destacó como notable bibliófilo y miembro activo de la Sociedad de Bibliófilos Españoles. Colaboró con el Marqués de la Fuensanta del Valle en la edición de Romancero Historiado, de Lucas Rodríguez, uno de los volúmenes de la prestigiosa colección de Libros Raros y Curiosos.

José Núñez de Prado falleció el 15 de abril de 1894 en Madrid, a la edad de 69 años. Su muerte fue un acontecimiento relevante en la capital de España, como demuestra el hecho de que el presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, asistiera a su sepelio.

A lo largo de su vida, recibió numerosas condecoraciones, entre ellas las Grandes Cruces del Mérito Militar, la Encomienda de Isabel la Católica, y la Medalla de la Campaña de África, entre otras. Sin embargo, a pesar de sus múltiples logros, la figura de Núñez de Prado cayó en el olvido, eclipsada por otros nombres más conocidos de la época. Sin embargo, gracias a la labor de historiadores como Antonio Luis Jiménez Barranco, hoy se puede redescubrir su vida y su legado, reivindicando su lugar como uno de los grandes protagonistas de la historia de España en el siglo XIX.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA

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