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Carmen Giménez Alvear | Antonio García Urbano (Pavito Blanco): maestro de los Drake Alvear (2)

Tras recorrer en el artículo anterior algunos aspectos biográficos del músico montillano Antonio Garcia Urbano, más conocido como Pavito Blanco, hoy compartimos algunas historias sobre su relación con la familia Alvear, a través de los Drake Alvear, hijos de María Joaquina de Alvear y Abaurrea. De este modo, Joaquín Drake García comparte con los lectores de Montilla Digital algunos de los recuerdos que aún perduran en la familia.

Joaquina de Alvear Abaurrea, de joven, junto a sus hijos mayores.

Mi bisabuela María Joaquina, primogénita del Conde de la Cortina, tocaba bastante bien el piano. Cuentan que gustaba de interpretar especialmente las guajiras, género cubano adoptado posteriormente por el flamenco y utilizado en algunas zarzuelas, acompañándose de su propio canto y que lo hacía de manera excelente.

De su matrimonio con mi bisabuelo, el madrileño Fernando Drake Redondo de la Cerda, hijo del Conde de Vegamar y Marqués de Eguaras, nacieron los hermanos Drake de Alvear, que tuvieron en su madre una primera referencia por el gusto musical. María Joaquina de Alvear aprendería música en el internado de un colegio francés y en otro inglés, donde ella y su hermana Asunción estuvieron estudiando.

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Jaime Drake de Alvear, con sus ya 96 años, aún recuerda las clases de música que Pavito Blanco impartía a él y a sus hermanos Joaquín, Andrés, Fernando y José María en el salón de la casa solariega de su abuelo Paco, el conde, situado en la primera planta del actual Colegio de La Asunción. Seguían el famoso método del maestro Eslava y, para que tío Jaime cantase la escala musical, recuerda que Pavito Blanco iba tocando las notas en un piano colín.

Luego, en Madrid, que es donde vivían con sus padres, los hermanos siguieron estudiando música en el Conservatorio de la capital. Por ello, los hermanos Drake de Alvear siempre fueron considerados entre sus primos como “los músicos de la familia”.

Quien más trato sostenido tuvo con Pavito Blanco fue Andrés, porque se tomó muy en serio sus estudios de música y piano. De hecho, también recibió clases de piano del maestro montillano en el Colegio de los Salesianos, donde disponían en una sala de dos pianos.

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A Pavito Blanco le habían dado permiso para impartir allí clases y se cuenta que, como daba clase a la vez a Andrés y a otro alumno, allí se formaba un enredo sonoro considerable, además del jaleo añadido que llegaba por la ventana durante el recreo del colegio.

Con el tiempo, Pavito Blanco no sólo dedicaría una pieza a su distinguido discípulo Andrés y a su hermano mayor Joaquín, sino que colaboró con el primero en la composición del pasodoble Al Montilla de Alvear, aportando éste la bella lírica de su letra.

También se tomó muy en serio la música Jaime, que estudió violín. En alguna ocasión, Pavito Blanco tocó a dúo con él. El profesor, al piano, y el discípulo, al violín. Y como a mi bisabuela María Joaquina le gustaba mucho la zarzuela, una tarde, Pavito Blanco y tío Jaime tocaron para ella una de sus preferidas.

José María Drake Alvear, al chelo, junto a su hermano Jaime.

En verano, cuando viajaban de Madrid a Montilla, algunas veces los hermanos Drake de Alvear tocaban para la familia en el Lagar de la Concepción. Andrés, al piano; mi abuelo José María, al violonchelo, y Jaime, al violín. Relata Jaime que, en una de estas ocasiones que daban un pequeño concierto a la familia, uno de ellos desafinó y, al terminar, la tía Candelaria de Alvear, Condesa de Aguiar, dijo que uno de sus sobrinos “había tocado en cacofonía”.

Para suavizar el comentario y cambiar de tema, su hermano Paco, el Conde de la Cortina, comentó que su madre, la mejicana María Joaquina Gómez de la Cortina y Rodríguez de Rivas, Condesa de la Cortina, que tocaba muy bien el piano, “tocaba las escalas… como un silbido".

Pavito Blanco era una persona que no alardeaba ni se daba importancia. Era discreto y menudo. Tío Jaime cree que a quien más conocía el bisabuelo Paco era a Manuel Urbano, contemporáneo de él, también músico y tío de Pavito Blanco y apodado en Montilla como Pavito Azul.

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De la siguiente generación, Pavito Blanco llegó a darle clases a los hijos de José María Drake de Alvear, mi abuelo, que, a diferencia de sus hermanos, siguió echando raíces en Montilla por su matrimonio con la montillana María del Carmen Moyano y Delgado, considerada de las mujeres más bellas de Montilla, hija del afamado médico Don Enrique Moyano Campos, que trató al Conde de la Cortina y que fue amigo del célebre pintor José Santiago Garnelo.

De este modo, llegaron a recibir clases de Pavito Blanco los tres mayores de sus seis hijos: María del Carmen –especialmente ella, por lo que recuerda sus clases y cómo lo acompañaba a la puerta de casa de mis abuelos, al término de cada sesión–, José María y Joaquín (mi padre).

La pianola que tenía el Conde de la Cortina, esa que Pavito Blanco afinaba especialmente cuando sus nietos mayores venían a visitarlo, la heredó mi abuelo José María Drake de Alvear y todavía la conservamos en la familia. En ella yo me entusiasmaba por el estudio de la música, especialmente en las temporadas de verano que pasábamos en Montilla en casa de mis abuelos.

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Recibía lecciones de mi abuelo José María y de mi tía María del Carmen y hacían que llegara a tocar diferentes piezas, en especial una que debió componer mi abuelo y que a sus nietos nos hacía tocar a cuatro manos. De los descendientes de mi abuelo José María, varios siguieron cultivando el estudio de la música en mayor o menor medida y, en mi caso, me dedico profesionalmente a ello. Un legado de Pavito Blanco que abarca, pues, varias generaciones.

Es por todo ello que la familia Alvear, a través de la Fundación Alvear y con la colaboración del Ayuntamiento de Montilla y del Conservatorio Elemenal de Música "Luis Bedmar Encinas" de Montilla, ha organizado un concierto en homenaje a Antonio García Urbano, Pavito Blanco, el próximo sábado 5 de octubre, a las 13.00 de la tarde, en el Teatro Garnelo. La entrada es gratuita hasta completar aforo y estarán disponibles para su recogida en Bodegas Alvear a partir del viernes 27 de septiembre.

CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR / JOAQUÍN DRAKE GARCÍA
FOTOGRAFÍAS: ARCHIVO

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