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Dos décadas de vendimiadoras montillanas

La edición número 69 de la Fiesta de la Vendimia, una de las más antiguas de España, servirá también para conmemorar el vigésimo aniversario de uno de los símbolos que, junto con la pisa de la uva y la procesión de Nuestra Señora de las Viñas por la barriada de El Gran Capitán, identifican más fácilmente este evento declarado “De Interés Turístico”.


Y es que hace veinte años, la diseñadora montillana Carmen Rueda Adan se embarcó en un interesante proyecto por encargo de la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas, patrona del Noble Gremio de la Vid y el Vino: la confección de un traje más tradicional que viniera a reemplazar a los típicos vestidos de flamenca que, hasta entonces, habían servido para ataviar a la vendimiadora mayor y a su corte de damas.

La tarea no fue nada fácil pero el resultado, transcurridos dos décadas desde su puesta de largo, fue más que encomiable. Y es que los montillanos han aceptado como un elemento más de la Fiesta de la Vendimia estos coloridos vestidos inspirados en Vendimiadoras Montillanas, un óleo sobre lienzo que le valió a su autora, Eloísa Garnelo Aparicio, una Mención Honorífica en la Exposición Internacional de Bellas Artes celebrada en 1892.

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El cuadro de Eloísa Garnelo, que el pasado año fue expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, presenta a dos mujeres que visten una blusa de manga corta, un refajo ancho y un delantal que, en la versión actualizada por Carmen Rueda, va bordado con hojas de parra y racimos.

Los actuales trajes de la Vendimiadora Mayor y de su corte de damas, que forman ya parte de la iconografía más reconocible de la Fiesta de la Vendimia, fueron estrenados en la noche del 4 de septiembre de 2004 en el patio de Bodegas Navarro, momentos antes del pregón que pronunció el periodista granadino Tico Medina.

Tras el éxito cosechado en la Exposición Internacional de Bellas Artes celebrada en 1892, Vendimiadoras Montillanas viajó a la Exposición Universal de Chicago, donde se exhibió en el Fine Arts Palace, recibiendo los elogios de la crítica y del público en general.


Vendimiadoras Montillanas está enmarcado en una excepcional talla de pámpanos y hojas de vid obra del artesano local Francisco Solano Salido. El cuadro representa, de forma magistral y bajo un cielo que preludia la llegada del otoño, a dos mujeres cercanas a la autora: la encargada de una finca familiar de los Garnelo y su hija, dos personas con las que Eloísa Garnelo Aparicio convivía en la Campiña montillana. Ambas son retratadas, entre exuberantes vides y frutos, con aperos para la labor, en el momento en que las detienen para intercambiar unas palabras.

Una artista rompedora en su época


Nacida en Enguera (Valencia) el 5 de enero de 1863, Eloísa Garnelo Aparicio fue fruto del matrimonio formado por el médico enguerino José Ramón Garnelo Gonzálvez y la montillana Josefa de la Cruz Aparicio Sarrión, que fallecería tan solo unos meses después del parto.

Cuando Eloísa contaba apenas cuatro años de edad, se traslada junto a su familia a Montilla, donde José Ramón Garnelo –que se había casado, en segundas nupcias, con su paisana Josefa Dolores Alda Moliner– inició su actividad como médico, mientras comienza a relacionarse con los círculos culturales de la localidad.

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Al igual que sus hermanos José Santiago y Manuel, Eloísa pronto destacaría por su facilidad para dibujar, diseñar y pintar. "Aunque no llega a realizar estudios específicos de Bellas Artes, durante su infancia recibe clases de dibujo de su propio padre y, más tarde, será su hermano José quien la instruya y aconseje durante los períodos vacacionales que pasarían juntos en Montilla", explica el historiador Antonio Luis Jiménez Barranco en su blog Perfiles montillanos.

Tras concurrir a la Exposición de Bellas Artes celebrada en 1887 con la obra La hija de Debutades, Eloísa trabaja junto a su hermano en la decoración de la Capilla-Oratorio de Nuestra Señora de Los Dolores, una estancia que hoy pertenece a la Casa de las Aguas y que el Ayuntamiento de Montilla logró recuperar a finales de 2021 gracias a una inversión cercana a los 120.000 euros.

Tras la inauguración de la capilla el 27 de mayo de 1888, la producción pictórica de Eloísa Garnelo no se detiene y concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, celebrada en Madrid, donde presenta dos jarrones dentro de la sección de Arte Decorativo.


En 1892, la artista montillana obtiene Mención Honorífica por su óleo Vendimiadoras Montillanas, que llegó a ilustrar la portada del rotativo La Ilustración Nacional, además de ser reproducido en publicaciones de la época como el periódico El Liberal o la revista barcelonesa La Ilustración Artística, que elogia la labor de Eloísa Garnelo al igual que Barcelona cómica, que le dedica en su edición del 17 de marzo de 1894 su espacio titulado Mujeres Ilustres.

"En 1896 concurrió junto a sus hermanos José y Manuel a la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas que organizó el Ayuntamiento de Barcelona, donde consiguió una Segunda Medalla con su Tapiz Florentino, que al año siguiente presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, obteniendo Mención Honorífica", detalla Antonio Luis Jiménez, quien resalta que, "aparte de las producciones propias, la artista colabora con su hermano José en la preparación de pigmentos y materiales de pintura, que le envía a Barcelona".

Es en la Ciudad Condal donde José Santiago Garnelo traza los primeros perfiles de La gruta de Lourdes, una espectacular creación concebida para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897 y que, desde finales del pasado año se puede admirar en la Casa de las Aguas de Montilla.

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Tras una larga época marcada por sus dolencias respiratorias, Eloísa Garnelo reaparece en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904 con un grupo de dibujos titulado Trabajos para la enseñanza del dibujo artístico-industrial, que le valieron una Tercera Medalla, además del honor de ser la única mujer galardonada por el jurado en esta edición.

La artista falleció el 16 de febrero de 1907 en el hogar familiar de la calle Corredera, a los 45 años de edad, "truncándose su vida y su fugaz carrera artística", en palabras de Antonio Luis Jiménez, que recuerda que sus restos mortales reposan en la cripta que la familia Garnelo posee en la Parroquia de Santiago Apóstol.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: J.A. AGUILAR / MUSEO GARNELO

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