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Tras la huella de Solano en Perú

No caben los nervios cuando aparece la confianza que un año y medio de formación ha generado en un grupo de jóvenes de Montilla que, junto a seglares adultos y sacerdotes, viajan a la misión diocesana de Picota, en la Prelatura territorial de Moyobamba de Perú.


En el país andino, íntimamente vinculado a Montilla, servirán a la Iglesia, compartirán una experiencia misionera con sacerdotes cordobeses y acompañarán en plena selva amazónica a los hermanos cristianos dispersos en 125 comunidades. Todos los años esta misión diocesana recibe a laicos cordobeses y también seminaristas.

Este año se impone la juventud acompañada por el rector de la Basílica de San Juan de Ávila, Fernando Suárez. De este modo, los jóvenes montillanos Pedro, Pablo y Marta son guiados desde hace meses para este momento por la Delegación Diocesana de Misiones y la formación recibida también por el sacerdote Guillermo Padilla, que ha aquilatado sus vidas en la oración y en la esperanza, en la certeza de ser hijos amados de Dios, urgidos a anunciar su Palabra.

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En este viaje los acompañan también el sacerdote Borja Redondo, enviado a la misión diocesana por el Obispo de Córdoba, que compartirá el vuelo de unas doce horas hasta Lima, que será el lugar de regreso para venerar allí las reliquias de san Francisco Solano: el anhelo de cada montillano de fe. Allí terminará un viaje que comenzó con los tres “síes” jóvenes a la misión representados en tres universitarios que han vencido temores y resistencias para anunciar a Cristo.

Cuando los sacerdotes Guillermo Padilla y Fernando Suárez –Guille y Nando, como a ellos les gusta llamarlos– les hablaron de la misión diocesana de Picota a todos les parecía irreal alcanzar la confianza y concretar en una fecha cierto anhelo compartido.

Una vez señalado el viaje en el calendario, la voluntad de servir en la misión creció en ilusión y espera, “nos sentimos muy afortunados y en mi caso, casi que ni me lo creo”, apostilla Pablo Repiso que junto a los jóvenes montillanos viajan a Picota.

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Este grupo de jóvenes ya tienen una experiencia fuerte de Dios en su etapa de adolescencia y habían sido acompañados por sacerdotes en los tres colegios católicos de Montilla. Forman parte de un grupo de amigos muy divertidos, “que querían poner a Cristo en el centro de sus vidas, con todas las dificultades que tiene la edad”, explica el sacerdote Fernando Suárez que pronto advirtió que en ellos nacía la necesidad de “hablar de Cristo”.

Vencidos los miedos, la formación ha permitido que sientan esta elección como un privilegio “somos llamados por el Señor a una misión preciosa: somos simplemente personas que nos sentimos muy amadas por Dios y queremos compartirlo”, resume Fernando.

La presencia ocasional de los sacerdotes Antonio Javier Reyes y de Nicolás Rivero en esta formación cuando han viajado a España ha fortalecido las expectativas de estos jóvenes y es ahora cuando celebran todo lo vivido antes de partir hacia Perú.


En Marta Vílchez Navarro –pregonera juvenil de la Semana Santa de Montilla este mismo año– prendió pronto una frase pronunciada por Antonio Evans, delegado de Misiones: “Dios te quiere, Dios te necesita y no te preocupes porque Dios te capacita”. Esa confianza le ha hecho superar barreras y encontrar “la tranquilidad de saber que el Señor va a ser el que obre por nosotros”.

Pablo reconoce que ha dejado atrás sus miedos y una consciencia poco clara de sus capacidades. En cambio, en los últimos meses ha parecido en él “una fuerza muy grande que me tiraba para arriba” y ahora puede sentir la llamada a “irme ya”, lleno de energía tras haber participado en unos campamentos como monitor.

En Pedro, la espera ha estado llena de luz. Este joven de Montilla celebra que se haya hecho realidad este impulso misionero, concretado en el acompañamiento pastoral que ha tenido. Ahora retoma el eco de las palabras de Antonio Evans, que ya le anticipó que por mucha formación que recibiera nada es comparable a lo que “se vive allí”.

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Recurrir siempre que a la oración y encomendarse al Espíritu Santo lo ha sido todo para este joven que reconoce haber pensado antes no estar preparado para “transmitir ese fuego y anunciar la buena noticia de que el Señor te ama”. Ahora, cree firmemente que al encomendarse al Espíritu Santo es lo que le permitirá compartir la fe con los misionados, porque “por mucho que nosotros hablemos con ellos e intentamos transmitirles lo que llevamos dentro, son ellos los que al final los que nos van a cambiar nuestra vida”.

De Picota conocen la fe sencilla y vibrante de aquellas personas. De su esperanza han aprendido a tener tranquilidad y confianza en Dios, aun cuando ellos cuentan aquí con todos los medios para vivir una fe plena y a veces “no sepamos ni dedicarle un poquito de nuestra vida a Dios”. Anticipan el impacto que les producirá ver en un mundo de carencias un amor vigoroso a Dios.

Con la ilusión de estos jóvenes viajan hacia Picota también seglares adultos y los sacerdotes Fernando Suárez y Borja Redondo, en este caso sin fecha de regreso. Todos ellos participaron en la misa de envío celebrada en la solemnidad de la Ascensión del Señor, en la Santa Iglesia Catedral.

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Allí el obispo, monseñor Demetrio Fernández, los animó a "llevar a Jesucristo crucificado por el mundo, porque los misioneros son los mejores embajadores de la Iglesia, son los que están en las catástrofes, en los acontecimientos imprevistos y en donde hay necesidades atendiendo a la gente día y noche". Una embajada de jóvenes que llena de esperanza a la Iglesia de Córdoba.

El obispo anima a "anunciar el Evangelio"


Coincidiendo con la solemnidad de la Ascensión del Señor, la Santa Iglesia Catedral acogió la ceremonia de envío de sacerdotes y laicos que este verano realizarán una experiencia misionera para "compartir la alegría del Evangelio en otros lugares de la Tierra".

En su homilía, Demetrio Fernández animó a los misioneros a "llevar a Jesucristo crucificado por el mundo, porque los misioneros son los mejores embajadores de la Iglesia, son los que están en las catástrofes, en los acontecimientos imprevistos y en donde hay necesidades atendiendo a la gente día y noche".


Para el obispo de Córdoba, “el anuncio de Jesucristo hace brotar la fe y crecerla en tantos hombres y mujeres que han recibido el mensaje del Evangelio”. En ese sentido, Demetrio Fernández explicó que "aunque a veces uno piensa que para ser misionero tiene que tener unas cualidades o preparaciones, no es así: hay que tener mucho amor por Jesucristo".

El prelado continuó su homilía dirigiéndose a los jóvenes de Montilla que viajan a Picota este verano, recordándoles la historia de san Francisco Solano "quien, hace 400 años, escuchó el mandato misionero y puso su vida al servicio de este mandato", en palabras del obispo.

“Él es patrono de las misiones y un ejemplo de cómo la Palabra de Dios puede poner a uno en camino para cumplirla”, subrayó Demetrio Fernández, que se dirigió al sacerdote Borja Redondo, delegado para el Clero y párroco, durante varios años, de San Francisco Solano en Montilla, quien será enviado para unos cuantos años a vivir una experiencia misionera en Picota, “a gastar su vida sacerdotal por la misión diocesana”.

REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍAS: DIÓCESIS DE CÓRDOBA

JOSÉ LUIS JORDANO | FOTÓGRAFO DE BODAS EN CÓRDOBA

AYUNTAMIENTO DE MONTILLA - CINE DE VERANO


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