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La Hermandad de la Misericordia vuelve a confiar en los restauradores Miguel Ángel Sánchez y Manuel Espejo

La Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de la Amargura ha vuelto a confiar en el buen hacer de los restauradores Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol para acometer las labores de restauración del imponente crucificado que escupió en 1989 el recordado imaginero Francisco Solano Salido Jiménez, que falleció el 29 de septiembre de 2018 a los 87 años de edad.


El anuncio de esta nueva intervención en el patrimonio de la hermandad de la Madrugada montillana tiene lugar apenas ocho meses después del regreso de la Virgen de la Amargura a la Parroquia de San Sebastián, tras las labores de restauración que llevaron a cabo el montillano Miguel Ángel Sánchez Jiménez y el lucentino Manuel Espejo Mármol.

Tal y como confirmó Irene Aguilar, secretaria de la corporación penitencial del Barrio de la Cruz, la talla del Cristo de la Misericordia será intervenida durante los próximos meses, por lo que la imagen será retirada del culto tras una solemne misa que tendrá lugar este sábado, a partir de las 20.30 de la tarde, en la Parroquia de San Sebastián.

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Siguiendo el marco de la conservación del patrimonio religioso bajo supervisión de la Diócesis de Córdoba, los trabajos que llevarán a cabo Miguel Ángel Sánchez y Manuel Espejo incluyen la reparación de varias dilataciones en la madera, tanto de la imagen como de la cruz, así como la eliminación de lagunas en la policromía y arañazos causados por la corona de espinas.

"Además, se procederá a la restauración de un dedo fracturado y a una exhaustiva limpieza para eliminar el hollín negro generado por los hachones con los que se procesionó hasta el año 2017 y la grasa acumulada debido a la manipulación de la talla", explicó Irene Aguilar.

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Una imagen con 35 años de historia


Corría el inicio de 1987 cuando la Junta de Gobierno de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de la Amargura planteó la posibilidad de adquirir una nueva imagen de crucificado, ya que la talla que había realizado estación de penitencia desde 1974 y hasta ese momento había sido reclamada, a principios de 1985, por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores con la idea de celebrar, en la noche del Lunes Santo, una estación de penitencia en torno al Santísimo Cristo del Perdón.

El entonces consiliario de la cofradía, Andrés Cabeza Hurtado –que falleció el 9 de marzo de 2020 a los 84 años–, defendió la necesidad de que el nuevo Cristo debía presentarse "con vida, con la mirada hacia arriba, implorando misericordia al Padre". La idea fue bien acogida por la Junta de Gobierno que encabezaba Pablo Córdoba.


Los responsables de la cofradía solicitaron presupuestos en los conocidos talleres de la localidad gerundense de Olot y, también a imagineros de Valencia, Córdoba o Fernán Núñez. Pero, finalmente, sería un montillano, Francisco Solano Salido Jiménez, quien se haría cargo de esculpir la imagen, toda vez que su hijo, Francisco Solano Salido Mendoza –uno de los pintores mejor valorados del panorama plástico cordobés– asumió el modelado y la policromía de la imagen.

La imagen, que supera los 2 metros de altura –360 centímetros con la cruz– representa, tal y como había sugerido el sacerdote Andrés Cabeza, el pasaje de la crucifixión en el que Jesús expira antes de morir. Concretamente, es el momento en el que El Salvador, con la cabeza girada levemente hacia su izquierda y dirigiendo su mirada al cielo, habla a los soldados, a los ladrones, a su Madre, a San Juan y a Dios Padre.

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Las Sagradas Escrituras relatan que Jesús, antes de expirar, dio un grito diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Justamente es este el momento escogido por el escultor montillano Francisco Solano Salido para plasmar la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia.

Por fin, el 19 de marzo de 1989, Domingo de Ramos, la nueva imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia fue bendecida por el tristemente desaparecido Juan Navas Sánchez, siendo hermano mayor Manuel Ordóñez Gómez, pregonero de la Semana Santa de Montilla en 2015, así como del cincuentenario de la propia hermandad.

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Dos jóvenes artistas con gran experiencia


El anuncio de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de la Amargura llega tan solo unos días después de que el Consejo de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) hiciera pública su intención de encargar a Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol la restauración de la imagen de María Auxiliadora que preside el altar mayor de la iglesia-santuario anexa al Colegio Salesiano "San Francisco Solano".

De esta manera, las cofradías montillanas siguen apostando por el trabajo de los restauradores Miguel Ángel Sánchez y Manuel Espejo, quienes atesoran ya una amplia experiencia en intervenciones de este tipo en el corpus patrimonial montillano.


Así, entre sus trabajos destaca la restauración del Cristo de la Agonía de la Ermita de Belén, la preservación y revitalización de la Virgen de la Amargura, la reciente restauración de la peana de María Auxiliadora o la recuperación de la antigua titular de la Hermandad del Nazareno, la Madre de Jesús.

Además, dentro de sus grandes intervenciones fuera del ámbito local caben destacar la reciente restauración de la Virgen de la Pasión y Ánimas, obra del siglo XVII, y los ángeles que rinden pleitesía a la Virgen de Araceli, ambas de Lucena, así como la participación en la restauración del conjunto escultórico del Rescate de Málaga.

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A su vez, Miguel Ángel Sánchez y Manuel Espejo dejaron su impronta en la exposición extraordinaria con la que el Museo de Bellas Artes de Sevilla quiso conmemorar el cuarto centenario del nacimiento de Pedro Roldán (1624-1699), la personalidad más relevante del panorama escultórico sevillano de la segunda mitad del siglo XVII y una de las figuras estelares de la escultura barroca española.

No en vano, los jóvenes artistas pudieron restaurar tres obras de Pedro Roldán que formaron parte de esta muestra conmemorativa que pudo visitarse hasta el pasado 10 de marzo en el antiguo Convento de la Merced Calzada de la capital hispalense.

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Entre las piezas que conformaban el relato expositivo de esta muestra destacaban el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen Niña, que presiden la hornacina lateral del retablo mayor del Convento de Santa Ana de Montilla, una soberbia pieza que fue tallada por Pedro Roldán hacia 1653, toda vez que encargó las tareas de policromía a Francisco de Fonseca.

También se pudieron contemplar en la exposición hispalense los bustos relicarios de Santa Apolonia y una Virgen Mártir, pertenecientes a la capilla de Nuestro Padre de Familias del Monasterio de Santa Clara. Los bustos serían realizados entre 1665 y 1665, la época más destacada del autor.

La restauración de estas piezas por parte de Miguel Ángel Sánchez Jiménez y Manuel Espejo Mármol incluyó la fijación de capas y una meticulosa limpieza de las policromías, eliminando repintes y acumulaciones de cera y suciedad que se adhirieron a lo largo de los siglos en las áreas policromadas y estofados. "Únicamente se restauraron las pérdidas de volumen y color esenciales para preservar la autenticidad de las esculturas, siguiendo principios de intervención mínima y máximo respeto por la obra original", detallaron.

ÁLVARO CARRASCO / J.P. BELLIDO
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR / ARCHIVO

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