Montilla suma desde anoche un nuevo espacio cultural en el convento de Santa Clara, uno de los conjuntos patrimoniales más importantes de Andalucía. El cenobio, que el próximo año cumplirá el quinto centenario de su fundación a manos del primer marqués de Priego, abrió ayer al público el conocido como Claustro del Pretorio, cuyas obras de restauración han requerido una inversión superior a los 840.000 euros.
La actuación –cofinanciada en un 80 por ciento por la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (Edusi) Imagina Montilla, mientras que el 20 por ciento restante ha sido aportado por el propio Ayuntamiento– supone el broche de oro a un proceso iniciado en marzo de 2021 con la firma de un convenio entre el alcalde de Montilla, Rafael Llamas y la hermana vicaria, María Jesús Blanco, por el que se formalizaba la cesión al Ayuntamiento de parte de las instalaciones del monasterio durante un periodo de cincuenta años.
Gracias al acuerdo alcanzado en 2021, el Consistorio montillano ha podido recuperar las dependencias del convento más próximas a las calles Pozo Dulce y Benedicto XIII, un cuerpo del monasterio construido en torno a un patio triangular que se encontraba prácticamente en desuso por parte de la comunidad clarisa debido a su avanzado estado de deterioro.
"La decisión del Ayuntamiento de Montilla de incluir esta operación en la Edusi 'Imagina Montilla' ha favorecido un cambio radical en esta zona del convento", destacó anoche Rafael Llamas, quien añadió que estas obras han propiciado la consolidación estructural, la rehabilitación de cubiertas y la puesta en uso del patio central –conocido como del Pretorio o Enfermería–, así como el claustro bajo y una sala a la que se podrá acceder desde la calle Pozo Dulce.
Para el alcalde de Montilla, "se trata de una intervención en nuestro patrimonio histórico muy especial por todo lo que representa para nuestra ciudad el convento de Santa Clara, que nos invita a celebrar su quinto centenario desde la responsabilidad que tenemos por ayudar en su conservación y mantenimiento" y que, de este modo, "su legado llegue intacto a las próximas generaciones de montillanos".
El primer edil montillano se refirió también a la "oportunidad desde el punto de vista económico" que brinda este conjunto arquitectónico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). "La apertura al público de unas dependencias que se han mantenido ocultas a los ojos del resto de la ciudad durante 500 años supone ampliar cualitativamente el discurso turístico de Montilla con un nuevo atractivo que viene a sumarse a la estrategia de consolidación y recuperación urbana que desde hace algunos años venimos aplicando en el entorno del Llano de Palacio", declaró.
Finalizada la intervención de restauración, el compromiso del Ayuntamiento de Montilla se sitúa ahora en la necesidad de dotar los nuevos espacios de un carácter museístico, vinculado al origen inicial de sala de Enfermería, para completar así el circuito de visitas guiadas que oferta el propio convento por el interior de sus dependencias.
"Esta finalidad como museo será compatible con la realización de actividades culturales, como exposiciones o presentaciones", explicó Rafael Llamas, quien desveló que "queda para futuras intervenciones la recuperación de salas contiguas que, igualmente, están sin uso por su mal estado de conservación".
La actuación, que ha sido ejecutada por la empresa local Antroju, se ha centrado, por tanto, en las naves situadas junto a las calles Pozo Dulce y Benedicto XIII, anexas a la capilla del Padre de Familias, un pequeño crucificado del siglo XVI que llegó a presidir algunas sesiones del Concilio de Trento, celebradas entre 1545 y 1563.
Por su parte, el arquitecto municipal, Carlos Cobos, detalló que "algunas de las galerías y arcadas del siglo XVI, ahora saneadas y rehabilitadas, son obra de Hernán Ruiz II, el maestro del Obispado de Córdoba de la época". De igual modo, el proyecto redactado por el arquitecto Manuel Roldán Fernández se ha centrado en la recuperación del patio y de la futura sala expositiva del convento, de modo que permitirá abrir las puertas del nuevo espacio museístico el próximo año, coincidiendo con el quinto centenario de su fundación a manos de María Jesús de Luna, hija del primer marqués de Priego.
Como continuidad a esta sesión de presentación del espacio, el Ayuntamiento de Montilla ha dispuesto para esta tarde una jornada de puertas abiertas, de 20.00 de la tarde a 22.00 de la noche, con acceso desde la calle Pozo Dulce, que "permanecerá abierto para que todos los montillanos interesados puedan acercarse a comprobar el resultado de las obras", tal y como avanzó Rafael Llamas.
El convento de Santa Clara de Montilla fue construido por el primer marqués de Priego en 1512, siguiendo el proyecto de edificación del arquitecto cordobés Hernán Ruiz. El edificio fue declarado monumento histórico-artístico en 1981 y Bien de Interés Cultural (BIC) según la Ley de Patrimonio Histórico Español, tanto por su valor arquitectónico como por las valiosas obras que conserva.
El cenobio cuenta con una portada plateresca que da entrada a la iglesia, adornada con un impresionante artesonado mudéjar. El interior se articula en torno a tres patios claustrados, que presentan arcadas de medio punto sobre columnas. En el mes de marzo de 1932, un fuerte seísmo con epicentro en la localidad almeriense de Vícar provocó graves desperfectos en el monasterio que obligó a asegurar gran parte de sus cubiertas.
De unos 6.000 metros cuadrados de planta, la fundación del convento de Santa Clara de Montilla para clarisas franciscanas tuvo lugar en 1525 por doña María de Luna Fernández de Córdoba, sor María de Jesús, hija menor de don Pedro Fernández de Córdoba, primer marqués de Priego, y de doña Elvira Enríquez de Luna, prima hermana de Fernando el Católico.
Contribuyó a su fundación con 500.000 maravedíes de su herencia legítima, aprovechando el convento de franciscanos que en 1512 había fundado su padre, para lo cual tuvo que solicitar autorización a su hermana, Catalina Fernández de Córdoba, segunda marquesa de Priego, casada con el conde de Feria y heredera del mayorazgo en cuyo estado había entrado en 1517.
Fue la marquesa quien tomó la decisión de que aquella fundación de franciscanos, cuyo convento de San Lorenzo se empezó a construir por entonces como contraprestación en la Huerta del Adalid, pasase a las clarisas franciscanas, por su proximidad al palacio de los marqueses de Priego y duques de Medinaceli.
"Hizo traer a sus dos hermanas, Isabel y María de Luna, junto a otras monjas de Baza y Andújar, iniciando así la actividad de un convento de historia impresionante y patrimonio artístico espectacular", tal y como recordó el historiador montillano Juan Casado Alcaide, técnico de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, institución que en la actualidad mantiene vigente la labor de patronazgo de la familia de la fundadora, los Fernández de Córdoba, en un cenobio que, hace ahora 500 años, fue germen para la creación de muchos otros conventos en toda Andalucía.
"Una visita al convento de Santa Clara no ofrece una simple ruta por un museo: es un edificio habitado por la comunidad de madres clarisas franciscanas donde las obras de arte, el mobiliario y los objetos están en el contexto para los que fueron creados", resalta Juan Casado.
Entre el elenco de piezas de gran valor –que abarcan desde el siglo XVI al XIX–, destacan obras de Baltasar del Águila, del círculo de Luis de Morales, Valdés-Leal, Pedro Roldán, o del círculo de Pedro de Mena. A su vez, entre las reliquias que atesora sobresale un Lignum Crucis obsequio de la emperatriz María de Austria o una Sagrada Espina de Cristo depositada por el duque de Feria.
Las monjas clarisas también custodian una parte del cráneo de Santa. Isabel de Hungría procedente de Neoburgo, la Virgen de la Leche que llevó a Montilla desde Jerusalén el marqués de Tarifa o los objetos personales de San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia universal, o San Francisco Solano, patrón de Montilla.
Como parte de las joyas que protegen sus muros, la comunidad clarisa mantiene vivo el recuerdo de monjas que dejaron tras su vida una huella imborrable, como Sor Ana de la Cruz Afán de Ribera, la santa condesa de Feria, la hermana Andrea de la Encarnación y otras muchas, a las que se suma el legado espiritual e histórico-artístico que depositaron San Francisco de Borja o Fray Luis de Granada.
La actuación –cofinanciada en un 80 por ciento por la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (Edusi) Imagina Montilla, mientras que el 20 por ciento restante ha sido aportado por el propio Ayuntamiento– supone el broche de oro a un proceso iniciado en marzo de 2021 con la firma de un convenio entre el alcalde de Montilla, Rafael Llamas y la hermana vicaria, María Jesús Blanco, por el que se formalizaba la cesión al Ayuntamiento de parte de las instalaciones del monasterio durante un periodo de cincuenta años.
Gracias al acuerdo alcanzado en 2021, el Consistorio montillano ha podido recuperar las dependencias del convento más próximas a las calles Pozo Dulce y Benedicto XIII, un cuerpo del monasterio construido en torno a un patio triangular que se encontraba prácticamente en desuso por parte de la comunidad clarisa debido a su avanzado estado de deterioro.
"La decisión del Ayuntamiento de Montilla de incluir esta operación en la Edusi 'Imagina Montilla' ha favorecido un cambio radical en esta zona del convento", destacó anoche Rafael Llamas, quien añadió que estas obras han propiciado la consolidación estructural, la rehabilitación de cubiertas y la puesta en uso del patio central –conocido como del Pretorio o Enfermería–, así como el claustro bajo y una sala a la que se podrá acceder desde la calle Pozo Dulce.
Para el alcalde de Montilla, "se trata de una intervención en nuestro patrimonio histórico muy especial por todo lo que representa para nuestra ciudad el convento de Santa Clara, que nos invita a celebrar su quinto centenario desde la responsabilidad que tenemos por ayudar en su conservación y mantenimiento" y que, de este modo, "su legado llegue intacto a las próximas generaciones de montillanos".
El primer edil montillano se refirió también a la "oportunidad desde el punto de vista económico" que brinda este conjunto arquitectónico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). "La apertura al público de unas dependencias que se han mantenido ocultas a los ojos del resto de la ciudad durante 500 años supone ampliar cualitativamente el discurso turístico de Montilla con un nuevo atractivo que viene a sumarse a la estrategia de consolidación y recuperación urbana que desde hace algunos años venimos aplicando en el entorno del Llano de Palacio", declaró.
Finalizada la intervención de restauración, el compromiso del Ayuntamiento de Montilla se sitúa ahora en la necesidad de dotar los nuevos espacios de un carácter museístico, vinculado al origen inicial de sala de Enfermería, para completar así el circuito de visitas guiadas que oferta el propio convento por el interior de sus dependencias.
"Esta finalidad como museo será compatible con la realización de actividades culturales, como exposiciones o presentaciones", explicó Rafael Llamas, quien desveló que "queda para futuras intervenciones la recuperación de salas contiguas que, igualmente, están sin uso por su mal estado de conservación".
La actuación, que ha sido ejecutada por la empresa local Antroju, se ha centrado, por tanto, en las naves situadas junto a las calles Pozo Dulce y Benedicto XIII, anexas a la capilla del Padre de Familias, un pequeño crucificado del siglo XVI que llegó a presidir algunas sesiones del Concilio de Trento, celebradas entre 1545 y 1563.
Por su parte, el arquitecto municipal, Carlos Cobos, detalló que "algunas de las galerías y arcadas del siglo XVI, ahora saneadas y rehabilitadas, son obra de Hernán Ruiz II, el maestro del Obispado de Córdoba de la época". De igual modo, el proyecto redactado por el arquitecto Manuel Roldán Fernández se ha centrado en la recuperación del patio y de la futura sala expositiva del convento, de modo que permitirá abrir las puertas del nuevo espacio museístico el próximo año, coincidiendo con el quinto centenario de su fundación a manos de María Jesús de Luna, hija del primer marqués de Priego.
Como continuidad a esta sesión de presentación del espacio, el Ayuntamiento de Montilla ha dispuesto para esta tarde una jornada de puertas abiertas, de 20.00 de la tarde a 22.00 de la noche, con acceso desde la calle Pozo Dulce, que "permanecerá abierto para que todos los montillanos interesados puedan acercarse a comprobar el resultado de las obras", tal y como avanzó Rafael Llamas.
Un enclave patrimonial con cinco siglos de historia
El convento de Santa Clara de Montilla fue construido por el primer marqués de Priego en 1512, siguiendo el proyecto de edificación del arquitecto cordobés Hernán Ruiz. El edificio fue declarado monumento histórico-artístico en 1981 y Bien de Interés Cultural (BIC) según la Ley de Patrimonio Histórico Español, tanto por su valor arquitectónico como por las valiosas obras que conserva.
El cenobio cuenta con una portada plateresca que da entrada a la iglesia, adornada con un impresionante artesonado mudéjar. El interior se articula en torno a tres patios claustrados, que presentan arcadas de medio punto sobre columnas. En el mes de marzo de 1932, un fuerte seísmo con epicentro en la localidad almeriense de Vícar provocó graves desperfectos en el monasterio que obligó a asegurar gran parte de sus cubiertas.
De unos 6.000 metros cuadrados de planta, la fundación del convento de Santa Clara de Montilla para clarisas franciscanas tuvo lugar en 1525 por doña María de Luna Fernández de Córdoba, sor María de Jesús, hija menor de don Pedro Fernández de Córdoba, primer marqués de Priego, y de doña Elvira Enríquez de Luna, prima hermana de Fernando el Católico.
Contribuyó a su fundación con 500.000 maravedíes de su herencia legítima, aprovechando el convento de franciscanos que en 1512 había fundado su padre, para lo cual tuvo que solicitar autorización a su hermana, Catalina Fernández de Córdoba, segunda marquesa de Priego, casada con el conde de Feria y heredera del mayorazgo en cuyo estado había entrado en 1517.
Fue la marquesa quien tomó la decisión de que aquella fundación de franciscanos, cuyo convento de San Lorenzo se empezó a construir por entonces como contraprestación en la Huerta del Adalid, pasase a las clarisas franciscanas, por su proximidad al palacio de los marqueses de Priego y duques de Medinaceli.
"Hizo traer a sus dos hermanas, Isabel y María de Luna, junto a otras monjas de Baza y Andújar, iniciando así la actividad de un convento de historia impresionante y patrimonio artístico espectacular", tal y como recordó el historiador montillano Juan Casado Alcaide, técnico de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, institución que en la actualidad mantiene vigente la labor de patronazgo de la familia de la fundadora, los Fernández de Córdoba, en un cenobio que, hace ahora 500 años, fue germen para la creación de muchos otros conventos en toda Andalucía.
"Una visita al convento de Santa Clara no ofrece una simple ruta por un museo: es un edificio habitado por la comunidad de madres clarisas franciscanas donde las obras de arte, el mobiliario y los objetos están en el contexto para los que fueron creados", resalta Juan Casado.
Entre el elenco de piezas de gran valor –que abarcan desde el siglo XVI al XIX–, destacan obras de Baltasar del Águila, del círculo de Luis de Morales, Valdés-Leal, Pedro Roldán, o del círculo de Pedro de Mena. A su vez, entre las reliquias que atesora sobresale un Lignum Crucis obsequio de la emperatriz María de Austria o una Sagrada Espina de Cristo depositada por el duque de Feria.
Las monjas clarisas también custodian una parte del cráneo de Santa. Isabel de Hungría procedente de Neoburgo, la Virgen de la Leche que llevó a Montilla desde Jerusalén el marqués de Tarifa o los objetos personales de San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia universal, o San Francisco Solano, patrón de Montilla.
Como parte de las joyas que protegen sus muros, la comunidad clarisa mantiene vivo el recuerdo de monjas que dejaron tras su vida una huella imborrable, como Sor Ana de la Cruz Afán de Ribera, la santa condesa de Feria, la hermana Andrea de la Encarnación y otras muchas, a las que se suma el legado espiritual e histórico-artístico que depositaron San Francisco de Borja o Fray Luis de Granada.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR