La Diócesis de Córdoba volvió a demostrar ayer que la festividad de San Juan de Ávila en Montilla es una de sus citas ineludibles. Un año más, el día de la fiesta del patrón del clero secular español congregó a todos los sacerdotes cordobeses en el lugar en el que se veneran sus restos mortales: la Basílica Menor Pontificia de San Juan de Ávila.
En torno al sepulcro del Santo Maestro, tuvo lugar una santa misa presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, quien en su homilía recordó que la fiesta de San Juan de Ávila es un día para “pedirle algo de su espíritu, que lo transfunda desde su corazón ardiente de amor a Jesucristo a nuestro corazón sacerdotal, que transfunda ese celo apostólico que le llevó a ganar muchas almas para Cristo”.
El prelado compartió con todos los sacerdotes y con los feligreses montillanos un recorrido por la biografía de San Juan de Ávila, que falleció el 10 de mayo de 1569 en Montilla, ciudad que convirtió en punto de peregrinaciones, especialmente a su sepulcro y a la casa donde vivió y que aún se conserva en la calle San Juan de Dios.
“San Juan de Ávila atendió a muchas personas, entre ellas, jóvenes, laicos, sacerdotes y consagradas como Sancha Carrillo o Sor Ana de la Cruz. Era maestro de sacerdotes que querían ser santos; ahí está una legión inmensa de sacerdotes jóvenes muchos de ellos que llegaban a discernir su vocación y encontraban el camino en la escuela sacerdotal del Maestro Ávila”, subrayó el obispo, que destacó sus escritos, su estilo de vida, su ser sacerdotal, “algo que ha influido enormemente en la escuela sacerdotal francesa”.
San Juan de Ávila acompañó a dominicos, jesuitas, franciscanos, agustinos. “Un sacerdote diocesano unido a su obispo es fuente de todos los carismas”, apuntó el pastor de la Diócesis, quien hizo además un recorrido por la constelación de santos que desfiló por la vida del asceta manchego, buscando discernimiento y acompañamiento, como San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja, San Juan de Dios o Santa Teresa de Jesús, entre otros.
“Hay además muchos hombres y mujeres que han encontrado en él su aliento y su apoyo, porque San Juan de Ávila tenía un corazón fraguado en el amor a Cristo, enamorado de Jesucristo, entregado a Jesucristo y quería parecerse a él y vivir como él en todos los aspectos de su vida”, añadió monseñor Demetrio Fernández, quien pidió a los presbíteros y seminaristas “parecerse a San Juan de Ávila quien, a pesar de ser hijo de familia rica, dejó todo para encontrarse con Jesucristo y vivir como Él".
“El secreto del corazón de San Juan de Ávila es que se cree aquello que predica, que lo vive en una relación con Jesucristo llena de amor”, explicó el obispo para pedir a los sacerdotes seguir este camino, “el camino que nos enseña San Juan de Ávila, el de entregar la vida toda cuanto antes mejor y no reservarse nada para poder llegar a ser sacerdotes santos”.
“Somos llamados a ser sacerdotes santos y hoy venimos a pedirle a este Maestro que nos dé algo de su espíritu porque, ciertamente, la reforma de la Iglesia depende de la santidad de los sacerdotes y del fervor de los seminarios”, defendió el sucesor de Osio en la Diócesis cordobesa.
“Ser sacerdote no es una colocación cualquiera, es una vocación de entrega de la vida entera, cada uno con la capacidad que tenga y el momento en el que se encuentre, pero sin olvidar que el Señor nos llama a ser santos sacerdotes”, apuntó Demtrio Fernández, quien pidió también a los presbíteros "trabajar más por las vocaciones sacerdotales y darle gracias a Dios por el buen Seminario que tiene Córdoba".
Es un día de fraternidad sacerdotal, en el que también se celebró las bodas de oro y de plata de los sacerdotes de la Diócesis, una jornada de fiesta y oración que convocó a todos los miembros del clero cordobés en torno al Maestro de Santos "para seguir su huella indeleble".
En esta ocasión, fueron cinco los sacerdotes que conmemoraron ayer sus bodas de oro, entre los que se encontraban el propio obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, junto a Manuel Pérez Moya, Marcelino Priego Borrallo, Ramón Martínez Montero y Antonio Murillo Torralbo.
Por su parte, otros doce sacerdotes celebraron sus bodas de plata: Jesús Joaquín Corredor Caballero –pregonero de la Semana Santa de Montilla en 2017–, Jesús Poyato Varo, Domingo Prados Romero, Antonio J. Reyes Guerrero, Fernando Martín Gómez, Fernando Arrocha Duarte, S.J., Alfonso Rodríguez Ortega, Carmelo María Santana Santana, José Luis Borja Botia, José Machado Rodríguez, André Bernard Missengue Missengue y Antonio Schlatter Navarro.
A todos ellos, se les rindió homenaje y se les entregó un recuerdo especial de este día, en el que dieron gracias a Dios por estos años de ministerio. Por su parte, el obispo se dirigió a los sacerdotes que cumplieron sus bodas de oro para pedir que en la última etapa de su vida, “el Señor nos conceda la gracia de entregarnos del todo para el bien de su Iglesia”, mientras que a aquellos que cumplen sus bodas de plata les pidió que "se den del todo a Jesúcristo y saldréis ganando".
Tras la celebración de la eucaristía, el sacerdote diocesano Guillermo Padilla Sánchez ofreció en el Teatro Garnelo una conferencia titulada La necesaria configuración del sacerdote con Jesucristo crucificado para la nueva evangelización en San Juan de Ávila, en la que explicó cómo es necesario que el sacerdote se configure con Cristo crucificado por la cruz, por el sufrimiento, para la fecundidad apostólica de su ministerio.
“Esto se verá por dos cosas. Primero, viendo cómo San Juan de Ávila ha quedado configurado con Cristo por medio de su cruz personal y, segundo, cómo esto se concreta en el sacerdote a través de la pobreza, la castidad, la obediencia y del ofrecimiento de la vida”, descrito Padilla, para quien "esta configuración existencial no se queda en lo abstracto, sino que se concreta precisamente en configurarse con Cristo crucificado".
En torno al sepulcro del Santo Maestro, tuvo lugar una santa misa presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, quien en su homilía recordó que la fiesta de San Juan de Ávila es un día para “pedirle algo de su espíritu, que lo transfunda desde su corazón ardiente de amor a Jesucristo a nuestro corazón sacerdotal, que transfunda ese celo apostólico que le llevó a ganar muchas almas para Cristo”.
El prelado compartió con todos los sacerdotes y con los feligreses montillanos un recorrido por la biografía de San Juan de Ávila, que falleció el 10 de mayo de 1569 en Montilla, ciudad que convirtió en punto de peregrinaciones, especialmente a su sepulcro y a la casa donde vivió y que aún se conserva en la calle San Juan de Dios.
“San Juan de Ávila atendió a muchas personas, entre ellas, jóvenes, laicos, sacerdotes y consagradas como Sancha Carrillo o Sor Ana de la Cruz. Era maestro de sacerdotes que querían ser santos; ahí está una legión inmensa de sacerdotes jóvenes muchos de ellos que llegaban a discernir su vocación y encontraban el camino en la escuela sacerdotal del Maestro Ávila”, subrayó el obispo, que destacó sus escritos, su estilo de vida, su ser sacerdotal, “algo que ha influido enormemente en la escuela sacerdotal francesa”.
San Juan de Ávila acompañó a dominicos, jesuitas, franciscanos, agustinos. “Un sacerdote diocesano unido a su obispo es fuente de todos los carismas”, apuntó el pastor de la Diócesis, quien hizo además un recorrido por la constelación de santos que desfiló por la vida del asceta manchego, buscando discernimiento y acompañamiento, como San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja, San Juan de Dios o Santa Teresa de Jesús, entre otros.
“Hay además muchos hombres y mujeres que han encontrado en él su aliento y su apoyo, porque San Juan de Ávila tenía un corazón fraguado en el amor a Cristo, enamorado de Jesucristo, entregado a Jesucristo y quería parecerse a él y vivir como él en todos los aspectos de su vida”, añadió monseñor Demetrio Fernández, quien pidió a los presbíteros y seminaristas “parecerse a San Juan de Ávila quien, a pesar de ser hijo de familia rica, dejó todo para encontrarse con Jesucristo y vivir como Él".
“El secreto del corazón de San Juan de Ávila es que se cree aquello que predica, que lo vive en una relación con Jesucristo llena de amor”, explicó el obispo para pedir a los sacerdotes seguir este camino, “el camino que nos enseña San Juan de Ávila, el de entregar la vida toda cuanto antes mejor y no reservarse nada para poder llegar a ser sacerdotes santos”.
“Somos llamados a ser sacerdotes santos y hoy venimos a pedirle a este Maestro que nos dé algo de su espíritu porque, ciertamente, la reforma de la Iglesia depende de la santidad de los sacerdotes y del fervor de los seminarios”, defendió el sucesor de Osio en la Diócesis cordobesa.
“Ser sacerdote no es una colocación cualquiera, es una vocación de entrega de la vida entera, cada uno con la capacidad que tenga y el momento en el que se encuentre, pero sin olvidar que el Señor nos llama a ser santos sacerdotes”, apuntó Demtrio Fernández, quien pidió también a los presbíteros "trabajar más por las vocaciones sacerdotales y darle gracias a Dios por el buen Seminario que tiene Córdoba".
Bodas de oro y de plata sacerdotales
Es un día de fraternidad sacerdotal, en el que también se celebró las bodas de oro y de plata de los sacerdotes de la Diócesis, una jornada de fiesta y oración que convocó a todos los miembros del clero cordobés en torno al Maestro de Santos "para seguir su huella indeleble".
En esta ocasión, fueron cinco los sacerdotes que conmemoraron ayer sus bodas de oro, entre los que se encontraban el propio obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, junto a Manuel Pérez Moya, Marcelino Priego Borrallo, Ramón Martínez Montero y Antonio Murillo Torralbo.
Por su parte, otros doce sacerdotes celebraron sus bodas de plata: Jesús Joaquín Corredor Caballero –pregonero de la Semana Santa de Montilla en 2017–, Jesús Poyato Varo, Domingo Prados Romero, Antonio J. Reyes Guerrero, Fernando Martín Gómez, Fernando Arrocha Duarte, S.J., Alfonso Rodríguez Ortega, Carmelo María Santana Santana, José Luis Borja Botia, José Machado Rodríguez, André Bernard Missengue Missengue y Antonio Schlatter Navarro.
A todos ellos, se les rindió homenaje y se les entregó un recuerdo especial de este día, en el que dieron gracias a Dios por estos años de ministerio. Por su parte, el obispo se dirigió a los sacerdotes que cumplieron sus bodas de oro para pedir que en la última etapa de su vida, “el Señor nos conceda la gracia de entregarnos del todo para el bien de su Iglesia”, mientras que a aquellos que cumplen sus bodas de plata les pidió que "se den del todo a Jesúcristo y saldréis ganando".
Tras la celebración de la eucaristía, el sacerdote diocesano Guillermo Padilla Sánchez ofreció en el Teatro Garnelo una conferencia titulada La necesaria configuración del sacerdote con Jesucristo crucificado para la nueva evangelización en San Juan de Ávila, en la que explicó cómo es necesario que el sacerdote se configure con Cristo crucificado por la cruz, por el sufrimiento, para la fecundidad apostólica de su ministerio.
“Esto se verá por dos cosas. Primero, viendo cómo San Juan de Ávila ha quedado configurado con Cristo por medio de su cruz personal y, segundo, cómo esto se concreta en el sacerdote a través de la pobreza, la castidad, la obediencia y del ofrecimiento de la vida”, descrito Padilla, para quien "esta configuración existencial no se queda en lo abstracto, sino que se concreta precisamente en configurarse con Cristo crucificado".
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍAS: DIÓCESIS DE CÓRDOBA
FOTOGRAFÍAS: DIÓCESIS DE CÓRDOBA