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El Cristo del Amor recorre el centro de Montilla en una estación de penitencia marcada por la lluvia

Fiel a su cita con la noche del Miércoles Santo, la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor quiso celebrar la tradicional Procesión del Silencio pese a la persistente llovizna y a las fuertes rachas de viento que marcaron buena parte de la jornada de ayer y que, finalmente, determinaron que la Junta de Gobierno de la corporación diseñase un itinerario alternativo para sortear las inclemencias meteorológicas.


Apenas un cuarto de hora antes de su salida, prevista para las 23.00 de la noche, la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor anunciaba la celebración de su estación de penitencia, aunque con un recorrido sensiblemente más reducido, a través de las calles Cuesta del Silencio, Gran Capitán, Capitán Alonso de Vargas, Escuelas, Fernández y Canivell, Plaza de la Inmaculada, Corredera, Plaza de la Rosa, Arcipreste Fernández Casado, Cuesta del Silencio.

Con la puntualidad propia de esta corporación salesiana, fundada oficialmente el 9 de marzo de 1941 gracias a la iniciativa de Manuel Luque Velasco, la Cruz de Guía realizada en madera y escoltada por dos faroles realizados en orfebrería, aparecía en la Cuesta del Silencio tras el velo negro que enmarca cada Miércoles Santo la salida de la Procesión del Silencio.

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La leve llovizna y una molesta ventolera no fueron impedimento para que, durante la primera mitad del recorrido, numerosos montillanos acudieran al encuentro con el Cristo del Amor, acompañado por uno de los cortejos más numerosos y sobrios de Montilla.

Tras recorrer con relativa normalidad las calles Cuesta del Silencio, Gran Capitán, Capitán Alonso de Vargas y Escuelas, una fuerte lluvia se dejaba caer sobre los penitentes y sobre la cuadrilla de costaleros que portaban sobre sus hombros el paso del Santísimo Cristo del Amor, obra del ebanista montillano Antonio Herrador Navarro, Cofrade Ejemplar de 2011 y Premio Artesano del Año 2018. Una pieza que dispone de un mecanismo que permite abatir la imagen del crucificado para hacer posible la salida y la entrada a la iglesia-santuario de María Auxiliadora.

Lejos de amainar, la lluvia seguiría constante durante los siguientes minutos, lo que obligó a la Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo del Amor a acelerar la vuelta por la calle Corredera, aunque realizando las preceptivas paradas para completar las estaciones del Vía Crucis.


El Cristo –realizado por Amadeo Ruiz Olmos en el año 1944– se abría paso de forma apresurada entre un silencio atronador, únicamente roto por el retumbar de los tambores roncos y el sonido de las gotas de agua que acariciaban el suelo de Montilla.

Finalmente, el Santísimo Cristo del Amor alcanzaba el Colegio Salesiano con los enseres resguardados con plásticos. Ya a salvo de la lluvia, muchos penitentes dirigieron su mirada hacia esta imagen, restaurada en 2006 por el artista cordobés Antonio Bernal Redondo, quien intervino en la policromía de la escultura, así como en algunas grietas que habían aparecido en la parte más superior, a causa de la dilatación de la madera.

Un crucificado que nació de la prodigiosa gubia de Amadeo Ruiz Olmos, imaginero valenciano afincado en Córdoba, autor también de las tallas de Jesús Preso y de Nuestra Señora de las Viñas. "El artista se distinguió sobre todo en imaginería cofrade, pero también Escultura y Dibujo Artístico, disciplinas que impartió como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba", explica Elena Bellido, historiadora del Arte y directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque.

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Ruiz Olmos trabajó preferentemente para Jaén, donde destacan las imágenes de la Virgen de la Amargura de Baeza; Nuestro Padre Jesús de la Paciencia de Andújar; el Cristo de la Humildad de la Iglesia de San Pablo de Úbeda o el Cristo de la Expiración de la Hermandad de “Los Borrachos” de Lopera. No obstante, una de sus obras más importantes es la Última Cena de Cristo con sus apóstoles, compuesta por 13 figuras de talla completa que Amadeo Ruiz Olmos realizó entre 1954 y 1958.

"En Córdoba también tenemos importantes ejemplos de escultura civil o religiosa ejecutados por Amadeo Ruiz Olmos, como la estatua en bronce de Maimónides situada en la Plaza de Tiberiades, el Triunfo de San Rafael instalado que corona el Puente de San Rafael o el Mausoleo de Manolete en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud", recuerda Bellido.

En el ámbito de la imaginería cofrade, de su gubia nació la imagen del Santísimo Cristo de la Clemencia, que desde 1949 acompaña en la tarde del Viernes Santo a la Real, Venerable e Ilustre Hermandad Servita de Nuestra Señora de los Dolores Coronada de Córdoba, o el Santísimo Cristo Resucitado de Montoro. No obstante, por el extraordinario parecido que guardan con Nuestro Padre Jesús Preso de Montilla, destacan las imágenes que, con la misma advocación, existen en El Carpio y Castro del Río.


Ruiz Olmos fue miembro correspondiente de las Reales Academias de Córdoba y Valencia. "Además, en 1948, se hizo con el Premio Nacional de Escultura, lo que da idea de la importante apuesta que hizo la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Preso y María Santísima de La Esperanza, al encargar la talla de su imagen titular a un escultor más que consagrado", subraya la directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque.

Para la corporación salesiana que impulsó en 1941 Manuel Luque Velasco –abuelo del actual hermano mayor de la cofradía, Carlos Raigón Luque–, el artista valenciano concibió una imagen de tamaño académico que, según Elena Bellido, "responde estéticamente a los postulados contrarreformistas que determinaron la iconografía del Barroco".

"Jesús se presenta muerto en una cruz arbórea, sujeto por tres clavos, obligándole ello a cruzar las piernas. Su rostro se inclina sobre el pecho, arrastrando la cabellera por el movimiento de la cabeza, cubriendo una parte de la cara", describe Elena Bellido, quien rememora que "Longinos ha clavado su lanza en el costado, abriendo una herida sangrante que le recorre el torso". Sobre el extremo superior del sagrado madero se muestra la tablilla redactada en latín, griego y hebreo: “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos”, delito por el que se condenó a Jesús.

ÁLVARO CARRASCO / J.P. BELLIDO
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
VÍDEO: MONTILLA COFRADE

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