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El ancestral rito de las paseras

El marco Montilla-Moriles afronta desde hace tres semanas uno de esos ritos ancestrales que se mantienen prácticamente inalterables a pesar del paso de los tiempos. Desde el jueves 3 de agosto, jornaleros de todas las edades se aplican desde primera hora de la mañana y hasta bien entrada la tarde para depositar con esmero los racimos de uvas Pedro Ximénez, la variedad autóctona de la zona, sobre los interminables capachos extendidos en varias fincas de la comarca.


El asoleo, que constituye una de las estampas más características de la vendimia en la zona Montilla-Moriles, supone además uno de los trabajos más duros de cuantos se llevan a cabo en el ámbito agrícola, tal y como se desprende de la investigación realizada por Paula Triviño, del Departamento de Ingeniería Gráfica y Geomática de la Universidad de Córdoba, en colaboración con Ligia Sánchez y Evelin Escalona, integrantes del Centro de Estudios en Salud de los Trabajadores de la Universidad de Carabobo, en Venezuela.

Las tres expertas analizaron hace varios años las duras condiciones de trabajo que se registran en las paseras de la zona Montilla-Moriles, donde las uvas se extienden al sol con el objetivo de procurar la deshidratación del fruto y la concentración de azúcares necesaria para la elaboración del vino dulce Pedro Ximénez, santo y seña de esta Denominación de Origen Protegida (DOP) cordobesa.

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“La condición más exigente la constituyen las elevadas temperaturas al laborar a la intemperie”, subrayan las investigadoras, que añaden que “los hombres, además, incorporan los riesgos de accidentes, las herramientas y el material de trabajo y la manipulación de cargas”, de ahí que la mayoría de ellos manifiesten “dolores músculo-esqueléticos y lumbares”. Y es que, tal y como destaca el estudio, “los trabajadores están expuestos a posturas incómodas susceptibles de ocasionarle daños crónicos o discapacitantes de la columna lumbar”.

“Los movimientos repetitivos y continuados en el tiempo, el nivel de esfuerzo, la adopción de posturas forzadas y la manipulación manual de cargas constituyen factores de riesgo que se podrían relacionar con las lesiones músculo-esqueléticas señaladas por los trabajadores”, reconoce la investigación para concluir que “la posición de cuclillas al extender la uva fresca, voltear racimos y recoger la uva pasificada es la más dura e incómoda de la totalidad del trabajo”.


Este año, la cooperativa La Aurora de Montilla ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida al asoleo de la uva, instalando su pasera en uno de los márgenes de la antigua travesía de la carretera nacional N-331, a escasos metros de sus instalaciones.

Seis días más tarde hacía lo propio el personal de Bodegas Galán Portero, una firma que atesora setenta años de historia y que está especializada, precisamente, en la elaboración y crianza de vinos dulces Pedro Ximénez amparados por la DOP Montilla-Moriles.

La historia de la empresa –que hoy gestiona la tercera generación– se remonta a mediados del siglo XX, cuando Antonio Galán y Soledad Portero fundaron una pequeña bodega en la que, a raíz de los estupendos viñedos de la comarca, elaborar vinos de calidad. Tras una primera etapa dedicada a los vinos finos, marcada por la dificultad, la competencia y las fluctuaciones de precios de estos mercados, Bodegas Galán Portero apostó por elaborar vinos dulces Pedro Ximénez a partir del soleado de la uva hasta la pasificación.

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Sin previsiones de lluvias en el horizonte más cercano, el sector respirará aliviado por las uvas que ya se encuentran secándose al sol, pues la llegada de precipitaciones pondría en jaque la viabilidad de estos frutos. Y es que un exceso de agua en el ambiente puede provocar la proliferación de hongos y, consecuentemente, la aparición de podredumbre gris, una enfermedad criptogámica que complica el proceso de crianza del vino, haciendo la fermentación más compleja.

Junto con la Cooperativa La Aurora y Bodegas Galán Portero, los principales productores de vino dulce en el marco Montilla-Moriles siguen siendo Bodegas del Pino de Montalbán y Bodegas San Acacio de Montemayor, que tiene el honor de implantar la pasera más grande de Europa, donde sus racimos de uva se secan bajo el inclemente sol de la Campiña. En el caso de los vinos ecológicos, el gran referente sigue siendo Bodegas Robles, que extiende su pasera en el paraje de Villargallegos, en el término municipal de Santaella.

Generalmente, la de San Acacio suele ser cada año una de las primeras paseras en ponerse en marcha, dado que los viñedos de sus socios se ubican mayoritariamente en terrenos arenosos, lo que hace que las uvas maduren entre una semana y diez días antes que en el resto de la comarca.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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