Ningún alma con cierta sensibilidad puede ser inmune al acoso mediático electoralista. Ruido, mentiras, medias verdades, hipocresía por doquier y dobles raseros. Hay quien mancha página atacando o defendiendo y, sin embargo, echo en falta la inteligencia. El Régimen del 78 tan sólido a día de hoy como las cuentas del Santander.
Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno vivimos con la agitación propia de unas elecciones generales. Ahora, la población está agotada de tanta infoxicación, de tanta manipulación y de tanta verdad a medias. La polarización política es un hecho desde 2018 –que cada cual eche la culpa a quien quiera–, y muy raro es que alguien no tenga claro su voto a estas alturas, aunque sea en términos de bloque. Su voto o su abstención, claro. No creo que haya trasvases significativos entre bloques a estas alturas.
La posición política del que escribe estas líneas está plasmada con prolijidad desde la primera columna de esta sección. Me niego a sumarme al ruido mediático. Sin embargo, sí quiero indicar algo, por si alguien lo dudaba: lo que nos jugamos en estas elecciones es nada. Nada, y nada más. Como mucho, la evolución de la guerra cultural en la que nos encontramos. No puedo expresarme con más claridad frente a los que, otra vez, nos hablan en términos de cruzada.
Si gana el bloque de la derecha, liderado por Alberto Núñez Feijóo, tendremos a un déspota de los de toda la vida que, después de las barbaridades de Sánchez, se creerá con derecho a ir poco menos que bajo palio. Eso sí, con sindicatos en la calle, que es lo que se echa en falta.
El bloque conservador tratará de contrarrestar la cultura ‘woke’ o ‘de la conciencia’ a través de Vox –el PP no se ensuciará las manos en la trinchera cultural–, y los parásitos de siempre continuarán la lenta descomposición del Estado por las malas. Por no hablar de lo que tengan que hacer por lo que se encuentren bajo las alfombras de Moncloa…
Si el bloque liderado por Pedro Sánchez gana, tendremos a un déspota que va de ilustrado sin un solo sindicato mayoritario en la calle. La ‘progresía’ continuará con sus políticas hipócritas, con la manipulación de instituciones y datos oficiales, y consolidará su sistema clientelar con el beneplácito de sus medios de comunicación afines.
Una victoria del bloque ‘progre’ consolidará la cultura ‘de la conciencia’ por la sopa de letras de Sumar, ya impuesta en las escuelas, y se mantendrá la lenta descomposición del Estado por las buenas. Asimismo, persistirá el maltrato a la Administración de Justicia y al Sector Público en general.
Dicho de otra manera: los extremos se tocan y quienes pagaremos las barbaridades que hagan somos nosotros. Por tanto, votemos según nuestra conciencia y desechemos esa idea absurda de que estamos ante una cruzada. El Régimen del 78 es sólido, por bueno o malo que sea. En Andalucía y Madrid no se ha cantado el ‘Cara al Sol’, ni tampoco se ha llegado a la Revolución Socialista donde han gobernado los de la camisa roja.
Para retroceder, primero hay que haber avanzado hacia algo. Y cada día estamos más cerca del siglo XX. La monarquía y su círculo siguen fuertes y la banca está mejor que nunca. Al final, como siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá, el único ganador de estas elecciones serán los parásitos del Estado.
No habrá cambio real, ni hay otra cruzada que pueda cambiar algo, que la lucha contra el Régimen del 78 y el neoliberalismo que se impone desde Mamá Europa. Sin embargo, parecen más fuertes que nunca…
Salud y República a ti, que quizás te hayas olvidado de lo que significa esta expresión. A ti, que puede que creas con sinceridad que luchas en una cruzada por las libertades, y solo estás escogiendo al tirano menos malo.
Haereticus dixit
Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno vivimos con la agitación propia de unas elecciones generales. Ahora, la población está agotada de tanta infoxicación, de tanta manipulación y de tanta verdad a medias. La polarización política es un hecho desde 2018 –que cada cual eche la culpa a quien quiera–, y muy raro es que alguien no tenga claro su voto a estas alturas, aunque sea en términos de bloque. Su voto o su abstención, claro. No creo que haya trasvases significativos entre bloques a estas alturas.
La posición política del que escribe estas líneas está plasmada con prolijidad desde la primera columna de esta sección. Me niego a sumarme al ruido mediático. Sin embargo, sí quiero indicar algo, por si alguien lo dudaba: lo que nos jugamos en estas elecciones es nada. Nada, y nada más. Como mucho, la evolución de la guerra cultural en la que nos encontramos. No puedo expresarme con más claridad frente a los que, otra vez, nos hablan en términos de cruzada.
Si gana el bloque de la derecha, liderado por Alberto Núñez Feijóo, tendremos a un déspota de los de toda la vida que, después de las barbaridades de Sánchez, se creerá con derecho a ir poco menos que bajo palio. Eso sí, con sindicatos en la calle, que es lo que se echa en falta.
El bloque conservador tratará de contrarrestar la cultura ‘woke’ o ‘de la conciencia’ a través de Vox –el PP no se ensuciará las manos en la trinchera cultural–, y los parásitos de siempre continuarán la lenta descomposición del Estado por las malas. Por no hablar de lo que tengan que hacer por lo que se encuentren bajo las alfombras de Moncloa…
Si el bloque liderado por Pedro Sánchez gana, tendremos a un déspota que va de ilustrado sin un solo sindicato mayoritario en la calle. La ‘progresía’ continuará con sus políticas hipócritas, con la manipulación de instituciones y datos oficiales, y consolidará su sistema clientelar con el beneplácito de sus medios de comunicación afines.
Una victoria del bloque ‘progre’ consolidará la cultura ‘de la conciencia’ por la sopa de letras de Sumar, ya impuesta en las escuelas, y se mantendrá la lenta descomposición del Estado por las buenas. Asimismo, persistirá el maltrato a la Administración de Justicia y al Sector Público en general.
Dicho de otra manera: los extremos se tocan y quienes pagaremos las barbaridades que hagan somos nosotros. Por tanto, votemos según nuestra conciencia y desechemos esa idea absurda de que estamos ante una cruzada. El Régimen del 78 es sólido, por bueno o malo que sea. En Andalucía y Madrid no se ha cantado el ‘Cara al Sol’, ni tampoco se ha llegado a la Revolución Socialista donde han gobernado los de la camisa roja.
Para retroceder, primero hay que haber avanzado hacia algo. Y cada día estamos más cerca del siglo XX. La monarquía y su círculo siguen fuertes y la banca está mejor que nunca. Al final, como siempre ha ocurrido y siempre ocurrirá, el único ganador de estas elecciones serán los parásitos del Estado.
No habrá cambio real, ni hay otra cruzada que pueda cambiar algo, que la lucha contra el Régimen del 78 y el neoliberalismo que se impone desde Mamá Europa. Sin embargo, parecen más fuertes que nunca…
Salud y República a ti, que quizás te hayas olvidado de lo que significa esta expresión. A ti, que puede que creas con sinceridad que luchas en una cruzada por las libertades, y solo estás escogiendo al tirano menos malo.
Haereticus dixit
RAFAEL SOTO