Desde siempre me han gustado los castillos. Quizás se deba al haber nacido y vivido en mi infancia y juventud en el pueblo extremeño de Alburquerque, que cuenta con la fortaleza medieval cristiana más relevante de Extremadura. De ahí que, siempre que puedo, me gusta visitar las fortalezas esparcidas por la geografía de nuestro país, en la que se encuentran miles de ellas, en diferentes estados de conservación.
Relacionado con el título de este escrito está la fotografía que he seleccionado, de años atrás, en la que aparezco de espaldas con Peter, un amigo suizo, visitando el castillo de Chillon, que se encuentra en el cantón de Vaud, junto al lago Lemán.
Por otro lado, cuento con una extensa bibliografía sobre los castillos españoles y extranjeros, pues no solo son las visitas que se pueden hacer para disfrutar de una belleza antigua que hoy nos es posible contemplar una vez que han declinado las funciones que tenían en sus épocas. En esas obras se nos informa del carácter de propiedad: si son de titularidad pública o privada.
En el caso de ser de propiedad privada, gran parte de ellos han corrido la peor suerte, pues su mantenimiento y conservación exigen una importante inversión económica, al tiempo que hay que darles una función actualizada. Una de las soluciones encontrada está relacionada con el campo del hospedaje.
Es lo que acontece con el castillo de Azagala, muy cerca de Alburquerque, que siendo de propiedad privada se encontraba en una situación alarmante, pues, al estar cerrado y sin uso, su deterioro era progresivo. Y todo ello a pesar de encontrarse en un paraje verdaderamente privilegiado, junto al pantano de la Peña del Águila, tal y como se puede ver en la fotografía realizada por un amigo, en la que se puede contemplar el magnífico entorno que lo rodea.
Para quienes nos preocupaba el abandono de esta fortaleza, la solución ha venido de manos de un empresario del sector sanitario que lo ha adquirido con la intención de restaurarlo y reformarlo con el fin de destinarlo a un hospedaje de lujo. En la actualidad, el proyecto ha sido aprobado y las obras están planificadas para ser desarrolladas tres años.
Se podría pensar en otras soluciones, pero la realidad es que, excepto un número reducido de castillos con cierto renombre o que están cuidados, el resto de titularidad pública a lo máximo que pueden aspirar es a que no siga el paulatino deterioro.
Una vez que ya sabemos que el castillo de Azagala se convertirá en un futuro hotel, me ha parecido oportuno, y de manera breve, citar el castillo irlandés de Ashford, que se encuentra cerca del pueblecito de Cong, mirando al Atlántico, al ser prototipo de castillo convertido en un hotel de cinco estrellas.
Inicialmente, debo apuntar que, a diferencia del castillo de Azagala que queda dentro de los denominados castillos roqueros, al encontrarse encaramado en un cerro rocoso, el de Ashford es un castillo de llano, dado que está en una planicie, cerca del lago Corrib y de la costa atlántica, habiéndose construido en el siglo XIII, por la familia De Burgos, de origen anglonormando, tras derrotar a la familia de los O’Connors.
Como puede apreciarse por la fotografía que muestro, su arquitectura difiere bastante de los castillos españoles, aunque su destino, como les sucede a muchas de las fortalezas medievales, con el paso del tiempo iba a ser el de paulatino declive. Sin embargo, al igual que ahora le acontece al castillo de Azagala, el de Ashford tuvo la suerte de ser comprado por el filántropo Benjamin Lee Guinness en 1855, con la finalidad de restaurarlo y ampliarlo. Esas ampliaciones y restauraciones modificaron gran parte del castillo original, aunque, gracias a esos cambios pudo sobrevivir.
Tal como he apuntado, el mantenimiento de un castillo y sus alrededores resultaban muy costosos, a pesar de que la familia heredera de Benjamin Lee Guinness era adinerada. Es por lo que, en 1945, aproximadamente un siglo después de su restauración, sus herederos lo vendieron para ser finalmente destinado a un hotel, que es la función que en la actualidad cumple.
Quisiera cerrar esta breve reseña sobre el castillo de Ashford indicando que, en el pueblecito de Cong, John Ford rodó, en 1952, la película El hombre tranquilo (The Quiet Man) que protagonizaron John Wayne y Maureen O’Hara, de modo que en el principio del film aparece el perfil del castillo. La cinta recibió dos Oscars: al mejor director y a la mejor fotografía. Más cerca de nuestros días, el castillo de Ashford fue el escenario la serie estadounidense Reign, de 2013, basada en la obra de la reina María Estuardo, y que ahora puede verse en Netflix.
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Relacionado con el título de este escrito está la fotografía que he seleccionado, de años atrás, en la que aparezco de espaldas con Peter, un amigo suizo, visitando el castillo de Chillon, que se encuentra en el cantón de Vaud, junto al lago Lemán.
Por otro lado, cuento con una extensa bibliografía sobre los castillos españoles y extranjeros, pues no solo son las visitas que se pueden hacer para disfrutar de una belleza antigua que hoy nos es posible contemplar una vez que han declinado las funciones que tenían en sus épocas. En esas obras se nos informa del carácter de propiedad: si son de titularidad pública o privada.
En el caso de ser de propiedad privada, gran parte de ellos han corrido la peor suerte, pues su mantenimiento y conservación exigen una importante inversión económica, al tiempo que hay que darles una función actualizada. Una de las soluciones encontrada está relacionada con el campo del hospedaje.
Es lo que acontece con el castillo de Azagala, muy cerca de Alburquerque, que siendo de propiedad privada se encontraba en una situación alarmante, pues, al estar cerrado y sin uso, su deterioro era progresivo. Y todo ello a pesar de encontrarse en un paraje verdaderamente privilegiado, junto al pantano de la Peña del Águila, tal y como se puede ver en la fotografía realizada por un amigo, en la que se puede contemplar el magnífico entorno que lo rodea.
Para quienes nos preocupaba el abandono de esta fortaleza, la solución ha venido de manos de un empresario del sector sanitario que lo ha adquirido con la intención de restaurarlo y reformarlo con el fin de destinarlo a un hospedaje de lujo. En la actualidad, el proyecto ha sido aprobado y las obras están planificadas para ser desarrolladas tres años.
Se podría pensar en otras soluciones, pero la realidad es que, excepto un número reducido de castillos con cierto renombre o que están cuidados, el resto de titularidad pública a lo máximo que pueden aspirar es a que no siga el paulatino deterioro.
Una vez que ya sabemos que el castillo de Azagala se convertirá en un futuro hotel, me ha parecido oportuno, y de manera breve, citar el castillo irlandés de Ashford, que se encuentra cerca del pueblecito de Cong, mirando al Atlántico, al ser prototipo de castillo convertido en un hotel de cinco estrellas.
Inicialmente, debo apuntar que, a diferencia del castillo de Azagala que queda dentro de los denominados castillos roqueros, al encontrarse encaramado en un cerro rocoso, el de Ashford es un castillo de llano, dado que está en una planicie, cerca del lago Corrib y de la costa atlántica, habiéndose construido en el siglo XIII, por la familia De Burgos, de origen anglonormando, tras derrotar a la familia de los O’Connors.
Como puede apreciarse por la fotografía que muestro, su arquitectura difiere bastante de los castillos españoles, aunque su destino, como les sucede a muchas de las fortalezas medievales, con el paso del tiempo iba a ser el de paulatino declive. Sin embargo, al igual que ahora le acontece al castillo de Azagala, el de Ashford tuvo la suerte de ser comprado por el filántropo Benjamin Lee Guinness en 1855, con la finalidad de restaurarlo y ampliarlo. Esas ampliaciones y restauraciones modificaron gran parte del castillo original, aunque, gracias a esos cambios pudo sobrevivir.
Tal como he apuntado, el mantenimiento de un castillo y sus alrededores resultaban muy costosos, a pesar de que la familia heredera de Benjamin Lee Guinness era adinerada. Es por lo que, en 1945, aproximadamente un siglo después de su restauración, sus herederos lo vendieron para ser finalmente destinado a un hotel, que es la función que en la actualidad cumple.
Quisiera cerrar esta breve reseña sobre el castillo de Ashford indicando que, en el pueblecito de Cong, John Ford rodó, en 1952, la película El hombre tranquilo (The Quiet Man) que protagonizaron John Wayne y Maureen O’Hara, de modo que en el principio del film aparece el perfil del castillo. La cinta recibió dos Oscars: al mejor director y a la mejor fotografía. Más cerca de nuestros días, el castillo de Ashford fue el escenario la serie estadounidense Reign, de 2013, basada en la obra de la reina María Estuardo, y que ahora puede verse en Netflix.
AURELIANO SÁINZ