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Aureliano Sáinz | ¿Por qué sonreímos?

En la entrega anterior hablamos del significado que tienen las miradas dentro de la denominada "comunicación no verbal". Dado el interés que posee el que sepamos cómo nos comunicamos en la era digital, ya que la imagen se ha entronizado como un mensaje muy potente y ahora se nos “amenaza” con la denominada Inteligencia Artificial (IA), no viene nada mal que reflexionemos un poco acerca del segundo medio corporal con el que contamos desde que vinimos a este complicado mundo.


No es necesario acudir a los científicos para que nos confirmen que la sonrisa es el segundo gesto de los seres humanos con el que nos comunicamos sin palabras, puesto que, como bien saben madres y padres cuando tienen al hijo que esperan, los bebés responden con la sonrisa a quienes le miran de manera directa a los ojos con ese mismo gesto.

Ahora sí acudo a la opinión científica mayoritaria, según la cual se nos dice que el ser humano es el único animal que es capaz de sonreír. Y si aceptamos que somos los únicos que sonreímos, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué sonreímos?

Algunos psicólogos y biólogos nos indican que es un gesto innato, de corte afiliativo, en el sentido que promueve la conexión emocional entre el que sonríe y quien responde a la sonrisa. “Es un gesto de bienvenida universal presente en todos los pueblos y sociedades, y su poder expresivo de no agresión predomina sobre cualquier otro”, nos dice María Calvo del Río, en su libro que sigue los pasos de la estadounidense Flora Davis.

Por mi parte, he podido comprobar que los escolares en sus dibujos, desde que comienzan a representar la figura humana, incorporan en los rostros que trazan la sonrisa de manera habitual en forma de semicírculo hacia arriba. No es algo premeditado, sino que lo hacen de manera espontánea y de forma generalizada. Así, cuando cambian ese trazado por una raya horizontal es que manifiestan que el personaje se encuentra serio, y si la curva la realizan hacia abajo resulta ser expresión de enfado o enojo.

Sirva como ejemplo el dibujo de la portada, de una niña de 5 años. Comprobamos que la boca forma un semicírculo hacia arriba muy grande, lo que, a fin de cuentas, es un modo de expresar la felicidad y la alegría que ella siente dentro de su familia.

Por otro lado, como todos sabemos, en el ser humano encontramos una amplia diversidad de sonrisas con funciones específicas. Habitualmente, la sonrisa es una manifestación de alegría que puede ser el antecedente de la risa, aunque también se entiende que es la exteriorización de diversos sentimientos y de distintos caracteres. Así, conocemos a personas en las que la sonrisa forma parte de su carácter amable; y, en sentido contrario, otras que parece que el rostro lo tienen esculpido en granito, por lo que encontrar en ellas un atisbo de sonrisa sería casi un milagro.

Veamos, pues, las más habituales. Comenzamos por la sonrisa auténtica, que es la que empleamos cuando nos encontramos con gente a la que queremos y nos resulta muy grata su presencia. Es aquella en la que se ven los dientes y las comisuras de los labios se elevan por igual, afectando a los músculos de los ojos, ya que se crean líneas de expresión a los lados. No nos cabe la menor duda de que en los niños pequeños es la más habitual, por lo que nos resulta tan agradable estar con ellos en esos momentos en los que se sienten tan felices.


Pasemos a otra modalidad. ¿Sonríe Mona Lisa en el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, que parece ser el más visitado del mundo, o acaso es una mueca? La verdad es que sería el gesto mínimo de esta expresión y que correspondería a la "sonrisa tímida" o "nerviosa" que se esboza cuando uno no se siente seguro de lo que tiene que responder o hacer en una situación incómoda.

Muy cerca de la anterior se encuentra la denominada "sonrisa pública", que es la que solemos emplear con los desconocidos, de modo que mantenemos los labios cerrados y las comisuras se estiran levemente hacia arriba. Este tipo de sonrisa es la que habitualmente se ve en los entornos profesionales, ya que, a fin de cuentas, no comprometen demasiado a quien la manifiesta.

Otra sería la "sonrisa falsa", habitual en la gente que miente, que engaña, a la que hay que temer, pues como se dice coloquialmente “tiene una doble cara”. En el rostro se aprecia ya que no enseñan los dientes; sin embargo, los labios se curvan levemente hacia arriba, pero sin afectar a la zona orbicular, por lo que los ojos se mantienen inalterables.

También está la "sonrisa triste", que se manifiesta con los labios levemente curvados hacia abajo y, en ocasiones, con cierta asimetría, al tiempo que las cejas descienden y los ojos se muestran poco abiertos. Se suele emplear cuando tenemos que expresar cierta pena o decir algo así como “lo siento”, “ya ves, es lo que hay”, “no me lo podía imaginar”, etc.


No podemos olvidarnos de la "sonrisa burlona" o "cínica", con la que menos nos gustaría tropezar. Responde al placer que manifiesta quien se regodea en la desgracia ajena, la que exterioriza el sentimiento de una venganza bien alimentada en el tiempo, la que nos avisa de que vamos a ser su víctima propiciatoria… ¿Quién mejor que Joker o Anonymous como ejemplos de la sonrisa burlona exagerada, que, en un caso, enseña abiertamente los dientes, y, en el otro, los labios están bien apretados, pero que en ambos las comisuras se elevan de un modo exagerado?

Antes de cerrar, no quisiera dejar de lado dos variantes de la anterior, como son la "sonrisa despectiva" y la "sonrisa cruel" que, con la "sonrisa cínica", forman un trío verdaderamente siniestro. Así, a la pretensión de burla, se pueden sumar el desdén, la superioridad, el desprecio y cierto sentido de asco, que se manifiestan con gesto torcido de la boca y los ojos entreabiertos.

Quizás, este último trío de sonrisas es el que encontramos en algunas celebridades más perversas de la historia; también en algunos políticos, más o menos recientes; y claro está, en aquellos personajes de películas que encarnan a los ‘malos’, tal como decíamos cuando éramos pequeños.

AURELIANO SÁINZ
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