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Carmen García Tejera | Salvo mi corazón, todo está bien

En 2017, Héctor Abad Faciolince (Medellín –Colombia-, 1958) nos sorprendió con una apasionante novela, El olvido que seremos, cuyo éxito culminó con la versión cinematográfica de Fernando Trueba en 2020. El pasado año ha vuelto con esta otra novela, Salvo mi corazón, todo está bien, en la que nuevamente resalta la bondad y la rectitud moral del protagonista.


Lógicamente, se trata de una historia diferente aunque basada también en un caso real. En ella se nos narra la transformación que sufre un sacerdote, Luis Córdoba, durante los meses en que espera un trasplante de corazón. Es una persona buena, de rectos principios morales, amante de la vida y de la amistad, experto en música –especialmente ópera– y en cine.

Para evitar la fatiga que (dado su estado) le causa tener que subir las escaleras de la residencia sacerdotal en la que vive, se traslada a la casa de unos amigos en la que habitan la esposa (recién separada) con sus dos hijos, y la empleada doméstica, madre soltera de una niña.

La convivencia con ambas mujeres y con sus respectivos hijos le hace descubrir unas formas de vida que nunca antes se había planteado: la paternidad y el matrimonio; las posibilidades nuevas que aporta, en su conjunto, la vida familiar.

Hasta tal punto se metamorfosea su existencia durante este periodo que decide emprender una nueva vida tras someterse a una delicada operación quirúrgica (puesto que no hay posibilidad de encontrar un corazón compatible para hacerle un trasplante).

El título de la novela está tomado del último verso de un soneto del escritor colombiano Eduardo Carranza. El corazón, en efecto, es una clave esencial para la interpretación de esta novela. Nos referimos al corazón en el doble sentido del término: como motor que impulsa y garantiza la vida pero también como depositario de nuestros sentimiemtos (buenos y malos).

Todo ello presidido por la condición paradójica en que nos movemos los seres humanos, que se hace patente a lo largo de toda la obra. Luis Córdoba bromea a menudo con su problema cardiaco asegurando que, en su caso, le supone un contratiempo “tener un corazón grande” (puesto que padece una miocardiopatía idiopática), o cuando afirma que “ha perdido la FE” (acrónimo con el que en cardiología se denomnina la “fracción de eyección ventricular izquierdo”).

Más allá de estos ejemplos, podemos comprobar cómo, a lo largo de la lectura, nos encontramos con otras situaciones igualmente paradójicas: el esposo y padre que, teniendo una familia, ha decidido separarse de ella, frente al sacerdote amigo que, obligado a observar el celibato, descubre la felicidad que supone amar a una esposa y a unos hijos. Observamos igualmente que, con la bondad y la belleza, coexisten situaciones personales insostenibles y seres malvados dispuestos a arruinar la vida de otros.

En el portón de la granadina Casa de los Tiros campea el siguiente lema: “El corazón manda”. Un lema perfectamente aplicable a esta novela que supone en todo momento un canto a la vida por parte del protagonista, incluso cuando tiene conciencia de hallarse a las puertas de la muerte; una defensa de la necesidad de ser feliz (y de trabajar para conseguir este objetivo, aunque el camino se encuentre repleto de obstáculos) y, en definitiva, una reivindicación de la necesidad de amar.

Ficha técnica

Título: Salvo mi corazón, todo está bien.
Autor: Héctor Abad Faciolince.
Edita: Alfaguara.
Ciudad: Madrid.
Año: 2022.
ISBN: 9788420461854.

MARÍA DEL CARMEN GARCÍA TEJERA
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