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Pepe Cantillo | Semblante en blanco y negro

Manuel Ruiz Luque. Un montillano ilustre e ilustrado es el título de un libro editado en 2011 donde se refleja a Ruquel y su labor como profesional de la fotografía y se perfila la labor cultural que desarrolla como coleccionista de libros antiguos y editor de los mismos. La novedad son los interesantes colofones que crea para cada libro.


En el prólogo de esta obra, Germán Ramírez, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, perfila un breve “bosquejo biográfico” de Manuel Ruiz Luque. A la par, plasma un retrato del personaje y su afición a los libros antiguos:

Hablar de Ruiz Luque es mencionar la entrega de una vida a salvar, preservar y entregar a los amantes de su tierra, mucho de lo que se ha escrito e impreso sobre Montilla, Córdoba y Andalucía. Un bibliófilo que sobrepasa el cliché y supera el tópico para mutarse en editor, agitador cultural sin complejos”.

Manuel Ruiz Luque, desde la modestia que le otorga su sabiduría, es “el único bibliófilo generoso”, como le cataloga merecidamente el autor de una de las publicaciones patrocinadas por él. Recordar es vivir de nuevo experiencias pasadas que han configurado nuestra vida. Recordar es algo más que una palabra: es un sentimiento con marcado sabor agridulce.

Manuel Ruiz Luque... ¿Qué puedo decir de él? Es una persona afable, cariñosa, fiel a sus principios, amigo de sus amigos, a los que sabe valorar como personas, por encima de dimes y diretes. De los enemigos, sean quienes sean, no vale la pena hablar, aunque haberlos haylos.

La lista de su círculo de amigos es muy amplia y variada: gente del pueblo, de otras partes del país; anónimos unos, famosos otros… Amigos, a fin de cuentas, gracias a su valía personal, como da testimonio la entrevista que en su día le hiciera Montserrat Roig:

Y así, Tierno Galván conoció a Manuel Ruiz Luque, fotógrafo del pueblo, fijador de bodas y bautizos, hombre de mediana edad, parco en palabras, gran escuchador. Y vio su biblioteca, tocó con sus manos los libros de Manolo… A ambos les unía el amor a los libros, un amor a veces desesperado”. A partir de aquel momento nació una fuerte y entrañable amistad.


El tiempo ha pasado dejando su huella y Manolo sigue reuniendo amigos por el valor intrínseco de cada uno de ellos, coleccionándolos como antes coleccionaba tebeos y luego libros. Si hay un especial e importante coleccionista de libros es Manuel Ruiz Luque.

A partir de aquella primera exposición de libros, hecha en el Ayuntamiento de Montilla en 1978, la pelusa se fue derramando por el pueblo y la pregunta corrió de boca en boca: “¿de dónde un “Sultani”, fotógrafo de feria como este, ha sacado estos tesoros?”. Y por las calles de nuestra ciudad corrieron los rumores más dispares y disparatados. Al final, el tiempo y la Historia ponen a cada cual en el lugar que le corresponde.

Ruiz Luque tiene la sorna y la ironía a flor de piel, que comparte con una franca sonrisa. Sorna cuando habla de ciertas cosas y de ciertos personajes; fina ironía ante determinadas circunstancias, que no siempre es captada por su interlocutor; sonrisa amplia cuando departe distendidamente con algún amigo sobre lo humano y lo divino, delante de una infusión, en un rincón del restaurante Don Quijote.

Manolo sabe escuchar, porque entre sus muchas cualidades está la de querer aprender lo que los demás puedan aportarle. Cuando el asunto lo merece, escucha, arguye, pregunta y luego saca sus propias conclusiones, como es de esperar en toda persona abierta a las posibles entradas que ofrezcan un interlocutor.

Manolín rebosa sabiduría, esa que dan los años y los muchos golpes recibidos a lo largo del tiempo. Ha aprendido a ser adulto en su trato directo con el público desde el mostrador de la experiencia, a veces mordiéndose los labios, a veces escondido detrás de una fina socarronería y siempre mostrando una suave sonrisa para no herir susceptibilidades.

Porque Manuel Ruiz Luque fue solo un año a la escuela y todo lo que sabe de libros, que es muchísimo, empezó cuando siendo niño ayudaba a su padre, un albañil que en la posguerra se convirtió en chatarrero. A los 11 años ya era también chatarrero y empezó por ser un niño coleccionista de cromos, tebeos y programas de películas.

Pero su padre compraba también antiguas bibliotecas, restos de ediciones, y él empezó a tocar los libros, a acariciar sus encuadernaciones… y, sin apenas saber de letras, empezó a enamorarse de toda la verdad… que se guardaba dentro de cada libro. Su biblioteca es única en toda Andalucía…” [entrevista realizada por Montserrart Roig y citada en Catálogo de solteras, pág. 190, obra de José Antonio Cerezo (Montilla, 1991)].

Su pasión por los libros le ha hecho personaje famoso dentro del ámbito de la bibliofilia nacional e internacional. Es miembro de la Sociedad Española de Historia del Libro, así como Exlibrista de honor de la Asociación Andaluza de Exlibristas y miembro de la Association International de Bibliophilie, con sede en París. Hay mas referencias…


Cito textualmente: “Cuando estamos seleccionando los ejemplares que figuran en este catálogo me invade una agradable sensación al comprobar que el tiempo –toda mi vida– que he dedicado a reunir esta biblioteca no ha sido estéril ni infructuosa. En esta ocasión experimento orgullo y satisfacción y es un honor ver que mi constancia y tenacidad son útiles a la comunidad científica, sirven al mundo de la investigación, de la historia y del placer”.

Con el tiempo, Manolo se ha convertido en el poseedor del mayor cúmulo de obras a través de las cuales puede rastrearse la historia de Montilla, su provincia y, en general, toda Andalucía. Biblioteca que ha servido como fuente de investigación para centenares de estudiosos.

La magnífica biblioteca que alberga la Casa de las Aguas de Montilla pudo haberse alojado en cualquier otro sitio –pretendientes deseosos de poseerla había– pero, al final, tras muchas dificultades, se quedó en Montilla. La Casa de las Aguas quedará como un referente cultural, que trasciende los límites de Montilla, que en su momento saltó a las primeras páginas del gran “Libro de la Cultura”.

Como editor ha promovido la edición de más de doscientas obras primorosamente encuadernadas, así como reproducciones facsímil de las mejores joyas de su colección. Gracias a su interés y amor por la “palabra escrita” se han publicado una gran cantidad de ejemplares que los lectores agrupados en Bibliofilia Montillana hemos recibido con interés.

Manuel sintió y vivió “el síndrome del nido vacío” al contemplar las estanterías de su biblioteca completamente vacías. Ambos comentamos, no sin cierta tristeza, que daba pena verlas así, pero enseguida se repuso pensando, como padre que quiere lo mejor para sus hijos, que pronto aparecerían otros libros antiguos. Hay que querer mucho los libros para sentir el amor y la pasión que Mandolín manifiesta, tanto en público como en privado.

Él sabe que no es un personaje anónimo y, sin embargo, no se le ha subido el vino de la fama a la cabeza. Con total naturalidad resta importancia a los honores que le han concedido a lo largo de los años, cuyo número es muy alto. La humildad es una de las virtudes que adornan su personalidad. Bien es cierto que le gusta que valoren lo que hace y ahí puede que esconda una pequeña herida sin cicatrizar. Cuesta mucho valorar y es más fácil despreciar.

Lugar de reunión era el estudio fotográfico de la calle Escuelas, donde gozábamos de la hospitalidad y amabilidad de los hermanos Ruquel. Cito textualmente las palabras de José Luis Casas: “junto a su actividad vocacional y profesional, no podemos olvidar que Manolo es uno de los ejes de la cultura en Montilla; su estudio fotográfico ha sido, e imagino que seguirá siendo, un lugar de tertulia, de dialogo y en algunos casos incluso de discusión (siempre dialéctica), pero sobre todo es de resaltar que desde allí se han promovido muchas iniciativas y muchos libros han podido ver la luz gracias a su colaboración desinteresada…” [Montilla: Historia, arte y literatura. Homenaje a Manuel Ruiz Luque. Razones de un homenaje, pág. 14, (Baena 1988)].


Manolín siempre ha sido una persona comprometida, de profundas convicciones políticas, y por aquel estudio pasó mucha gente de dentro y fuera de Montilla, atraídos por su fuerte personalidad y amena charla. Y, desde luego, por su biblioteca.

Una referencia más. Como fotógrafo, dice M. Valdés que “ha realizado maravillosos reportajes gráficos, de excepcional calidad, sobre todos los monumentos y huellas monumentales de la comarca Montilla-Moriles”. Y, a pesar de estar jubilado, sigue cámara en ristre para hacer alguna foto de cualquier rincón del pueblo.

Ratifico lo que José Antonio Cerezo dijo: “Ya va siendo hora de que alguien reconozca la impagable aportación que este hombre singular realiza año tras año al patrimonio cultural de Andalucía, sin otras miras que las de ofrecer a los estudiosos el campo, excelentemente abonado, de su prodigiosa biblioteca”. Gracias, José Antonio, por tus palabras.

De estas líneas es responsable la amistad que me depara Manolín y el cariño que siente por él un montillano ausente, profesor de Filosofía, ya jubilado. El material de estas letras sale del citado libro Manuel Ruiz Luque. Un montillano ilustre e ilustrado, editado en Valencia en 2010.

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍAS: DAVID CANTILLO
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