El Oratorio de San Felipe Neri de Córdoba acogerá mañana un acto conmemorativo del Día de la Subdelegación de Defensa, durante el cual se recordará la figura de Ana María de Soto y Alhama, la primera mujer que se enroló como infante de Marina tras hacerse pasar por hombre a finales del siglo XVIII.
En un acto presidido por el delegado de Defensa en Andalucía, Carlos Ángel Echevarría Pérez, en el que también estará presente José Carlos Gómez Villamandos, consejero de Universidad, Investigación e Innovación, la Subdelegación de Defensa hará entrega de los premios “Ana María de Soto”, en memoria de esta valerosa mujer, hija del montillano Tomás de Soto Salas y de la aguilareña Mencía Gertrudis de Alhama García, que acabó sus días como estanquera en Montilla, gracias a la concesión de una licencia concedida por Carlos IV.
Nacida en Aguilar de la Frontera hacia 1775, Ana María de Soto decidió travestirse de varón para cumplir su sueño: alistarse en la Infantería de Marina. De hecho, la valerosa joven consiguió ocultar su verdadera identidad desde 1793 a 1798, conviviendo en un sollado de apenas 600 metros cuadrados junto a unos 300 hombres.
Bajo la identidad falsa de Antonio María de Soto, la militar cordobesa se alistó en la sexta compañía del undécimo batallón de Infantería de Marina y se embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes que, en el momento de su hundimiento, el 5 de octubre de 1804, dirigía el insigne marino montillano Diego de Alvear y Ponce de León.
Además de formar parte de las tripulaciones de otras embarcaciones, Ana María de Soto participó en los ataques a la comuna francesa de Banyuls-sur-Mer, en la defensa de Rosas, en el Alto Ampurdán catalán, y en la batalla del Cabo de San Vicente, que se desarrolló el 14 de febrero de 1797 frente a la costa portuguesa del Algarve y que supuso la derrota española contra los ingleses.
Tras descubrirse que, en realidad, se trataba de una mujer, se le expidió licencia de retiro en 1798 con el grado y sueldo de sargento primero, concedido por el rey Carlos IV, así como dos reales diarios de pensión. En 1799 se le otorgó licencia de estanco en Montilla, establecimiento que los historiadores ubican en la Plaza del Peso –actual Plazuela de la Inmaculada– o unos metros más abajo, en la antigua Plaza del Sotollón –que hoy corresponde a la confluencia de las calles Santa Ana, Enfermería, San Francisco Solano y Ballén–. De este negocio disfrutó interrumpidamente hasta su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1833, a la edad de 58 años.
De este modo, José María Bellido, recogerá mañana el Premio “Ana María de Soto” en categoría Institucional, concedido al Ayuntamiento de Córdoba, mientras que en la categoría de Personalidades, la distinción ha sido concedida a Alfonso Rojas Salcedo. Con estos galardones que rememoran la figura de la militar de origen montillano, "la Subdelegación agradece la especial colaboración y apoyo de los premiados".
En un acto presidido por el delegado de Defensa en Andalucía, Carlos Ángel Echevarría Pérez, en el que también estará presente José Carlos Gómez Villamandos, consejero de Universidad, Investigación e Innovación, la Subdelegación de Defensa hará entrega de los premios “Ana María de Soto”, en memoria de esta valerosa mujer, hija del montillano Tomás de Soto Salas y de la aguilareña Mencía Gertrudis de Alhama García, que acabó sus días como estanquera en Montilla, gracias a la concesión de una licencia concedida por Carlos IV.
Nacida en Aguilar de la Frontera hacia 1775, Ana María de Soto decidió travestirse de varón para cumplir su sueño: alistarse en la Infantería de Marina. De hecho, la valerosa joven consiguió ocultar su verdadera identidad desde 1793 a 1798, conviviendo en un sollado de apenas 600 metros cuadrados junto a unos 300 hombres.
Bajo la identidad falsa de Antonio María de Soto, la militar cordobesa se alistó en la sexta compañía del undécimo batallón de Infantería de Marina y se embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes que, en el momento de su hundimiento, el 5 de octubre de 1804, dirigía el insigne marino montillano Diego de Alvear y Ponce de León.
Además de formar parte de las tripulaciones de otras embarcaciones, Ana María de Soto participó en los ataques a la comuna francesa de Banyuls-sur-Mer, en la defensa de Rosas, en el Alto Ampurdán catalán, y en la batalla del Cabo de San Vicente, que se desarrolló el 14 de febrero de 1797 frente a la costa portuguesa del Algarve y que supuso la derrota española contra los ingleses.
Tras descubrirse que, en realidad, se trataba de una mujer, se le expidió licencia de retiro en 1798 con el grado y sueldo de sargento primero, concedido por el rey Carlos IV, así como dos reales diarios de pensión. En 1799 se le otorgó licencia de estanco en Montilla, establecimiento que los historiadores ubican en la Plaza del Peso –actual Plazuela de la Inmaculada– o unos metros más abajo, en la antigua Plaza del Sotollón –que hoy corresponde a la confluencia de las calles Santa Ana, Enfermería, San Francisco Solano y Ballén–. De este negocio disfrutó interrumpidamente hasta su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1833, a la edad de 58 años.
De este modo, José María Bellido, recogerá mañana el Premio “Ana María de Soto” en categoría Institucional, concedido al Ayuntamiento de Córdoba, mientras que en la categoría de Personalidades, la distinción ha sido concedida a Alfonso Rojas Salcedo. Con estos galardones que rememoran la figura de la militar de origen montillano, "la Subdelegación agradece la especial colaboración y apoyo de los premiados".
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN