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El Obispado decide agilizar el proceso de beatificación de sor Ana de la Cruz Ponce de León, condesa de Feria

El Obispado de Córdoba ha decidido agilizar el proceso de beatificación de sor Ana de la Cruz Ponce de León, condesa de Feria y, posteriormente, monja en el convento de Santa Clara de Montilla. El titular de la Diócesis, Demetrio Fernández, se ha constituido en actor ex officio de la "causa sobre las virtudes y continuación de la fama de virtudes y de signos" de esta venerable religiosa que nació en la localidad sevillana de Marchena el 3 de mayo de 1527 y murió en Montilla, en olor de santidad, el 26 de abril de 1601.


El acto, que representa el primer paso en la causa que se pretende reactivar ante el Dicasterio de la Causa de los Santos en Roma, también ha servido para designar al sacerdote Miguel Varona como postulador de la misma y, de este modo, pueda intervenir ante la Diócesis y comience la fase diocesana de la misma. A su vez, Juan Francisco Bello Mellado actuará como administrador ecónomo de los bienes de esta causa.

De este modo, la figura de la religiosa recobra actualidad después de que el obispo confirmara durante la ceremonia de clausura del Año Jubilar Avilista que la Diócesis de Córdoba había iniciado el proceso de beatificación de Ana de la Cruz por su estrecha vinculación con San Juan de Ávila. “Los santos van siempre en pelotón y llevan consigo personas en torno a ellos como un remolino de santidad y son modelos para los cristianos de hoy y de siempre; este es el caso de San Juan de Ávila y Ana de la Cruz”, destacó Demetrio Fernández.

"Cuando falleció sor Ana de la Cruz Ponce de León, ya gozaba de una reconocida virtud y santidad que fueron cimentándose durante los más de 45 años que vivió en el convento de Santa Clara", explica Elena Bellido, directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, entidad que atesora un gran número de documentos en torno a la figura de la religiosa.

Tras la muerte de sor Ana de la Cruz Ponce de León, su nieto, Pedro Fernández de Córdoba, cuarto marqués de Priego, encargó a Martín de Roa la redacción de una biografía destinada a reconocer sus virtudes. Fue así como surgió la Vida de Doña Ana Ponce de León, Condesa de Feria, impresa en los talleres de la viuda de Andrés Barrera de la capital cordobesa, en 1604.

"La biografía se encuentra estructurada en cuatro libros, subdivididos a su vez en diferentes capítulos, a través de los cuales, Martín de Roa entreteje las vivencias religiosas que abraza Ana Ponce de León y avisándonos de que, desde su niñez, ya estaba predestinada a la entrega divina", explica Elena Bellido, quien subraya que la obra "permite conocer el ejemplar matrimonio de la noble marchenera con el conde de Feria, al que encumbra como paradigma del ideal de caballero cristiano".

Sin duda, esta obra servirá de testimonio durante el proceso de beatificación que ha abierto el Obispado de Córdoba pues, como recuerda Elena Bellido, "fueron innumerables los indicios que Martín de Roa advirtió en sor Ana de la Cruz Ponce de León para impulsar abiertamente su fama de santidad".

"Martín de Roa nos introduce en la vida de la protagonista desde una dimensión que está plenamente imbuida del espíritu contrarreformista del momento, advirtiéndose un discurso panegírico que enaltece las virtudes pías de la noble religiosa", subraya la directora de la fundación, quien destaca el papel predominante que jugó en la elaboración de esta biografía el testimonio de San Juan de Ávila, confesor de la condesa.

Una figura relevante del Siglo de Oro

Ana Ponce de León nació en la localidad sevillana de Marchena el 3 de mayo de 1527. Hija de los duques de Arcos, contrajo nupcias a corta edad con Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, cuarto conde de Feria, en un enlace que, como subraya Elena Bellido, "despertó una gran expectación entre la aristocracia de la época", dado que sus descendientes directos estaban llamados a heredar los amplios dominios territoriales que componían los estados del marquesado de Priego y del ducado de Feria.

Sin embargo, la prematura muerte de su esposo en 1552 puso en peligro la premeditada estrategia matrimonial, ya que su primogénito también falleció siendo niño, quedando como continuadora del linaje una hija pequeña a la que el ducado de Feria le negaba sus derechos hereditarios sobre las posesiones extremeñas.

"Ante tan complejo escenario familiar, Ana Ponce de León, que contaba con 25 años de edad cuando quedó viuda, decidió consagrarse a la espiritualidad alentada por su confesor y consejero, el maestro Juan de Ávila", relata Elena Bellido.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: ARCHIVO
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