Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una nueva carta abierta del maestro Francisco Llopis Rubio sobre la importante labor que desarrollan los docentes. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
En estas aportaciones que suelo realizar, en las que aparecen opiniones que se derivan de mi experiencia como docente, suelo utilizar el término "maestro", atribuido a cualquier sexo o tendencia. Otro de los elementos que son garantía de éxito, desde mi experiencia, está en la combinación de estos cuatro términos que son de uso común en esta disciplina: "sumar", "restar", "multiplicar" y "dividir". Entendidos de una forma gradual son, sin duda, garantía del éxito que se pretende.
En educación, para llegar al estadio final de la división, es necesario aprender a sumar. La escuela debe ser un lugar donde el término "sumar" no puede faltar y, para sumar, es necesario utilizar los términos "tolerancia" y "respeto" que, sin duda, son la base de la convivencia.
Es imposible sumar cuando, dentro de la escuela, no existe tolerancia y respeto. Por tanto, tener presente estos dos aspectos y mantenerlos como elementos esenciales de la convivencia es algo que debe potenciar todos los proyectos y programas que van en la dirección de hacer de la escuela un lugar donde se pueda enseñar y educar y no solo con programas que celebran eventos, efemérides y días conmemorativos con actividades que “aparte de una pequeña concienciación” no pasan de ser eso: "conmemoraciones".
Si no existe la constancia en el día a día, dejan caer esa gota que genera actitudes y formas de vida. Siempre hay justificaciones para todo, pero debemos aceptar que siempre es necesario hacer autoanálisis del quehacer diario por todos los sectores de la comunidad. Lo mismo es hora de pensar qué se enseña y para qué, entre otros motivos, porque puede existir una disfunción entre el currículum y las necesidades actuales.
Para sumar es necesario desterrar la idea, igualmente generalizada en algunos sectores, de que “al contrario, ni agua”. Un centro que acepta este criterio como elemento de “suma”, posiblemente está introduciendo el otro término de “resta”.
Es necesario escuchar y aceptar lo que de positivo hay en las propuestas, vengan de donde vengan. Es la única forma de sumar. La resta se utiliza para quitar y ello implica eliminar aquellas actitudes de prepotencia que nos llevan a la exclusión, así como todo aquello que impide poder multiplicar.
La suma de iniciativas y de propuestas hace que empecemos a “multiplicar” que, en definitiva, es sumar con más facilidad. Si multiplicamos es porque aumentamos y aumentamos en iniciativas, en ganas, en motivación en creer que para que el alumnado se motive tiene que haber personas que contagien.
Queda claro que la boca siempre habla de lo que hay en el corazón y es muy difícil que el alumnado se contagie si quienes trasmitimos no lo hacemos convencidos. Queda claro que en los espacios existen sensibilidades y, si no las hay, no hay forma de trasmitirlos.
Si en una escuela hay gente que sepa trasmitir, siempre se le recordará como aquel maestro o maestra que luchaba por lo que creía y así lo trasmitía. Si en una institución hay sensibilidad hacia algo concreto, en ese lugar se siente y se pone en marcha.
Multiplicar nos permite dividir que, en definitiva, es repartir: repartir vida, repartir cuanto de bueno tenemos, en vez de magnificar aquello que tenemos que mejorar y que cada día lo intentamos. Queda claro que por el mar no corren las liebres, ni por el monte las sardinas, que es lo mismo que decir que en la escuela hay que trabajar y saber hacerlo para poder obtener resultados.
Por eso, no todos entienden de esto, no se puede jugar a ser maestro, porque ser maestro no es un juego. La práctica del día a día es la que hace al maestro. Es la que le proporciona estrategias, recursos, psicología, pedagogía para ser, para estar y para ser competente en el dominio de la clase, del grupo, del espacio, de lo que cada día surge y hay que solventar sobre la marcha.
Los papeles son los papeles; la teoría es la teoría. Pero el día a día es otra historia que solo el maestro sabe y conoce. Al maestro, lo que es del maestro; al médico, lo que es del médico; al abogado, lo que es del abogado; al fontanero, lo que es del fontanero... Y a los que entienden de todo y no saben de nada, a prepararse.
Siempre habrá quien entienda de todo y no sepa de nada. Por eso es interesante saber que "es bueno preguntar y parecer tonto por cinco minutos, siempre con respeto y educación, en vez de no preguntar y ser imbécil toda la vida”. Ojalá nos dediquemos a sumar porque para restar ya hay muchos que lo hacen.
En estas aportaciones que suelo realizar, en las que aparecen opiniones que se derivan de mi experiencia como docente, suelo utilizar el término "maestro", atribuido a cualquier sexo o tendencia. Otro de los elementos que son garantía de éxito, desde mi experiencia, está en la combinación de estos cuatro términos que son de uso común en esta disciplina: "sumar", "restar", "multiplicar" y "dividir". Entendidos de una forma gradual son, sin duda, garantía del éxito que se pretende.
En educación, para llegar al estadio final de la división, es necesario aprender a sumar. La escuela debe ser un lugar donde el término "sumar" no puede faltar y, para sumar, es necesario utilizar los términos "tolerancia" y "respeto" que, sin duda, son la base de la convivencia.
Es imposible sumar cuando, dentro de la escuela, no existe tolerancia y respeto. Por tanto, tener presente estos dos aspectos y mantenerlos como elementos esenciales de la convivencia es algo que debe potenciar todos los proyectos y programas que van en la dirección de hacer de la escuela un lugar donde se pueda enseñar y educar y no solo con programas que celebran eventos, efemérides y días conmemorativos con actividades que “aparte de una pequeña concienciación” no pasan de ser eso: "conmemoraciones".
Si no existe la constancia en el día a día, dejan caer esa gota que genera actitudes y formas de vida. Siempre hay justificaciones para todo, pero debemos aceptar que siempre es necesario hacer autoanálisis del quehacer diario por todos los sectores de la comunidad. Lo mismo es hora de pensar qué se enseña y para qué, entre otros motivos, porque puede existir una disfunción entre el currículum y las necesidades actuales.
Para sumar es necesario desterrar la idea, igualmente generalizada en algunos sectores, de que “al contrario, ni agua”. Un centro que acepta este criterio como elemento de “suma”, posiblemente está introduciendo el otro término de “resta”.
Es necesario escuchar y aceptar lo que de positivo hay en las propuestas, vengan de donde vengan. Es la única forma de sumar. La resta se utiliza para quitar y ello implica eliminar aquellas actitudes de prepotencia que nos llevan a la exclusión, así como todo aquello que impide poder multiplicar.
La suma de iniciativas y de propuestas hace que empecemos a “multiplicar” que, en definitiva, es sumar con más facilidad. Si multiplicamos es porque aumentamos y aumentamos en iniciativas, en ganas, en motivación en creer que para que el alumnado se motive tiene que haber personas que contagien.
Queda claro que la boca siempre habla de lo que hay en el corazón y es muy difícil que el alumnado se contagie si quienes trasmitimos no lo hacemos convencidos. Queda claro que en los espacios existen sensibilidades y, si no las hay, no hay forma de trasmitirlos.
Si en una escuela hay gente que sepa trasmitir, siempre se le recordará como aquel maestro o maestra que luchaba por lo que creía y así lo trasmitía. Si en una institución hay sensibilidad hacia algo concreto, en ese lugar se siente y se pone en marcha.
Multiplicar nos permite dividir que, en definitiva, es repartir: repartir vida, repartir cuanto de bueno tenemos, en vez de magnificar aquello que tenemos que mejorar y que cada día lo intentamos. Queda claro que por el mar no corren las liebres, ni por el monte las sardinas, que es lo mismo que decir que en la escuela hay que trabajar y saber hacerlo para poder obtener resultados.
Por eso, no todos entienden de esto, no se puede jugar a ser maestro, porque ser maestro no es un juego. La práctica del día a día es la que hace al maestro. Es la que le proporciona estrategias, recursos, psicología, pedagogía para ser, para estar y para ser competente en el dominio de la clase, del grupo, del espacio, de lo que cada día surge y hay que solventar sobre la marcha.
Los papeles son los papeles; la teoría es la teoría. Pero el día a día es otra historia que solo el maestro sabe y conoce. Al maestro, lo que es del maestro; al médico, lo que es del médico; al abogado, lo que es del abogado; al fontanero, lo que es del fontanero... Y a los que entienden de todo y no saben de nada, a prepararse.
Siempre habrá quien entienda de todo y no sepa de nada. Por eso es interesante saber que "es bueno preguntar y parecer tonto por cinco minutos, siempre con respeto y educación, en vez de no preguntar y ser imbécil toda la vida”. Ojalá nos dediquemos a sumar porque para restar ya hay muchos que lo hacen.
FRANCISCO LLOPIS RUBIO
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