El Museo Garnelo está hoy de aniversario. Y es que un 18 de diciembre –en este caso, del año 2000– tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Montilla un hecho trascendental para la historia de este enclave que, desde hace más de tres lustros, rinde tributo a la vida y a la obra de José Santiago Garnelo y Alda.
Con Antonio Carpio como alcalde de Montilla y con la política egabrense Carmen Calvo al frente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, un grupo de coleccionistas privados, junto a una amplia representación de los descendientes de José Garnelo, suscribían en un solemne acto el protocolo de colaboración que hizo posible la creación del Museo Garnelo, un excepcional espacio expositivo que permite al visitante conocer una obra que, hasta ese momento, se encontraba dispersa en lugares diversos, muchos de ellos de acceso restringido.
Gracias a la firma de ese convenio, que hoy cumple 22 años sin dos de sus principales impulsores, Antonio Carpio y Manuel Cabello de Alba, la Casa de las Aguas se convirtió en el único lugar de España que cuenta con una exposición permanente de las obras de José Garnelo, una figura fundamental de la pintura española contemporánea.
Cinco años más tarde, el colectivo de Amigos del Museo Garnelo se puso a trabajar en el diseño de la iluminación de las 170 obras que se expusieron en un primer momento en este singular espacio y que, con el paso de los años, se han complementado gracias a la cesión temporal de obras tan relevantes como Tarde de toros, Jesús, Manantial de Amor o La muerte de Lucano.
El proyecto de iluminación, llevado a cabo por la misma empresa que se ocupó de la instalación del Museo Picasso de Málaga y de los museos de Bellas Artes de Sevilla y Córdoba, permitió implementar en Montilla un singular sistema de galerías con focos móviles que, desde entonces, acentúa determinados detalles de las obras, reduciendo al máximo las radiaciones ultravioleta.
Por otro lado, el equipo de restauración de la empresa cordobesa Regespa consiguió recuperar poco antes de la inauguración del museo todos los matices que Garnelo imprimió a sus cuadros, desde el Retrato de su madre a La dama y el papagayo. Aunque el estado de conservación de las obras era más que aceptable, la dirección del Museo Garnelo decidió reentelar algunos óleos que corrían peligro de deterioro, así como limpiar y barnizar integralmente toda la colección que iba a ser expuesta.
De las 170 obras que pudieron admirarse en la Casa de las Aguas el día de la inauguración, que tuvo lugar el 16 de junio de 2006, medio centenar fueron donadas por sus propietarios, entre ellas, una excepcional Dolorosa y el retrato de la madre del pintor, que ocupa un lugar preferencial en la casa.
Asimismo, los Amigos del Museo Garnelo desarrollaron una intensa labor de investigación acerca del universo garneliano, recopilando, analizando y clasificando escritos relacionados con José Garnelo, desde correspondencia a tarjetas postales que el pintor envió a amigos y familiares. Entre los diferentes manuscritos, destaca el libro de notas diarias que el artista utilizaba como subdirector-conservador del Museo del Prado.
Garnelo fue, además, un artista respetuoso siempre con la vanguardia. Tras conseguir la segunda medalla en la Exposición Nacional de 1887 con La muerte de Lucano, el artista montillano fue pensionado a la Academia de España en Roma, donde permaneció cuatro años en los que compartió experiencias con artistas de la talla de Pradilla, Sorolla o Emilio Sala.
Después de recorrer Europa durante algunos años, en 1883 acudió a la Exposición Universal de Chicago, donde conquistó la medalla de oro por sus Primeros homenajes en el Nuevo Mundo a Colón, un cuadro que llegó a ilustrar el cartel de la exposición que el Museo Naval de Madrid organizó en 2006 con motivo del quinto centenario de la muerte del Almirante de la Mar Océana.
Nombrado vicedirector de la Escuela Provincial de Bellas Artes de Zaragoza, en 1894 José Garnelo ganó un concurso promovido por la Real Academia de San Fernando y fue nombrado caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Un año más tarde, el artista se trasladó a Barcelona para impartir clases en la Escuela de Bellas Artes, donde asistía como alumno Pablo Ruiz Picasso, quien pintó La Primera Comunión y El Monaguillo en el estudio que Garnelo tenía en la plaza de la Universidad.
Tras obtener por oposición la cátedra de Dibujo del antiguo y ropajes de la Escuela de San Fernando de Madrid, en 1902 fue nombrado comendador de la Orden de Alfonso XII y pintor de la Corona. De hecho, la infanta Isabel le encargó –junto a Mariano Benlliure y Emilio Sala– la decoración de su palacete de la calle Quintana, donde Garnelo desarrolló La Proclamación de los Reyes Católicos en Segovia.
Nombrado subdirector conservador de la pintura del Museo Nacional de Pintura y Escultura –actualmente, Museo del Prado– en 1917 recibió el encargo de realizar varios retratos de la Familia Real, entre los que destacan dos de Alfonso XIII que se conservan en el Museo Español de Arte Contemporáneo y en el Palacio de Aranjuez.
Ya enfermo, en 1924 logró terminar la decoración de la cúpula del Salón del Presidente del Tribunal Supremo de Madrid, en el palacio de Las Salesas, con El Collar de la Justicia, su obra al fresco más sobresaliente. Cinco años más tarde quiso compaginar la restauración de los murales del camarín de la Virgen de las Angustias de Granada con la realización del Apostolado que puede admirarse en la Parroquia de Santiago Apóstol de Montilla.
Tras ser propuesto para dirigir la Academia Española de Bellas Artes de Roma, José Garnelo se jubiló en 1936 como catedrático de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, donde mantuvo una estrecha relación con pintores contemporáneos de la talla de Gutiérrez Solana, Picasso, Vázquez Díaz o Salvador Dalí, a los que impartió clase. Después de pasar sus últimos años en un estado de semiinconsciencia, murió en Montilla el 29 de octubre de 1944, siendo enterrado en el panteón que su familia tiene en el templo enclavado en La Escuchuela.
Con Antonio Carpio como alcalde de Montilla y con la política egabrense Carmen Calvo al frente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, un grupo de coleccionistas privados, junto a una amplia representación de los descendientes de José Garnelo, suscribían en un solemne acto el protocolo de colaboración que hizo posible la creación del Museo Garnelo, un excepcional espacio expositivo que permite al visitante conocer una obra que, hasta ese momento, se encontraba dispersa en lugares diversos, muchos de ellos de acceso restringido.
Gracias a la firma de ese convenio, que hoy cumple 22 años sin dos de sus principales impulsores, Antonio Carpio y Manuel Cabello de Alba, la Casa de las Aguas se convirtió en el único lugar de España que cuenta con una exposición permanente de las obras de José Garnelo, una figura fundamental de la pintura española contemporánea.
Cinco años más tarde, el colectivo de Amigos del Museo Garnelo se puso a trabajar en el diseño de la iluminación de las 170 obras que se expusieron en un primer momento en este singular espacio y que, con el paso de los años, se han complementado gracias a la cesión temporal de obras tan relevantes como Tarde de toros, Jesús, Manantial de Amor o La muerte de Lucano.
El proyecto de iluminación, llevado a cabo por la misma empresa que se ocupó de la instalación del Museo Picasso de Málaga y de los museos de Bellas Artes de Sevilla y Córdoba, permitió implementar en Montilla un singular sistema de galerías con focos móviles que, desde entonces, acentúa determinados detalles de las obras, reduciendo al máximo las radiaciones ultravioleta.
Por otro lado, el equipo de restauración de la empresa cordobesa Regespa consiguió recuperar poco antes de la inauguración del museo todos los matices que Garnelo imprimió a sus cuadros, desde el Retrato de su madre a La dama y el papagayo. Aunque el estado de conservación de las obras era más que aceptable, la dirección del Museo Garnelo decidió reentelar algunos óleos que corrían peligro de deterioro, así como limpiar y barnizar integralmente toda la colección que iba a ser expuesta.
De las 170 obras que pudieron admirarse en la Casa de las Aguas el día de la inauguración, que tuvo lugar el 16 de junio de 2006, medio centenar fueron donadas por sus propietarios, entre ellas, una excepcional Dolorosa y el retrato de la madre del pintor, que ocupa un lugar preferencial en la casa.
Asimismo, los Amigos del Museo Garnelo desarrollaron una intensa labor de investigación acerca del universo garneliano, recopilando, analizando y clasificando escritos relacionados con José Garnelo, desde correspondencia a tarjetas postales que el pintor envió a amigos y familiares. Entre los diferentes manuscritos, destaca el libro de notas diarias que el artista utilizaba como subdirector-conservador del Museo del Prado.
Un pintor entre dos siglos
Considerado el pintor más culto de su época, José Garnelo y Alda fue, además de un excelente artista, un gran pedagogo y un exigente investigador. Nacido en 1866 en la localidad valenciana de Enguera, su familia fijó su residencia en Montilla cuando el artista contaba solo un año de edad. Antes de trasladarse a Madrid para comenzar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, José Garnelo asistió a dos cursos de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde obtuvo varios premios de la Escuela de Santa Isabel de Hungría.Garnelo fue, además, un artista respetuoso siempre con la vanguardia. Tras conseguir la segunda medalla en la Exposición Nacional de 1887 con La muerte de Lucano, el artista montillano fue pensionado a la Academia de España en Roma, donde permaneció cuatro años en los que compartió experiencias con artistas de la talla de Pradilla, Sorolla o Emilio Sala.
Después de recorrer Europa durante algunos años, en 1883 acudió a la Exposición Universal de Chicago, donde conquistó la medalla de oro por sus Primeros homenajes en el Nuevo Mundo a Colón, un cuadro que llegó a ilustrar el cartel de la exposición que el Museo Naval de Madrid organizó en 2006 con motivo del quinto centenario de la muerte del Almirante de la Mar Océana.
Nombrado vicedirector de la Escuela Provincial de Bellas Artes de Zaragoza, en 1894 José Garnelo ganó un concurso promovido por la Real Academia de San Fernando y fue nombrado caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Un año más tarde, el artista se trasladó a Barcelona para impartir clases en la Escuela de Bellas Artes, donde asistía como alumno Pablo Ruiz Picasso, quien pintó La Primera Comunión y El Monaguillo en el estudio que Garnelo tenía en la plaza de la Universidad.
Tras obtener por oposición la cátedra de Dibujo del antiguo y ropajes de la Escuela de San Fernando de Madrid, en 1902 fue nombrado comendador de la Orden de Alfonso XII y pintor de la Corona. De hecho, la infanta Isabel le encargó –junto a Mariano Benlliure y Emilio Sala– la decoración de su palacete de la calle Quintana, donde Garnelo desarrolló La Proclamación de los Reyes Católicos en Segovia.
Nombrado subdirector conservador de la pintura del Museo Nacional de Pintura y Escultura –actualmente, Museo del Prado– en 1917 recibió el encargo de realizar varios retratos de la Familia Real, entre los que destacan dos de Alfonso XIII que se conservan en el Museo Español de Arte Contemporáneo y en el Palacio de Aranjuez.
Ya enfermo, en 1924 logró terminar la decoración de la cúpula del Salón del Presidente del Tribunal Supremo de Madrid, en el palacio de Las Salesas, con El Collar de la Justicia, su obra al fresco más sobresaliente. Cinco años más tarde quiso compaginar la restauración de los murales del camarín de la Virgen de las Angustias de Granada con la realización del Apostolado que puede admirarse en la Parroquia de Santiago Apóstol de Montilla.
Tras ser propuesto para dirigir la Academia Española de Bellas Artes de Roma, José Garnelo se jubiló en 1936 como catedrático de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, donde mantuvo una estrecha relación con pintores contemporáneos de la talla de Gutiérrez Solana, Picasso, Vázquez Díaz o Salvador Dalí, a los que impartió clase. Después de pasar sus últimos años en un estado de semiinconsciencia, murió en Montilla el 29 de octubre de 1944, siendo enterrado en el panteón que su familia tiene en el templo enclavado en La Escuchuela.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR / J.P. BELLIDO
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR / J.P. BELLIDO