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Buzón del Lector | El arte de ser maestro

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una nueva carta abierta del maestro Francisco Llopis Rubio sobre la importante labor que desarrollan a diario los docentes. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.


En Educación, al igual que en otras tareas, para que este proceso sea garantía de éxito es necesario combinar cuatro aspectos, cuatro pilares fundamentales que propicien potenciar el equilibrio personal y que se sustenta en educar el nivel cognitivo, el nivel emocional, la educación en valores y el fomento de habilidades sociales que permitan un desarrollo en el mundo que nos ha tocado vivir, adquiriendo hábitos saludables en todos los sentidos.

Se puede ser un fenómeno a nivel cognitivo y ser un caos a nivel emocional; ser un fenómeno en conocimientos y no tener valores que aseguran conseguir un fin sin importar los procedimientos; ser un pedazo de pan, pero no saber decir "no". Por tanto, existe todo un mundo de combinaciones que no favorecen el equilibrio personal.

Para conseguir un equilibrio personal con el fin de no excederte con tus éxitos y, al mismo tiempo, no hundirte cuando llegan las vacas flacas, hace falta combinar los elementos reseñados, tanto a nivel personal, como cuando trabajamos a nivel de alumnado. Esta tarea necesita de constancia, del creer, del querer, del saber y del poder, como se indicó en el artículo anterior.

Trabajar el nivel cognitivo, a través de diferentes programas, hace avanzar en el pensar y, sobre todo, a la hora de resolver situaciones complicadas. Se trata de resolver las situaciones de forma adecuada, pensando las causas, las decisiones más acertadas, las consecuencias, las alternativas posibles, el ponerme en el lugar del otro, la conveniencia y la utilidad de las mismas, así como precisar los objetivos y saber solucionar los mejores medios para conseguirlo.

El alumnado, al igual que los adultos, debe tener los pensamientos y las habilidades cognitivas necesarias para poder solucionar problemas interpersonales. Es necesario, en la escuela, atender a aquellos que carecen de esto, ya que no suelen relacionarse bien con los demás: son personas egocéntricas y agresivas y serán fuente de conflictos. El problema no está en la voluntad ("ser malo") sino en el entendimiento ("no ver otra cosa"). Los pensamientos se pueden enseñar y, por tanto, los distintos modos de resolver los posibles conflictos.

Trabajar el nivel emocional es otro de los aspectos en estos cuatro pilares para formar personas equilibradas. Muchas veces, la falta de control emocional hace tomar decisiones, producto de la inmediatez y de la precipitación, que echa por tierra toda una trayectoria, en muchos sentidos. Por ello es necesario buscar y hacer silencios queridos para eliminar todos esos ruidos que nos estorban y nos impiden pensar y sentir de forma adecuada. La escuela también contribuye a ello.

Trabajar el aspecto de valores hace a la persona tener unos criterios morales que le ayudan a discernir entre lo bueno y lo menos bueno; lo justo y lo menos justo; lo seguro y lo peligroso. Y, de este modo, no arrasar sin preocupar los medios o la gente que queda en el camino para conseguir un objetivo concreto. En definitiva, saber combinar lo eficaz y lo justo.

Trabajar las habilidades sociales es otra cuestión que completa este equilibrio del que hablamos y al que, hoy por hoy, se le da una importancia notoria para hacer competentes a las personas con las que tratamos, con el fin de que sepan formarse en estas capacidades y, de este modo, poder dar respuesta a las necesidades actuales y que pasan obligatoriamente por una formación digital encaminada al aprendizaje que ayude a ser más competentes y, por tanto, a crecer como personas.

En definitiva, es importante desarrollar estos cuatro aspectos para conseguir el equilibrio personal necesario. Queda claro que "por el mar no corren las liebres, ni por el monte las sardinas". No todo el mundo puede ser maestro, a pesar de que gusta jugar a serlo u opinar de forma precipitada. Hay que creer, querer, saber y poder. Ser maestro, no es un juego: ser maestro es un arte.

FRANCISCO LLOPIS RUBIO


NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.


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