La Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque –que constituye la recopilación de historia local más importante de España junto con la existente en el seminario de Álava– ha querido recuperar este mes el Systema vegetabilium florae peruvianae et chilensis, un singular tratado de botánica que fue impreso en Madrid a finales del siglo XVIII.
El libro, que llegó a formar parte de la colección particular de Francisco de Alvear y Gómez de la Cortina, sexto conde de La Cortina, es obra de Hipólito Ruiz y José Pavón y, tal y como sostiene Elena Bellido, directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, constituye un "excepcional tratado de botánica de reconocida rareza bibliográfica".
A través de la obra, de cuya edición príncipe se llegaron a imprimir 500 ejemplares –uno de los cuales se conserva en Montilla–, el lector puede sumergirse en el espectacular desarrollo que adquirieron los estudios científicos sobre botánica durante la Ilustración, concretamente en los dominios americanos pertenecientes a la Corona Española.
"La apertura de los territorios ultramarinos a la investigación científica durante la Ilustración comienza en 1734, cuando Felipe V concede su autorización para efectuar la primera expedición hispano-francesa al virreinato del Perú", explica Elena Bellido, quien recuerda que el propósito de esta aventura no era otro que el de realizar observaciones astronómicas por debajo del Ecuador, además de medir los grados de latitud y longitud para llegar a determinar la figura exacta de la Tierra.
"Poco después de consumarse esta expedición, y por iniciativa del ministro francés Turgot, se pensó en otro viaje, que estaría centrado en el estudio y exploración del mundo vegetal americano", precisa la directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, para aclarar que "de nuevo, el Gobierno galo se vio en la necesidad de solicitar a la Corona española, entonces bajo el reinado de Carlos III, una autorización que le permitiera efectuar las investigaciones en tierras que no pertenecían a sus dominios".
Sin embargo, el permiso concedido por la Corona española estaba sujeto a una serie de condiciones, entre las que destacaban la obligación de que viajaran junto a la expedición francesa dos botánicos españoles, que habrían de dejar un duplicado de sus investigaciones y de materiales en España, además de no publicar nada hasta el regreso de todos los expedicionarios.
La tarea de elegir a los representantes españoles recayó en Casimiro Gómez Ortega, director del Real Jardín Botánico de Madrid, que se decantó por dos de sus más aventajados alumnos: el burgalés Hipólito Ruiz y el extremeño José Pavón, quienes irían acompañados de los dibujantes Isidoro Gálvez y José Brunete.
La expedición, que estuvo marcada por numerosos inconvenientes y contratiempos, como la rebelión de Túpac Amaru II, dio por finalizada su misión en 1788, "regresando a España con un valiosísimo conjunto de materiales compuesto por amplias remesas de plantas vivas y disecadas, dibujos, estudios de campo y diarios de trabajo", según Elena Bellido.
Fruto de todo este trabajo es el tratado de botánica titulado Systema vegetabilium Florae Peruvianae et Chilensis, impreso en Madrid en 1798 por Gabriel de Sancha. Precisamente, uno de los escasos ejemplares conocidos en la actualidad es el que se conserva, encuadernado en pasta con cortes tintados en rojo, en la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque de Montilla, que ahora ha querido elegirlo como Libro del Mes.
El libro, que llegó a formar parte de la colección particular de Francisco de Alvear y Gómez de la Cortina, sexto conde de La Cortina, es obra de Hipólito Ruiz y José Pavón y, tal y como sostiene Elena Bellido, directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, constituye un "excepcional tratado de botánica de reconocida rareza bibliográfica".
A través de la obra, de cuya edición príncipe se llegaron a imprimir 500 ejemplares –uno de los cuales se conserva en Montilla–, el lector puede sumergirse en el espectacular desarrollo que adquirieron los estudios científicos sobre botánica durante la Ilustración, concretamente en los dominios americanos pertenecientes a la Corona Española.
"La apertura de los territorios ultramarinos a la investigación científica durante la Ilustración comienza en 1734, cuando Felipe V concede su autorización para efectuar la primera expedición hispano-francesa al virreinato del Perú", explica Elena Bellido, quien recuerda que el propósito de esta aventura no era otro que el de realizar observaciones astronómicas por debajo del Ecuador, además de medir los grados de latitud y longitud para llegar a determinar la figura exacta de la Tierra.
"Poco después de consumarse esta expedición, y por iniciativa del ministro francés Turgot, se pensó en otro viaje, que estaría centrado en el estudio y exploración del mundo vegetal americano", precisa la directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, para aclarar que "de nuevo, el Gobierno galo se vio en la necesidad de solicitar a la Corona española, entonces bajo el reinado de Carlos III, una autorización que le permitiera efectuar las investigaciones en tierras que no pertenecían a sus dominios".
Sin embargo, el permiso concedido por la Corona española estaba sujeto a una serie de condiciones, entre las que destacaban la obligación de que viajaran junto a la expedición francesa dos botánicos españoles, que habrían de dejar un duplicado de sus investigaciones y de materiales en España, además de no publicar nada hasta el regreso de todos los expedicionarios.
La tarea de elegir a los representantes españoles recayó en Casimiro Gómez Ortega, director del Real Jardín Botánico de Madrid, que se decantó por dos de sus más aventajados alumnos: el burgalés Hipólito Ruiz y el extremeño José Pavón, quienes irían acompañados de los dibujantes Isidoro Gálvez y José Brunete.
La expedición, que estuvo marcada por numerosos inconvenientes y contratiempos, como la rebelión de Túpac Amaru II, dio por finalizada su misión en 1788, "regresando a España con un valiosísimo conjunto de materiales compuesto por amplias remesas de plantas vivas y disecadas, dibujos, estudios de campo y diarios de trabajo", según Elena Bellido.
Fruto de todo este trabajo es el tratado de botánica titulado Systema vegetabilium Florae Peruvianae et Chilensis, impreso en Madrid en 1798 por Gabriel de Sancha. Precisamente, uno de los escasos ejemplares conocidos en la actualidad es el que se conserva, encuadernado en pasta con cortes tintados en rojo, en la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque de Montilla, que ahora ha querido elegirlo como Libro del Mes.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR