Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector del primero de los dos artículos del escritor y académico José Antonio Ponferrada sobre Antonio López Martínez, que falleció el pasado 1 de noviembre a los 91 años de edad. El segundo texto puede leerse en este enlace. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Con Antonio López Martínez, que nos dejó este pasado 1 de noviembre de 2022, día de Todos los Santos (Montilla Digital publicó su esquela), algunos perdemos un amigo y, todos los montillanos, un sabio de la tierra nuestra. En sus 91 años cumplidos, aquel niño que nació con la República vivió los años más difíciles de nuestra patria: los de la guerra y la necesidad, la escasez y el despotismo. Y a todo se sobrepuso con una curiosidad infinita, con buen humor y profundo amor a las cosas de Montilla, que por extensión son las de España.
Desempeñó muchos oficios, a menudo relacionados con el campo; con el antiguo Sindicato Agrario fue Guarda Rural. Así que anduvo estos terruños de arriba a abajo, atento a lo que se ve y también a lo que se oye; más en aquellos años de campo habitado, con guardas, jornaleros de “quinsá” y caseros que, a lo mejor, heredaban el puesto de generación en generación y solo venían al pueblo de higos a brevas. De ellos aprendió Antonio cuanto supieron contarle de las antigüedades montillanas que, por larga tradición oral, o por sus propios ojos vistas, guardaban en la memoria.
Y cultura viene de campo; de cultivo que labre lo salvaje, lo cuide que dé sus frutos. A la tradición oral y la experiencia de campo, Antonio López Martínez añadió una escogida biblioteca, con esfuerzo mantenida, en la que no podían faltar los libros de Historia de Montilla.
Fue gran amigo (y colaborador) de mi padre, José Ponferrada Gómez. De ahí heredé la amistad. Daba gusto oírlos relatar juntos las cosas de su patria chica, que conocían como pocos. Afortunadamente, algo de lo que sabían ha quedado impreso en los libros de mi padre. En los suyos o en los nuestros, siempre hemos procurado dejar señales de nuestro aprecio y noticias del buen Antonio L. M. Últimamente, en mis Índices de libros de José Ponferrada Gómez y Apuntes biográficos (2021); en su “Bibliografía sobre J. P.G.” (pág. 75), donde figura la referencia:
“LÓPEZ MARTÍNEZ, ANTONIO, “Homenaje al escritor montillano José Ponferrada Gómez”, Inédito, c. 2016”.
Por poco no me vive Antonio para ver esta misma publicación, que me autorizó para hacer por estos días en recuerdo de mi padre (que ya hace cuatro años), y también para que lo que figura en Índices… pasara a ser editado. Porque Antonio López Martínez es autor de una muy estimable producción, escrita de su propia mano, en su mayor porción inédita, de la que no quiso hacer parte sino a los muy escogidos, entre los que los Ponferrada, padre e hijo, hemos podido contarnos. Copias de la docena de capítulos que nos fue entregando, a lo largo de años, conservo como este que, con leves modificaciones como la división en capítulos, y pensando en los monjes copistas, he pasado del manuscrito al más cómodo ordenador.
Ahora, como en la fotografía de Rafael Aguilar para El sol de Montilla (2002) que debe acompañar estos artículos, quiero reunir a estos dos buenos amigos, que sigan hablando para la eternidad. El sol de Montilla es el santo Solano. Y junto al estanque del antiguo Convento de San Lorenzo, donde nuestro Santico pudo pescar tan bien como el marqués de Priego, los dejamos en su amistad.
Sírvales de homenaje; y a mí de sentido pésame a sus familiares y amigos.
Y hablando de sol y de campos, ahí va esta coplilla tradicional montillana, que anoté de la voz viva de Antonio, seguramente en mi última visita a su casa de Gabriel Celaya Alta, número 10, a finales de este verano:
Continuará...
Con Antonio López Martínez, que nos dejó este pasado 1 de noviembre de 2022, día de Todos los Santos (Montilla Digital publicó su esquela), algunos perdemos un amigo y, todos los montillanos, un sabio de la tierra nuestra. En sus 91 años cumplidos, aquel niño que nació con la República vivió los años más difíciles de nuestra patria: los de la guerra y la necesidad, la escasez y el despotismo. Y a todo se sobrepuso con una curiosidad infinita, con buen humor y profundo amor a las cosas de Montilla, que por extensión son las de España.
Desempeñó muchos oficios, a menudo relacionados con el campo; con el antiguo Sindicato Agrario fue Guarda Rural. Así que anduvo estos terruños de arriba a abajo, atento a lo que se ve y también a lo que se oye; más en aquellos años de campo habitado, con guardas, jornaleros de “quinsá” y caseros que, a lo mejor, heredaban el puesto de generación en generación y solo venían al pueblo de higos a brevas. De ellos aprendió Antonio cuanto supieron contarle de las antigüedades montillanas que, por larga tradición oral, o por sus propios ojos vistas, guardaban en la memoria.
Y cultura viene de campo; de cultivo que labre lo salvaje, lo cuide que dé sus frutos. A la tradición oral y la experiencia de campo, Antonio López Martínez añadió una escogida biblioteca, con esfuerzo mantenida, en la que no podían faltar los libros de Historia de Montilla.
Fue gran amigo (y colaborador) de mi padre, José Ponferrada Gómez. De ahí heredé la amistad. Daba gusto oírlos relatar juntos las cosas de su patria chica, que conocían como pocos. Afortunadamente, algo de lo que sabían ha quedado impreso en los libros de mi padre. En los suyos o en los nuestros, siempre hemos procurado dejar señales de nuestro aprecio y noticias del buen Antonio L. M. Últimamente, en mis Índices de libros de José Ponferrada Gómez y Apuntes biográficos (2021); en su “Bibliografía sobre J. P.G.” (pág. 75), donde figura la referencia:
“LÓPEZ MARTÍNEZ, ANTONIO, “Homenaje al escritor montillano José Ponferrada Gómez”, Inédito, c. 2016”.
Por poco no me vive Antonio para ver esta misma publicación, que me autorizó para hacer por estos días en recuerdo de mi padre (que ya hace cuatro años), y también para que lo que figura en Índices… pasara a ser editado. Porque Antonio López Martínez es autor de una muy estimable producción, escrita de su propia mano, en su mayor porción inédita, de la que no quiso hacer parte sino a los muy escogidos, entre los que los Ponferrada, padre e hijo, hemos podido contarnos. Copias de la docena de capítulos que nos fue entregando, a lo largo de años, conservo como este que, con leves modificaciones como la división en capítulos, y pensando en los monjes copistas, he pasado del manuscrito al más cómodo ordenador.
Ahora, como en la fotografía de Rafael Aguilar para El sol de Montilla (2002) que debe acompañar estos artículos, quiero reunir a estos dos buenos amigos, que sigan hablando para la eternidad. El sol de Montilla es el santo Solano. Y junto al estanque del antiguo Convento de San Lorenzo, donde nuestro Santico pudo pescar tan bien como el marqués de Priego, los dejamos en su amistad.
Sírvales de homenaje; y a mí de sentido pésame a sus familiares y amigos.
Y hablando de sol y de campos, ahí va esta coplilla tradicional montillana, que anoté de la voz viva de Antonio, seguramente en mi última visita a su casa de Gabriel Celaya Alta, número 10, a finales de este verano:
Si este maldito sol
se metiera a jornalero,
no madrugaría tanto
y andaría más ligero.
Continuará...
JOSÉ ANTONIO PONFERRADA
FOTOGRAFÍA: RAFAGUILAR (2002)
FOTOGRAFÍA: RAFAGUILAR (2002)
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.