La llegada de la electricidad a Montilla en 1898 supuso un hito para el desarrollo económico y social de la localidad. Todo un antes y un después en la vida de muchos vecinos y, muy especialmente, en la historia de las familias Torres y Casado, cuya biografía quedaría ligada para siempre a un trágico accidente que tuvo lugar en 1933, junto a la antigua Fábrica de la Luz de la Cooperativa Eléctrica Montillana, cuyas instalaciones albergan hoy el Museo Histórico Local.
Los hechos, que se mencionan en el libro 100 años de luz eléctrica en Montilla, obra de Manuel Quintero Aguilar –aunque en el momento de su publicación se desconocía el nombre del héroe montillano– se remontan al 27 de diciembre de 1933, cuando Francisco Casado Hidalgo, un niño de corta edad de la popular familia de Los Patriarcas, se quedó enganchado mientras jugaba de la valla perimetral de la fábrica, que se encontraba electrificada.
De manera providencial, Baldomero Torres y Gallardo, un carretero de 44 años que pasaba por la antigua calle Los Arrumbadores y presenció la escena, acudió de inmediato para auxiliar al pequeño pero, en su heroica gesta, se dejó la vida tras recibir una fuerte descarga eléctrica.
"Mi abuelo consiguió desenganchar al niño, pero él murió, dejando a seis hijos sin su padre", rememora Baldomero Torres Hidalgo, que ha impulsado ante el Ayuntamiento de Montilla una iniciativa para reconocer un acto sin duda ejemplar. "Corría el año 1933, en plena Segunda República y, por los motivos que fuera, esta gesta no fue reconocida por nadie, a pesar de la enorme trascendencia que implica dar la propia vida para salvar la de otra persona y la de todos sus descendientes futuros", añade.
Para Baldomero Torres, la influencia que pudo ejercer entonces la Cooperativa Eléctrica Montillana evitó que el suceso se relatara con profusión de detalles en la prensa provincial, que apenas lo reseñó como un "desafortunado accidente", hasta el punto de llegar a obviar el heroico gesto que había protagonizado su abuelo. "Es cierto que la empresa indemnizó a su viuda y que, incluso, corrió con los gastos del entierro, pero nunca reconoció los motivos por los que seis niños quedaron huérfanos a las puertas de una guerra", lamenta.
Por todo ello, los descendientes de Baldomero Torres –su hijo José y su nieto Baldomero, así como otros nueve nietos–, han unido esfuerzos con Mariola Casado, la única hija de Francisco Casado, que llegó a ser agente de la Policía Local de Montilla, y han trasladado al alcalde de Montilla, Rafael Llamas, su intención de reconocer esta gesta en virtud del Reglamento de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Montilla.
"Nuestra intención es que se haga justicia para que ese extraordinario acto de valentía sea recordado para siempre, ya que mi abuelo no era bombero, ni policía, ni nadie preparado para una situación como la que protagonizó valientemente, sino que era un humilde carretero que tuvo la extraordinaria generosidad de dar su propia vida para salvar a un niño", reconoce Baldomero Torres Hidalgo, quien confía en que su padre, que tiene 92 años, "pueda presenciar este reconocimiento y, de alguna forma, pueda ver recompensadas las muchas penurias que padeció junto a sus cinco hermanos tras la tragedia".
Los hechos, que se mencionan en el libro 100 años de luz eléctrica en Montilla, obra de Manuel Quintero Aguilar –aunque en el momento de su publicación se desconocía el nombre del héroe montillano– se remontan al 27 de diciembre de 1933, cuando Francisco Casado Hidalgo, un niño de corta edad de la popular familia de Los Patriarcas, se quedó enganchado mientras jugaba de la valla perimetral de la fábrica, que se encontraba electrificada.
De manera providencial, Baldomero Torres y Gallardo, un carretero de 44 años que pasaba por la antigua calle Los Arrumbadores y presenció la escena, acudió de inmediato para auxiliar al pequeño pero, en su heroica gesta, se dejó la vida tras recibir una fuerte descarga eléctrica.
"Mi abuelo consiguió desenganchar al niño, pero él murió, dejando a seis hijos sin su padre", rememora Baldomero Torres Hidalgo, que ha impulsado ante el Ayuntamiento de Montilla una iniciativa para reconocer un acto sin duda ejemplar. "Corría el año 1933, en plena Segunda República y, por los motivos que fuera, esta gesta no fue reconocida por nadie, a pesar de la enorme trascendencia que implica dar la propia vida para salvar la de otra persona y la de todos sus descendientes futuros", añade.
Para Baldomero Torres, la influencia que pudo ejercer entonces la Cooperativa Eléctrica Montillana evitó que el suceso se relatara con profusión de detalles en la prensa provincial, que apenas lo reseñó como un "desafortunado accidente", hasta el punto de llegar a obviar el heroico gesto que había protagonizado su abuelo. "Es cierto que la empresa indemnizó a su viuda y que, incluso, corrió con los gastos del entierro, pero nunca reconoció los motivos por los que seis niños quedaron huérfanos a las puertas de una guerra", lamenta.
Por todo ello, los descendientes de Baldomero Torres –su hijo José y su nieto Baldomero, así como otros nueve nietos–, han unido esfuerzos con Mariola Casado, la única hija de Francisco Casado, que llegó a ser agente de la Policía Local de Montilla, y han trasladado al alcalde de Montilla, Rafael Llamas, su intención de reconocer esta gesta en virtud del Reglamento de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Montilla.
"Nuestra intención es que se haga justicia para que ese extraordinario acto de valentía sea recordado para siempre, ya que mi abuelo no era bombero, ni policía, ni nadie preparado para una situación como la que protagonizó valientemente, sino que era un humilde carretero que tuvo la extraordinaria generosidad de dar su propia vida para salvar a un niño", reconoce Baldomero Torres Hidalgo, quien confía en que su padre, que tiene 92 años, "pueda presenciar este reconocimiento y, de alguna forma, pueda ver recompensadas las muchas penurias que padeció junto a sus cinco hermanos tras la tragedia".
I. TÉLLEZ / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: BALDOMERO TORRES
FOTOGRAFÍAS: BALDOMERO TORRES