San Francisco Solano, montillano y limeño. Patrono de su ciudad natal, pero también de otras tan importantes como Lima, Potosí, Cartagena de Indias, Santiago de Chile o La Habana. Custodio de los toreros, Evangelizador de las Américas, montillano universal. Durante la jornada de hoy volverá a pasear por el Barrio de Tenerías, acompañado por esos vecinos que, cada semana, lo visitan en su pequeña ermita de la calle Córdoba.
El Barrio de Las Tenerías vivirá este domingo su día grande. Fue en este lugar que aún conserva el sabor auténtico de lo montillano, donde Francisco Solano dio sus primeras muestras de santidad. La tradición asegura que, siendo niño, El Santo acercaba cada día el almuerzo a su padre, Mateo Sánchez Solano, quien trabajaba cultivando la tierra en la Huerta de las Minas.
En su camino hasta el paraje de Huelma, el pequeño Francisco solía detenerse en la calle Córdoba con los muchachos desfavorecidos de Las Tenerías, a quienes entregaba, además de sus enriquecedoras enseñanzas, algunas limosnas y parte del fardel que llevaba a su progenitor.
Este pasaje tan significativo de la niñez de El Santo quedaría grabado en la memoria de los montillanos, que desde siempre advirtieron en su persona cualidades milagrosas y de santidad. No obstante, la fama milagrera de esta figura clave en la colonización del Nuevo Mundo, comenzó a propagarse el día que fray Francisco sanó a un niño afectado por la lepra en la misma calle Córdoba.
Como argumentó el curtidor Diego López Vique durante el proceso de beatificación, “Solano, movido por la caridad y viendo al niño con tantas llagas, lamió con su boca y lengua todas ellas, tanto las del rostro como las del cuerpo y, dejándolo, al otro día por la mañana el niño amaneció mucho mejor, deshinchado y con todas las llagas secas, hasta quedar sano”.
Quizás por eso, los montillanos pusieron todo su empeño en levantar una pequeña ermita justo en el lugar en que Solano dio muestras de su don divino. Una ermita que, en su particular atalaya de la calle Córdoba, vivirá hoy su jornada más intensa.
La jornada comienza a las nueve de la mañana, con la tradicional diana floreada por las calles de la ciudad a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesus Nazareno de Montemayor. Tras el tradicional repique del campanillo, la imagen de El Santico recorrerá en procesión el antiguo barrio de Las Tenerías, acompañada por cientos de fieles que, cada año, renuevan su compromiso con esta pequeña talla que ocupa el retablo de una ermita levantada en 1821 por Alonso Delgado, gracias a las aportaciones del gremio de curtidores y zapateros.
Desde las 10.15, las calles Altillos, Ciprés o San Antonio vivirán su particular día grande, envueltos en las melodías de los cientos de fieles que acompañan la pequeña imagen del santo patrono. Coplas tradicionales que devolverán el protagonismo un año más a una de las zonas más pintorescas de la ciudad, que permite degustar, a sorbos pequeños, esa deslumbrante historia que se ha ido forjando en el tiempo y que concede a Montilla un cuerpo y un aroma evocador, noble y profundo.
El Barrio de Las Tenerías vivirá este domingo su día grande. Fue en este lugar que aún conserva el sabor auténtico de lo montillano, donde Francisco Solano dio sus primeras muestras de santidad. La tradición asegura que, siendo niño, El Santo acercaba cada día el almuerzo a su padre, Mateo Sánchez Solano, quien trabajaba cultivando la tierra en la Huerta de las Minas.
En su camino hasta el paraje de Huelma, el pequeño Francisco solía detenerse en la calle Córdoba con los muchachos desfavorecidos de Las Tenerías, a quienes entregaba, además de sus enriquecedoras enseñanzas, algunas limosnas y parte del fardel que llevaba a su progenitor.
Este pasaje tan significativo de la niñez de El Santo quedaría grabado en la memoria de los montillanos, que desde siempre advirtieron en su persona cualidades milagrosas y de santidad. No obstante, la fama milagrera de esta figura clave en la colonización del Nuevo Mundo, comenzó a propagarse el día que fray Francisco sanó a un niño afectado por la lepra en la misma calle Córdoba.
Como argumentó el curtidor Diego López Vique durante el proceso de beatificación, “Solano, movido por la caridad y viendo al niño con tantas llagas, lamió con su boca y lengua todas ellas, tanto las del rostro como las del cuerpo y, dejándolo, al otro día por la mañana el niño amaneció mucho mejor, deshinchado y con todas las llagas secas, hasta quedar sano”.
Quizás por eso, los montillanos pusieron todo su empeño en levantar una pequeña ermita justo en el lugar en que Solano dio muestras de su don divino. Una ermita que, en su particular atalaya de la calle Córdoba, vivirá hoy su jornada más intensa.
La jornada comienza a las nueve de la mañana, con la tradicional diana floreada por las calles de la ciudad a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesus Nazareno de Montemayor. Tras el tradicional repique del campanillo, la imagen de El Santico recorrerá en procesión el antiguo barrio de Las Tenerías, acompañada por cientos de fieles que, cada año, renuevan su compromiso con esta pequeña talla que ocupa el retablo de una ermita levantada en 1821 por Alonso Delgado, gracias a las aportaciones del gremio de curtidores y zapateros.
Desde las 10.15, las calles Altillos, Ciprés o San Antonio vivirán su particular día grande, envueltos en las melodías de los cientos de fieles que acompañan la pequeña imagen del santo patrono. Coplas tradicionales que devolverán el protagonismo un año más a una de las zonas más pintorescas de la ciudad, que permite degustar, a sorbos pequeños, esa deslumbrante historia que se ha ido forjando en el tiempo y que concede a Montilla un cuerpo y un aroma evocador, noble y profundo.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR