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Aureliano Sáinz | Reinterpretando el horror de El Guernica de Picasso

El pasado martes, 26 de abril, se cumplía el 85.º aniversario del bombardeo de la ciudad vasca de Guernica. Días anteriores, el 5 de abril, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, tuvo una intervención telemática en el Congreso de los Diputados de nuestro país, que pudo ser vista por aquellos que conectaron el televisor en el momento de la retransmisión. El inicial aplauso cerrado, con los parlamentarios y senadores de pie, fue la respuesta del apoyo que la mayoría de los españoles siente hacia el pueblo ucraniano que sufre los horrores de los brutales ataques a la indefensa población civil por parte del ejército ruso


Pero si algo quiero resaltar de la intervención de Zelenski fue la referencia al bombardeo que sufrió Guernica, llevado a cabo por cuarenta y tres bombarderos y cazas alemanes de la Legión Cóndor, junto a algunos italianos que estaban al servició del general golpista Francisco Franco. Fue el acontecimiento de la Guerra Civil española que mayor resonancia mundial despertó, ya que era la primera vez que la aviación arrasaba una ciudad abierta, sin objetivos militares de magnitud ni defensas antiaéreas en la ciudad.

Este hecho acabó convirtiéndose, por un lado, en símbolo universal de la cruel violencia que se desata en las guerras y, también, en referente de la barbarie nazi-fascista, la misma que hoy parece resucitar en distintas partes del mundo, aunque presente otros ropajes. A la configuración de este símbolo no cabe duda que ayudó el lienzo, de enormes dimensiones, que pintó Pablo Picasso. Recibió el nombre de la ciudad arrasada, pudiendo contemplarse en la actualidad en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Una vez que El Guernica se convirtió en símbolo de la paz y en icono que denuncia la crueldad de la guerra, quisiera apuntar que como profesor he trabajado a lo largo de los años con los alumnos de mi Facultad la reinterpretación de esta obra, enfocada desde el punto de vista artístico, histórico y de la defensa de los Derechos Humanos.

Antes de comenzar a trabajar la reinterpretación de esta obra, era preciso darles una información histórica ajustada a los hechos acontecidos, por lo que en el aula proyecto documentales de aquella época que muestran el bombardeo de una ciudad indefensa y en los que se aprecia que la población era masacrada desde el aire.

Una vez que han recibido la documentación histórica necesaria para que entiendan su significado, realizamos un análisis de la obra desde el punto de vista artístico antes de invitarles a que elaboren una reinterpretación libre y personal, a color, puesto que la obra original está realizada en blanco y negro.

Inicialmente, tienen bastantes dudas, ya que la mayor parte de ellos ha interiorizado la frase muy extendida de “El dibujo no se me da”, expresión que ya conocieron en la adolescencia e, incluso, antes. Para darles confianza, les proyecto en la pantalla del aula trabajos de compañeros de cursos anteriores, con el fin de que entiendan que iremos paso a paso, sin descartar ninguna idea valiosa que se les ocurra.

Los resultados suelen ser bastante buenos, ya que en gran medida vuelcan sus capacidades creativas en este trabajo. Es lo que sucede con el de la portada, donde el autor nos muestra su interpretación por medio de un encuadre de vista subjetivo, ya que en la composición aparecen sus propias manos como si estuvieran realizando la tarea. Así podemos apreciar que su mano derecha sostiene el lápiz, no con los dedos, como es habitual, sino con puño cerrado, como si fuera un punzón, dejando gotas de tinta roja, a modo de sangre, para expresar el dolor ante lo que contempla.


Otra interpretación es la que acabamos de ver. En ella, el autor ha representado la escena girando el cuadro de El Guernica, como expresión del caos y de la violencia de un mundo en guerra, De este modo, sobre el nuevo lienzo se derrama pintura roja que, a modo de sangre, refleja el dolor y la desesperación de unos personajes que habitan en un planeta en el que han desaparecido los valores esenciales que deben guiar a los diferentes países.


¿Vivimos en una realidad o lo que no rodea en la actualidad es una pesadilla de la que deseamos pronto despertar? La autora del tercer trabajo que muestro se decanta por lo segundo: la actual sociedad es un sueño cargado de alucinaciones, donde la angustia, el dolor y la locura se han apoderado de unos personajes que huyen despavoridos sin saber hacia dónde caminar.


A veces, en el aula me encuentro con estudiantes que son grandes aficionados a los cómics, por lo que acuden a los recursos de este medio gráfico para realizar la reinterpretación de la obra de Picasso. Así, en este caso, el autor ha acudido a dar volumen a las figuras de El Guernica, de modo que en un escenario cerrado, flotan en el aire los personajes del cuadro original, mientras en el suelo aparecen un escorpión, un híbrido de perro y lobo y un personaje con botellas rotas dentro de un ambiente claustrofóbico.


Otra vez la realidad como pesadilla. La autora del trabajo anterior nos muestra a una joven yacente en una cama, asistida con un goteo, evocando a uno de los hospitales a los que llega la gente malherida. La chica sueña que camina por el pasillo del hospital arrastrando el gotero y contemplando la escena que se asoma tras la puerta: el caos, la violencia y la desolación. La guerra como horror y pesadilla de la que ni siquiera en los sueños desaparecen.


También el exilio y la huida de las zonas de conflictos son motivos para reflejarlos en el trabajo. En los actuales conflictos bélicos, como bien sabemos, los refugiados se multiplican buscando una salida a una posible muerte, porque la población civil no se encuentra de ningún modo protegida ante los habituales “crímenes de guerra”. Es lo que pretende expresar la autora de la anterior escena, en la que nos muestra una figura femenina cargada de maletas dispuesta a marchar a un país desconocido que pueda acogerla.


Con este último trabajo cierro la presentación de la experiencia que a lo largo del tiempo he ido llevando en el aula. En este caso, el autor se centra en los problemas sociales que son consecuencia de los recortes de derechos que actualmente sufren distintos sectores de la población. De este modo, traza diversas escenas en las que, de modo reiterativo, aparecen tijeras que, en algunos casos, se convierten en cuchillos con los cuales se ataca a los más débiles. No obstante, aboga por una solución pacífica de los conflictos colectivos, al mostrar la icónica paloma de Pablo Picasso en su composición gráfica.

AURELIANO SÁINZ
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