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La superficie de viñedo en Montilla-Moriles marca un nuevo mínimo histórico con apenas 4.700 hectáreas

La falta de relevo generacional y las vicisitudes por las que pasa el sector de la viticultura favoreció que durante el pasado año 2021 se registrara un nuevo mínimo histórico en la superficie de viñedo en el marco de Montilla-Moriles. La tendencia arrastrada desde hace más de medio siglo ha provocado que la comarca apenas mantenga 4.700 hectáreas de viñedo como consecuencia del continuo arranque de vides.

"La caída en la superficie de viñedos es una realidad con la que tenemos que seguir luchando, pero no es fácil por dos cuestiones fundamentales como son la falta del relevo generacional o la búsqueda de otras alternativas más rentables, lo que sigue favoreciendo ese arranque", explicó a Andalucía Digital el gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, Enrique Romero.

En este sentido, no sólo la superficie de viñedo se ha reducid en más de un 75 por ciento en las últimas cuatro décadas, cuando a principios de los años ochenta se superaban las 19.000 hectáreas, sino que también lo hacen los viticultores. En concreto, en la última década la comarca cordobesa ha pasado de contabilizar 2.800 a unos 1.750 viticultores durante la pasada campaña.

Por todo ello, desde el Consejo Regulador de la DOP insisten en la necesidad de agilizar los trámites necesarios para optar a las ayudas de los planes de reestructuración "para que la plantación de nuevos viñedos resulte interesante". 

"En los últimos dos años el propio Consejo Regulador ha realizado labores de intermediación entre la Administración y los viticultores para agilizar la resolución. Si no se favorece toda la tramitación, finalmente el agricultor buscará alternativas más rentables, bien en otros cultivos o en otro tipo de proyectos", explicó Garrido, quien adelantó que para el nuevo ejercicio se prevé "una importante caída".

La mayor parte de los viñedos del marco Montilla-Moriles se concentran en el término municipal de Montilla, donde se contabilizan cerca de 1.800 hectáreas de vid, lo que representa el 38 por ciento de la superficie total de la DOP. Le siguen Aguilar de la Frontera, con 780 hectáreas; Moriles, con 390; Montemayor, con 350 hectáreas; y Cabra, con 330. Por su parte, la presencia de viñedo es testimonial en localidades como Fernán Núñez, Espejo y Doña Mencía.

En la actualidad, la DOP Montilla-Moriles engloba 18 municipios. De este modo, las localidades que conforman la Zona de Producción son Montilla, Moriles, Doña Mencía, Montalbán, Monturque, Nueva Carteya y Puente Genil, así como parte de los términos municipales de Aguilar de la Frontera, Baena, Cabra, Castro del Río, Espejo, Fernán-Núñez, La Rambla, Lucena, Montemayor y Santaella. La Zona de Crianza se completa, además, con el núcleo urbano de Córdoba capital.

La falta de rentabilidad del cultivo a causa de la continua devaluación del precio de la uva, unida al descenso del consumo del vino, han causado la desmoralización de un sector que, como en otros puntos de España, ha apostado por el arranque de cepas o por el cambio de cultivo, en este caso a favor del olivar, prácticas animadas por las ayudas de la Unión Europea.

Efectos del cambio climático

Un estudio publicado en 2018 por el portal Misumiller.es vinculaba directamente la evolución del mapa del viñedo en España en los últimos cuarenta años –que ha experimentado una “clara tendencia a desplazarse hacia el norte”–, con factores climatológicos, ya que, a juicio de los autores de este estudio, “el clima juega el papel más determinante y difícil de controlar en la elaboración de un vino”.

“Las estaciones de primavera y verano en España cada vez son más secas y calurosas y, en consecuencia, el viñedo, que está tan íntimamente vinculado al ritmo de las estaciones y la evolución de las temperaturas, está actuando a su vez como uno de los mejores bioindicadores del cambio climático en la agricultura”, sostenían los autores de la investigación.

Matías Vela, director técnico de Misumiller.es, explicaba la influencia del cambio climático en el cultivo de la vid, recordando que en 2017, la vendimia se inició en el Condado de Huelva varios días antes que en la zona Montilla-Moriles que, tradicionalmente, “siempre ha sido un indicador por ser la primera Denominación de Origen en empezar”.

En ese sentido, Vela subraya que mientras en el año 2000 la recolección de la uva en Huelva comenzaba en torno al 3 de agosto, en menos de dos décadas se ha llegado a adelantar veinte días. “Esto significaría que, en las condiciones actuales, para mantener los ritmos de producción de algunas denominaciones de Origen, sería preciso adelantar la cosecha y empezar a vendimiar con las uvas prácticamente verdes”, resaltaba el especialista.

El director técnico de Misumiller.es alertaba entonces de las “nefastas” consecuencias que conllevaría esta práctica, ya que, a su juicio, “afectaría de manera directa a las características del vino que, además de resultar falto de olor, tendría un sabor muy áspero, pues si las semillas están demasiado verdes en el momento de la recolección, se libera un tanino amargo y astringente que arruina la calidad del vino”.
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