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Buzón del Lector | No mueren los años

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta abierta de Francisco Alcaide sobre la llegada del fin de año. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.


Los años no mueren. Caen las hojas del calendario ingrávidas balanceando en el aire sus tonalidades como las hojas de los chopos vencidas por el viento otoñal. Una tras otra, pierden su virginidad fecundadas por el tiempo, el magnánimo dueño y señor que convierte los momentos en horas, las vivencias pasadas en meses y los recuerdos en años. Y eso es todo; no mueren los años en ancianos geriátricos ni nacen en guarderías de cristal, no acaban en la última estación ni nacen en cristalinos manantiales, no se apagan como estrellas fatigadas ni renacen como el ave Fénix. Solo es eso: tiempo, vida, cuerpo y alma.

Y es que el ser humano necesita vivir del aire e insuflar su historia con bocanadas de grandeza, precisa denotar el escalofrío que produce el miedo y escribirlo en el envés de un suspiro, requiere ser el dueño de sus tristezas y secar sus lágrimas en vetustos diarios. Todo hay que contarlo, todo hay que escribirlo. Dueños de nuestra sombra, paseamos junto a ella sin conocer quien está a nuestro lado, el amigo que nos puede ayudar, el desconocido que alineará sus maldades hacia ti. Y como vulnerables ovejas seguimos siempre en el rebaño del más poderoso, el lobo feroz que el tiempo premió con armas y poder de convencimiento.

Fácil y simple. Todo debería ser tan fácil como una sonrisa, tan simple como un lamento, tan digno como mirarse a los ojos y aceptar que no mueren los años, solo son arrugas las que se desprenden como bolsas inyectadas de vivencias de unos ojos cada día más castigados, tan honroso como ver cambiada la pigmentación de tu pelo, de observar como las manos inclinan sus dedos hacia el camino que su artrosis les conduce, tan bonito como amar y ser correspondido, tan triste como despedirse con un hasta luego y saber que será para siempre.

Nunca pensé que los años mueren. Siempre felicito al tiempo por su sencillez, por regalarnos sol a diario, lluvia para dar color a la naturaleza y felicito el dulce sabor de las intenciones y el suave olor de las miradas que las personas de buen corazón poseen porque, a pesar de encontrarnos enredados en una madreselva de tupidas vendas , es la manera más pura y natural para dibujarnos como lo que realmente somos; seres humanos.

Los años no mueren. Mueren las hojas del calendario que desnudo quedará una noche de invierno. Feliz vida.

FRANCISCO ALCAIDE


NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.

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