Corre, corre, que te pillan. No es suficiente: nunca vas a llegar a lo máximo. Tropezones, carreras como pollo sin cabeza, sin rumbo. No hay destino y, otra vez, voy a mil por hora. ¿Esta vida solo es correr? Miedos, amenazas veladas –o no tan veladas–, desierto sin osasis. No se puede beber, no se puede descansar, solo sol cegador.
Otra vez he vuelto a salirme de mí, a meterme en un agujero negro de mi mente. "Tengo que hacer"; "tengo que conseguir"... Plazos y más plazos. Cuidar de los demás y muy poco de mí. Días llenos de cuadros que rellenar. Descansar, nunca, es una pérdida de tiempo. Pero si duermo, me siento culpable porque debería estar haciendo otra cosa.
Luchas internas por llegar a una perfección impuesta por la dictadura de mi cerebro. Ahogo, pérdida de conciencia... Corre, corre, corre... ¡Huye! Pero, ¿a dónde voy si el del látigo me persigue, si no me deja ni de día ni de noche? Descarrile total.
Me he estrellado y aún no lo sé. Conseguir, conseguir... Hacer, hacer... Correr, correr.... ¿Qué debería estar haciendo yo en este momento? ¿Qué debería estar sintiendo? ¿Tendría que estar en otro lugar? ¿Dónde? Quiero que mi mente pare; quiero dormir sin apretar los dientes. Quiero no saber qué hora es. Quiero que el nudo del pecho se desate y se eche a volar.
El agujero negro me absorbe. La perfección me deja desvalida. Soy una zombi que camina en espiral. Sé que tengo que salir de aquí; sé que no quiero estar aquí; sé que esto no es bueno para mí pero, cada vez, tengo menos fuerzas y, tras cada caída, el suelo se me antoja mi sitio. ¿Levantarse para qué? ¿Para caer otra vez?
Hoy no me hallo. No sé qué es hoy. Pediré al universo un poco de energía para volver al camino de la vida. Porque esto no es vivir.
Otra vez he vuelto a salirme de mí, a meterme en un agujero negro de mi mente. "Tengo que hacer"; "tengo que conseguir"... Plazos y más plazos. Cuidar de los demás y muy poco de mí. Días llenos de cuadros que rellenar. Descansar, nunca, es una pérdida de tiempo. Pero si duermo, me siento culpable porque debería estar haciendo otra cosa.
Luchas internas por llegar a una perfección impuesta por la dictadura de mi cerebro. Ahogo, pérdida de conciencia... Corre, corre, corre... ¡Huye! Pero, ¿a dónde voy si el del látigo me persigue, si no me deja ni de día ni de noche? Descarrile total.
Me he estrellado y aún no lo sé. Conseguir, conseguir... Hacer, hacer... Correr, correr.... ¿Qué debería estar haciendo yo en este momento? ¿Qué debería estar sintiendo? ¿Tendría que estar en otro lugar? ¿Dónde? Quiero que mi mente pare; quiero dormir sin apretar los dientes. Quiero no saber qué hora es. Quiero que el nudo del pecho se desate y se eche a volar.
El agujero negro me absorbe. La perfección me deja desvalida. Soy una zombi que camina en espiral. Sé que tengo que salir de aquí; sé que no quiero estar aquí; sé que esto no es bueno para mí pero, cada vez, tengo menos fuerzas y, tras cada caída, el suelo se me antoja mi sitio. ¿Levantarse para qué? ¿Para caer otra vez?
Hoy no me hallo. No sé qué es hoy. Pediré al universo un poco de energía para volver al camino de la vida. Porque esto no es vivir.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ