Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un artículo de Ramón Vallés Moya, miembro de la asociación Estudio y Acción, sobre el 80.º aniversario del fallecimiento del artista montillano Manuel Garnelo y Alda. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
El pasado 4 de mayo se cumplió el 80.º aniversario del fallecimiento, en la localidad granadina de Loja, del insigne escultor montillano Manuel Garnelo y Alda. Aprovechando la cercanía de dicha efeméride, es un momento idóneo para rendirle un merecido homenaje, merced a su magnífica y muy extensa obra artística y, además, para hacer mención a una anécdota, poco conocida, al menos para los que no se hayan interesado en profundidad por su figura.
El suceso al que nos referimos fue protagonizado por este insigne montillano en el año 1935, poco antes del estallido de la fratricida Guerra Civil española y enmarcado dentro del “irrespirable” ambiente político y social que se vivió en aquellos años, a lo largo y ancho de nuestra patria.
Se trata de un hecho –del que veremos algunos detalles más adelante–, que, por su naturaleza, podría formar parte de la realidad política de la España actual, donde el revanchismo, el rencor y la mentira son el combustible que alimenta el motor que mueve a algunos de los políticos que, por desgracia, “sufrimos” los españoles de hoy.
Pero, antes, demos unas pinceladas sobre el perfil biográfico y artístico de Manuel Garnelo y Alda, del que me atrevería a decir que fue uno de los escultores más destacados del panorama artístico español durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del pasado siglo XX. No en vano, fue un claro exponente de la plástica naturalista y una figura muy destacada dentro del simbolismo, en su corriente decorativa.
Manuel Garnelo y Alda nació en la localidad cordobesa de Montilla el día 1 de enero de 1878. Hijo de José Ramón Garnelo, profesor de Medicina, y de Josefa Alda, su hermano, el maravilloso pintor José Santiago Garnelo y Alda1, obtuvo una pensión para ampliar estudios en Roma y ésta permitió a Manuel acompañarlo a Italia donde, con tan solo doce años, dio sus primeros pasos artísticos de la mano de dos excelsos maestros como eran Aniceto Marinas2 y Mariano Benlliure.
Posteriormente, viaja a Madrid, donde estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando hasta 1899. Durante ese periodo de estancia en la capital de España, en 1892, obtiene Mención Honorífica en la Exposición Internacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, por la obra Tota pulchra est Maria.
Concluidos sus estudios en dicho centro, vuelve a concedérsele pensión para ampliar estudios en Roma, donde permanece cuatro años y donde esculpe la estatua El Segador y el relieve Santa Elena y Constantino.
En el año 1906 obtiene por oposición la Cátedra de Carpintería Artística en la Escuela Superior de Artes Industriales de Granada, de la cual llegó a ser director. Allí desarrolló una enorme y brillante labor didáctica y, durante muchos años, de su mano, se desarrollaron artísticamente muchísimos alumnos de dicha escuela.
La prolífica producción artística de Manuel Garnelo podemos encontrarla a día de hoy distribuida en diferentes ubicaciones geográficas y lugares como iglesias, organismos públicos, museos –como el Garnelo en Montilla o el de Bellas Artes de Córdoba–, así como en colecciones particulares.
Fruto de los golpes del martillo y el cincel de Manuel Garnelo nacieron preciadas esculturas y monumentos públicos, lo mismo que obras decorativas. Su obra religiosa, la mayoritaria dentro su producción artística, fue muy prolífica y de una gran calidad artística, y no es de extrañar, dadas sus profundas convicciones católicas que, unidas a su maestría esculpiendo, tallando o moldeando, compusieron una fórmula que dio como resultado un magnífico catálogo de obras.
En esta área destacan, entre otras muchas, la lámpara de bronce de la Catedral de Orense; la Virgen de la Vera Cruz de Loja; la Virgen de las Mercedes, patrona de Alcalá la Real; la Virgen de los Dolores de Montilla (uno de sus últimos trabajos, que realizó poco antes de su muerte en 1941); el San Francisco de Paula de Puente Genil; la reforma del baptisterio de la Parroquia de Santiago de Montilla; o la ya mencionada Tota pulchra est Maria.
Fue también el autor del altar mayor de la iglesia de la Concepción de Madrid y el de las Hermanas del Sagrado Corazón de Granada. Asimismo, no debemos dejar de destacar el tabernáculo realizado para la Parroquia de la Asunción de Priego de Córdoba, una de las joyas del barroco andaluz, situado en el centro de la Capilla del Sagrario, conocida como la Capilla Sixtina de Andalucía. Se trata de una obra de una gran belleza, combinando majestuosamente una mezcla de mármoles, relieves y figuras de madera.
También dentro de su obra sacra, no podemos olvidar los trabajos conjuntos que realizó con su hermano José. Entre 1922 y 1929 restaura el camarín de Nuestra Señora de la Angustias de Granada y su hermano José se encarga de las pinturas murales de dicho proyecto. Por este proyecto les fue concedida una Tercera Medalla en la Exposición Nacional del año 1922.
De igual manera, realizó un retablo y una imagen de San Francisco Solano en la iglesia-santuario de María Auxiliadora de Montilla, que fue rematado por su hermano con una pintura sobre la vida del santo.
La escultura a San Francisco Solano
Englobada también dentro de su obra religiosa se encuentra el monumento “protagonista” de la anécdota citada al principio de este artículo y que, a continuación, relataremos brevemente. Se trata del conjunto escultórico, tallado en piedra, en honor a San Francisco Solano, patrón de su localidad natal. Este monumento fue realizado por Manuel, aproximadamente entre los años 1934 y 19354, con la idea de ser donado a su localidad.
En un principio estaba destinado –y ese, además, era el deseo del artista– a ser colocado en la céntrica plaza de la Rosa de la localidad. Pero, por desgracia para el patrimonio artístico de la ciudad, y con gran disgusto y pena para el artista, este monumento nunca llegó a plantarse en el lugar donde se había previsto que lo hiciera.
La España de los primeros años treinta, previos a la Guerra Civil, era una olla a presión, y ese clima político, muy marcado por un anticlericalismo feroz de los partidos de izquierdas5, no fue el mejor entorno para que se llevara a cabo el proyecto como se había pensado inicialmente.
Al Gobierno municipal socialista y al artista podríamos situarlos, sin miedo a equivocarnos, en las “antípodas ideológicas” el uno respecto al otro, y como no podía ser de otra manera, finalmente la obra se vio obligada a ser colocada dentro la finca El Puntal, propiedad de la familia Garnelo.
Ejemplo del clima de violencia que se viva en esos años en España es que estando ya ubicado el monumento en la finca El Puntal, sufrió un ataque, de marcado carácter anticatólico, por parte de “algunos elementos” que no se contentaron tan solo con conseguir que no se colocara el mismo en un lugar público de la ciudad, quedando algunas de las estatuas que lo componen mutiladas. Estos desperfectos fueron restaurados algún tiempo después por el propio artista, encontrándose la obra en la actualidad en perfecto estado de conservación.
Posteriormente, tanto durante el régimen del General Franco, como con posterioridad tras la llegada de la Monarquía parlamentaria, se trató en varias ocasiones de cumplir los deseos del artista, ya fallecido, y trasladar la obra a la plaza de la Rosa, pero por diferentes motivos nunca se llevó a cabo dicho traslado.
Ya fuera por los impedimentos puestos por los arrendatarios de la finca en alguna ocasión, o por discrepancias familiares en otras, lo cierto es que, a día de hoy, el monumento aún se encuentra en el lugar donde se ubicó en un primer momento y donde, por desgracia, no puede ser disfrutado cada día por los ciudadanos de Montilla y los visitantes que llegan hasta la preciosa localidad de la Campiña Sur cordobesa.
Otras obras
No todo fue obra religiosa en la producción de Manuel Garnelo y es muy destacable también su producción artística de carácter laico. Esta producción engloba obras de tipo monumental, diseño de edificios, monumentos funerarios y otras obras escultóricas de menor tamaño.
En 1920 fue el director artístico en el proyecto de construcción del Teatro Coliseo Olympia de Granada que recibió numerosísimos elogios en la prensa de la época. También fue el alma mater, junto con su hermano José, en el proyecto del teatro que se construyó en su localidad natal de Montilla y que llevó –y aun hoy día lleva– por nombre el apellido Garnelo.
En este proyecto se encargó de la realización de las decoraciones en escayola interiores y exteriores, así como de la manufactura de dos bustos representando a su padre y a su hermano que se colocaron a los lados del escenario. Por su parte, su hermano José Santiago realizó varias pinturas murales ubicadas en el interior del edificio.
En esta obra arquitectónica no solo participó en su faceta de artista, sino que era uno de los tres socios promotores del proyecto. A día de hoy, del proyecto original, por desgracia, solo se conserva la fachada como parte del teatro actual.
El panteón de la familia de Francisco Cuesta en Guadalajara, de diseño racionalista, en la que se sitúa una escultura en mármol representando a tres difuntos que atraviesan un umbral dirigidos por la Muerte; el panteón familiar de los Peso-Blanco en Granada (1910); la placa conmemorativa en la casa de Cádiz donde falleció diputado doceañista José Mexia Lequerica; el busto de José Antonio Primo de Rivera (1941) o el relieve Campesina con vaca, son algunos otros ejemplos de obras de carácter no religioso dentro de su producción.
Entre las obras monumentales destacaremos el proyecto que presentó, junto al arquitecto Gabriel Abreu, al concurso para la realización del monumento por el centenario de las Cortes de Cádiz de 1812. El monumento al Padre Manjón en Granada; otro al heroico militar José Ibáñez Martin en Enguera (1910); el monumento al malogrado exministro y diputado José Calvo Sotelo en Loja; o los monumentos a los Caídos en la Guerra Civil en Priego de Córdoba y Alcalá la Real, también forman parte de su producción.
Tras el final de la Guerra Civil y con la victoria del Bando Nacional en la misma, se multiplicaron los encargos al artista, tanto de obras de carácter religioso, como laico, relacionadas con la propia victoria en la contienda y los caídos en dicho conflicto bélico. Pero la repentina muerte que le sobrevino solo dos años después no le permitió culminar muchas de ellas.
Como hubiera dicho un ferviente católico como él, “la hora de rendir cuentas con el Altísimo”, en mayo de 1941 a los 61 años de edad (antes de lo deseado y de lo deseable), le llegó a Manuel Garnelo en Loja, ciudad en la que residía por ser de allí su segunda esposa.
Muy curiosa coincidencia que esta población granadina fuera el mismo lugar donde pasó los últimos años de su vida otro insigne y famoso montillano, quizás junto al Inca Garcilaso y San Francisco Solano los tres más ilustres hijos de la Villa de Montilla, como fue Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán.
En marzo del año 2009, los restos mortales del artista fueron trasladados y depositados en el panteón familiar ubicado en la Parroquia de Santiago de Montilla, cumpliendo así sus descendientes la que había sido su voluntad.
El pasado 4 de mayo se cumplió el 80.º aniversario del fallecimiento, en la localidad granadina de Loja, del insigne escultor montillano Manuel Garnelo y Alda. Aprovechando la cercanía de dicha efeméride, es un momento idóneo para rendirle un merecido homenaje, merced a su magnífica y muy extensa obra artística y, además, para hacer mención a una anécdota, poco conocida, al menos para los que no se hayan interesado en profundidad por su figura.
El suceso al que nos referimos fue protagonizado por este insigne montillano en el año 1935, poco antes del estallido de la fratricida Guerra Civil española y enmarcado dentro del “irrespirable” ambiente político y social que se vivió en aquellos años, a lo largo y ancho de nuestra patria.
Se trata de un hecho –del que veremos algunos detalles más adelante–, que, por su naturaleza, podría formar parte de la realidad política de la España actual, donde el revanchismo, el rencor y la mentira son el combustible que alimenta el motor que mueve a algunos de los políticos que, por desgracia, “sufrimos” los españoles de hoy.
Pero, antes, demos unas pinceladas sobre el perfil biográfico y artístico de Manuel Garnelo y Alda, del que me atrevería a decir que fue uno de los escultores más destacados del panorama artístico español durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del pasado siglo XX. No en vano, fue un claro exponente de la plástica naturalista y una figura muy destacada dentro del simbolismo, en su corriente decorativa.
Manuel Garnelo y Alda nació en la localidad cordobesa de Montilla el día 1 de enero de 1878. Hijo de José Ramón Garnelo, profesor de Medicina, y de Josefa Alda, su hermano, el maravilloso pintor José Santiago Garnelo y Alda1, obtuvo una pensión para ampliar estudios en Roma y ésta permitió a Manuel acompañarlo a Italia donde, con tan solo doce años, dio sus primeros pasos artísticos de la mano de dos excelsos maestros como eran Aniceto Marinas2 y Mariano Benlliure.
Posteriormente, viaja a Madrid, donde estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando hasta 1899. Durante ese periodo de estancia en la capital de España, en 1892, obtiene Mención Honorífica en la Exposición Internacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, por la obra Tota pulchra est Maria.
Concluidos sus estudios en dicho centro, vuelve a concedérsele pensión para ampliar estudios en Roma, donde permanece cuatro años y donde esculpe la estatua El Segador y el relieve Santa Elena y Constantino.
En el año 1906 obtiene por oposición la Cátedra de Carpintería Artística en la Escuela Superior de Artes Industriales de Granada, de la cual llegó a ser director. Allí desarrolló una enorme y brillante labor didáctica y, durante muchos años, de su mano, se desarrollaron artísticamente muchísimos alumnos de dicha escuela.
La prolífica producción artística de Manuel Garnelo podemos encontrarla a día de hoy distribuida en diferentes ubicaciones geográficas y lugares como iglesias, organismos públicos, museos –como el Garnelo en Montilla o el de Bellas Artes de Córdoba–, así como en colecciones particulares.
Fruto de los golpes del martillo y el cincel de Manuel Garnelo nacieron preciadas esculturas y monumentos públicos, lo mismo que obras decorativas. Su obra religiosa, la mayoritaria dentro su producción artística, fue muy prolífica y de una gran calidad artística, y no es de extrañar, dadas sus profundas convicciones católicas que, unidas a su maestría esculpiendo, tallando o moldeando, compusieron una fórmula que dio como resultado un magnífico catálogo de obras.
En esta área destacan, entre otras muchas, la lámpara de bronce de la Catedral de Orense; la Virgen de la Vera Cruz de Loja; la Virgen de las Mercedes, patrona de Alcalá la Real; la Virgen de los Dolores de Montilla (uno de sus últimos trabajos, que realizó poco antes de su muerte en 1941); el San Francisco de Paula de Puente Genil; la reforma del baptisterio de la Parroquia de Santiago de Montilla; o la ya mencionada Tota pulchra est Maria.
Fue también el autor del altar mayor de la iglesia de la Concepción de Madrid y el de las Hermanas del Sagrado Corazón de Granada. Asimismo, no debemos dejar de destacar el tabernáculo realizado para la Parroquia de la Asunción de Priego de Córdoba, una de las joyas del barroco andaluz, situado en el centro de la Capilla del Sagrario, conocida como la Capilla Sixtina de Andalucía. Se trata de una obra de una gran belleza, combinando majestuosamente una mezcla de mármoles, relieves y figuras de madera.
También dentro de su obra sacra, no podemos olvidar los trabajos conjuntos que realizó con su hermano José. Entre 1922 y 1929 restaura el camarín de Nuestra Señora de la Angustias de Granada y su hermano José se encarga de las pinturas murales de dicho proyecto. Por este proyecto les fue concedida una Tercera Medalla en la Exposición Nacional del año 1922.
De igual manera, realizó un retablo y una imagen de San Francisco Solano en la iglesia-santuario de María Auxiliadora de Montilla, que fue rematado por su hermano con una pintura sobre la vida del santo.
La escultura a San Francisco Solano
Englobada también dentro de su obra religiosa se encuentra el monumento “protagonista” de la anécdota citada al principio de este artículo y que, a continuación, relataremos brevemente. Se trata del conjunto escultórico, tallado en piedra, en honor a San Francisco Solano, patrón de su localidad natal. Este monumento fue realizado por Manuel, aproximadamente entre los años 1934 y 19354, con la idea de ser donado a su localidad.
En un principio estaba destinado –y ese, además, era el deseo del artista– a ser colocado en la céntrica plaza de la Rosa de la localidad. Pero, por desgracia para el patrimonio artístico de la ciudad, y con gran disgusto y pena para el artista, este monumento nunca llegó a plantarse en el lugar donde se había previsto que lo hiciera.
La España de los primeros años treinta, previos a la Guerra Civil, era una olla a presión, y ese clima político, muy marcado por un anticlericalismo feroz de los partidos de izquierdas5, no fue el mejor entorno para que se llevara a cabo el proyecto como se había pensado inicialmente.
Al Gobierno municipal socialista y al artista podríamos situarlos, sin miedo a equivocarnos, en las “antípodas ideológicas” el uno respecto al otro, y como no podía ser de otra manera, finalmente la obra se vio obligada a ser colocada dentro la finca El Puntal, propiedad de la familia Garnelo.
Ejemplo del clima de violencia que se viva en esos años en España es que estando ya ubicado el monumento en la finca El Puntal, sufrió un ataque, de marcado carácter anticatólico, por parte de “algunos elementos” que no se contentaron tan solo con conseguir que no se colocara el mismo en un lugar público de la ciudad, quedando algunas de las estatuas que lo componen mutiladas. Estos desperfectos fueron restaurados algún tiempo después por el propio artista, encontrándose la obra en la actualidad en perfecto estado de conservación.
Posteriormente, tanto durante el régimen del General Franco, como con posterioridad tras la llegada de la Monarquía parlamentaria, se trató en varias ocasiones de cumplir los deseos del artista, ya fallecido, y trasladar la obra a la plaza de la Rosa, pero por diferentes motivos nunca se llevó a cabo dicho traslado.
Ya fuera por los impedimentos puestos por los arrendatarios de la finca en alguna ocasión, o por discrepancias familiares en otras, lo cierto es que, a día de hoy, el monumento aún se encuentra en el lugar donde se ubicó en un primer momento y donde, por desgracia, no puede ser disfrutado cada día por los ciudadanos de Montilla y los visitantes que llegan hasta la preciosa localidad de la Campiña Sur cordobesa.
Otras obras
No todo fue obra religiosa en la producción de Manuel Garnelo y es muy destacable también su producción artística de carácter laico. Esta producción engloba obras de tipo monumental, diseño de edificios, monumentos funerarios y otras obras escultóricas de menor tamaño.
En 1920 fue el director artístico en el proyecto de construcción del Teatro Coliseo Olympia de Granada que recibió numerosísimos elogios en la prensa de la época. También fue el alma mater, junto con su hermano José, en el proyecto del teatro que se construyó en su localidad natal de Montilla y que llevó –y aun hoy día lleva– por nombre el apellido Garnelo.
En este proyecto se encargó de la realización de las decoraciones en escayola interiores y exteriores, así como de la manufactura de dos bustos representando a su padre y a su hermano que se colocaron a los lados del escenario. Por su parte, su hermano José Santiago realizó varias pinturas murales ubicadas en el interior del edificio.
En esta obra arquitectónica no solo participó en su faceta de artista, sino que era uno de los tres socios promotores del proyecto. A día de hoy, del proyecto original, por desgracia, solo se conserva la fachada como parte del teatro actual.
El panteón de la familia de Francisco Cuesta en Guadalajara, de diseño racionalista, en la que se sitúa una escultura en mármol representando a tres difuntos que atraviesan un umbral dirigidos por la Muerte; el panteón familiar de los Peso-Blanco en Granada (1910); la placa conmemorativa en la casa de Cádiz donde falleció diputado doceañista José Mexia Lequerica; el busto de José Antonio Primo de Rivera (1941) o el relieve Campesina con vaca, son algunos otros ejemplos de obras de carácter no religioso dentro de su producción.
Entre las obras monumentales destacaremos el proyecto que presentó, junto al arquitecto Gabriel Abreu, al concurso para la realización del monumento por el centenario de las Cortes de Cádiz de 1812. El monumento al Padre Manjón en Granada; otro al heroico militar José Ibáñez Martin en Enguera (1910); el monumento al malogrado exministro y diputado José Calvo Sotelo en Loja; o los monumentos a los Caídos en la Guerra Civil en Priego de Córdoba y Alcalá la Real, también forman parte de su producción.
Tras el final de la Guerra Civil y con la victoria del Bando Nacional en la misma, se multiplicaron los encargos al artista, tanto de obras de carácter religioso, como laico, relacionadas con la propia victoria en la contienda y los caídos en dicho conflicto bélico. Pero la repentina muerte que le sobrevino solo dos años después no le permitió culminar muchas de ellas.
Como hubiera dicho un ferviente católico como él, “la hora de rendir cuentas con el Altísimo”, en mayo de 1941 a los 61 años de edad (antes de lo deseado y de lo deseable), le llegó a Manuel Garnelo en Loja, ciudad en la que residía por ser de allí su segunda esposa.
Muy curiosa coincidencia que esta población granadina fuera el mismo lugar donde pasó los últimos años de su vida otro insigne y famoso montillano, quizás junto al Inca Garcilaso y San Francisco Solano los tres más ilustres hijos de la Villa de Montilla, como fue Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán.
En marzo del año 2009, los restos mortales del artista fueron trasladados y depositados en el panteón familiar ubicado en la Parroquia de Santiago de Montilla, cumpliendo así sus descendientes la que había sido su voluntad.
Notas
1) José Garnelo fue el más conocido y reconocido de toda la saga de artistas de la familia Garnelo. Llegó a ser subdirector del Museo del Prado, director de la Academia Española en Roma y uno de lo primeros maestros de Pablo Picasso. La maestría y la fama que alcanzó, quizás fueran causa de que su hermano Manuel, a pesar de su gran calidad como artista, haya quedado históricamente en un segundo plano.
2) Autor entre muchísimas obras de las esculturas del conjunto monumental al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles. Realizó tanto las esculturas del primer monumento, destruido durante la Guerra Civil a manos del bando frente populista, como de las del segundo monumento, reconstrucción ordenada tras la guerra por el General Franco.
3) Dentro de esta reforma, traslada a la Capilla de las Ánimas la Pila Bautismal donde recibió las aguas el Patrón de Montilla, San Francisco Solano. Dicha capilla fue ampliada y decorada con yeserías y dibujos de la vida de El Santo.
4) El monumento tiene en su parte trasera una placa esculpida en piedra y realizada por el artista que reza así: “En veneración a su patrono San Francisco Solano erigió este monumento Manuel Garnelo y Alda. Año 1935”.
5) Durante toda la II República, pero especialmente tras las elecciones de 1931 y las de 1936 el asalto, destrucción y quema de iglesias y otros edificios religiosos católicos, incluyendo el patrimonio artístico que estos albergaban, fue muy generalizado en todo el país, sobre todo en las grandes ciudades, sin quedar exento de ello poblaciones de menor tamaño. Para profundizar en este tema:
- Montero Moreno, Antonio: Historia de la persecución religiosa en España. 1936-1939.
- Mata, Santiago: Holocausto Católico. Los Mártires De La Guerra Civil (Historia del siglo XX).
- Albertí, Jordi: La Iglesia en llamas. La persecución religiosa en España durante la Guerra Civil.
- Cárcel Ortí, Vicente: La gran persecución. España 1931-1939.
7) No será hasta marzo de 1942 cuando se coloque el monumento en la placeta que también llevará el nombre del protomártir (antes plaza de la Victoria), por lo que el autor no pudo disfrutar verlo allí ubicado, ya que falleció en mayo de 1941.
8) Estas tres últimas obras fueron retiradas de sus ubicaciones en la vía publica y/o destruidas a partir de 1978, tras el final del régimen del General Franco. Algunas de las esculturas que componían estos monumentos podemos apreciarlas en la imagen de su taller incluida en el presente artículo.
RAMÓN VALLÉS MOYA
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.