Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta abierta de Francisco Alcaide, colaborador de este periódico, sobre la celebración hoy del Día Mundial contra el Cáncer de Mama. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Marta, María, Almudena, Sara, Milagros y Teresa tienen algo en común; son unas luchadoras. Todas y cada una de ellas buscaron sus armas, desempolvaron el valor y afilaron con rabia y resignación sus puñales para combatir con el enemigo; su peor enemigo.
Un nódulo en el pecho, un enrojecimiento de la mama, dolores y molestias han confirmado el peor de los presagios. Cáncer, tumor maligno o malformación celular que ha venido para quedarse, sin ser invitado, se ha colado para ser el protagonista de nuestra salud.
Atrás quedaron las alegrías de tiempos pasados, los buenos momentos vividos en la mejor compañía. Sin espacio ni desorden, poco a poco van colocándose el escudo que aguantará el peso de la lucha, los golpes de furia que provoca el llanto, las flechas que impulsa la ira, la desesperación convertida en tristeza y abatimiento.
No importa el dolor cuando una vida está en juego. Merece la pena dejar que la alegría se marche, que el pelo se caiga, que el pudor y la vergüenza te invada por ver sonreír a tus hijos un día más, por seguir compartiendo minutos de vida con tus seres queridos, por continuar respirando la pureza del aire cuando el alba llama a tu puerta.
Te miro,
me lloras;
te aplaudo,
te enojas;
te beso, te escucho
y te repito hasta la saciedad
que nunca te dejaré sola.
Reanudar los días con terapias agresivas derriban muros y levantan tempestades, si bien, aferrarse a la esperanza es tomar el camino más próximo al éxito. Paso a paso, sorbo a sorbo hay que saber beber con entereza el veneno de tu enfermedad y caminar por el umbral de la serenidad, palabra bonita de pronunciar pero, en estos casos, difícil de asimilar.
Marta, María, Almudena, Sara, Milagros y Teresa fueron protagonistas de la crueldad de la enfermedad, vivieron en sus carnes la lentitud de la cura, plasmaron sus tristezas en rostros ausentes de sonrisas pero, todas ellas vencieron. Lucharon, pusieron la pica del arrojo en lo más alto de su estima, aguantaron estoicas largas contiendas y ganaron, derrotando a su propio enemigo en la batalla más dura de todas; la de la supervivencia.
Y ahora sonríes,
de nuevo sonríes,
mas flaca, más bella,
ausente de pelo,
más tierna,
esbozas palabras
con dulces miradas
que de radiantes gotas
inundan mi alma.
Nunca te dejaré sola.
En el Día Mundial contra el Cáncer de Mama inundemos todos con un lazo rosa las conciencias de todas las mujeres y hagámoslas ver de la necesidad de hacerse revisiones periódicas para prevenir esta cruel y mortífera enfermedad. La vida de nuestras madres, mujeres, hermanas y amigas está en juego.
Marta, María, Almudena, Sara, Milagros y Teresa tienen algo en común; son unas luchadoras. Todas y cada una de ellas buscaron sus armas, desempolvaron el valor y afilaron con rabia y resignación sus puñales para combatir con el enemigo; su peor enemigo.
Un nódulo en el pecho, un enrojecimiento de la mama, dolores y molestias han confirmado el peor de los presagios. Cáncer, tumor maligno o malformación celular que ha venido para quedarse, sin ser invitado, se ha colado para ser el protagonista de nuestra salud.
Atrás quedaron las alegrías de tiempos pasados, los buenos momentos vividos en la mejor compañía. Sin espacio ni desorden, poco a poco van colocándose el escudo que aguantará el peso de la lucha, los golpes de furia que provoca el llanto, las flechas que impulsa la ira, la desesperación convertida en tristeza y abatimiento.
No importa el dolor cuando una vida está en juego. Merece la pena dejar que la alegría se marche, que el pelo se caiga, que el pudor y la vergüenza te invada por ver sonreír a tus hijos un día más, por seguir compartiendo minutos de vida con tus seres queridos, por continuar respirando la pureza del aire cuando el alba llama a tu puerta.
me lloras;
te aplaudo,
te enojas;
te beso, te escucho
y te repito hasta la saciedad
que nunca te dejaré sola.
Marta, María, Almudena, Sara, Milagros y Teresa fueron protagonistas de la crueldad de la enfermedad, vivieron en sus carnes la lentitud de la cura, plasmaron sus tristezas en rostros ausentes de sonrisas pero, todas ellas vencieron. Lucharon, pusieron la pica del arrojo en lo más alto de su estima, aguantaron estoicas largas contiendas y ganaron, derrotando a su propio enemigo en la batalla más dura de todas; la de la supervivencia.
de nuevo sonríes,
mas flaca, más bella,
ausente de pelo,
más tierna,
esbozas palabras
con dulces miradas
que de radiantes gotas
inundan mi alma.
Nunca te dejaré sola.
FRANCISCO ALCAIDE
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.