Me gustaría utilizar esta columna de opinión como un ejercicio de maduración, de compresión y de aprendizaje sobre la realidad que estamos viviendo. Los cambios nos inundan cada día y adaptarnos requiere un esfuerzo titánico y sin garantías, ya que pueden suceder cambios de forma constante y diaria. Por eso me gustaría pensar en voz alta y compartir esta reflexión sobre el mundo laboral que nos espera, sobre todo en el ámbito en el que me gano la vida: la cultura.
Estamos viviendo un momento de incertidumbre, un momento de cambio muy brusco de paradigma. Pero aunque el paradigma cambie, las personas seguimos siendo las mismas, a pesar de que el tiempo que hemos estado encerrados no nos ha afectado a todos por igual: cada uno hemos tenido una visión de lo que está ocurriendo, de cuál es nuestro papel dentro de este juego y si formamos parte de un modo pasivo o activo.
La sociedad como conjunto cambia pero el individuo permanece. Todos tenemos un mínimo (el mismo tiempo encerrados a causa de la cuarentena) pero cada uno alcanza su máximo (momento de reflexión, interpretación de las causas y las consecuencias o cómo se ve afectado en su trabajo). Y en este máximo encontramos diferentes visiones, perspectivas y, sobre todo, necesidades.
La función de este ejercicio reflexivo no es más que identificar cuáles son y serán las principales necesidades y, a partir de ahí, aunar las diferentes visiones y perspectivas. Creo firmemente que sería un error atender a un único sector productivo, ya que esta crisis nos ha tocado a todos y no entiende de clases, ni de segmentos de población en concreto.
Lo que está ocurriendo es el mínimo común denominador para la sociedad española, por lo que debemos mirar bajo esas gafas y entender que la especialización vertical no sería más que un paso atrás. Por ello, una de las propuestas que me parecen más interesantes es la sinergia horizontal: incluir y relacionar sectores que, a priori, no tienen relación directa.
Un ejemplo: los grupos de música necesitarán un local de ensayo y las tiendas de ropa necesitarán poner música y atraer de nuevo a los clientes. La sinergia horizontal permitiría que el grupo utilice este establecimiento como lugar de “ensayo” y la tienda utilice a la banda como cebo para atraer a clientes. Reconozco que se trata de un ejemplo loco e imprevisible y que, quizás, no sea válido, pero tengo claro que es importante crear relaciones atractivas tanto para el comercio como para la cultura.
Como decía antes, creo que dar pasos ahora mismo de acuerdo a nuestra especialización es ir con desventaja. Ahora es momento de entender la sociedad como un todo sin segmentar. Las necesidades mínimas serán comunes a todos.
Como hemos visto en redes durante todos estos días y veremos en los próximos meses, se han creado iniciativas culturales para amenizar, divertir y entretener a los usuarios de estas plataformas sociales. Podemos sacar muchas conclusiones a partir de aquí, entre ellas, que la cultura es un arma para “huir” de la realidad, para proponer soluciones a los problemas.
Así, podemos considerar la cultura como motor de avance intelectual; como puro entretenimiento; como herramienta para entender lo que ocurre,; para expresar las emociones que sentimos. En definitiva, la cultura es una propuesta de soluciones constantes.
Mi propuesta es relacionar e introducir la cultura en ámbitos donde antes no estaba tan presente. Ahora hablo en primera persona: yo me considero un artesano que intenta utilizar diferentes géneros y disciplinas para expresar lo que siente.
Para mí han sido tan necesarios el arte y la cultura en estos momentos como la medicina, salvando las distancias, claro está. Intento explicar esto un poco mejor: la medicina cura lo físico, puede modificar el transcurso de una enfermedad o, simplemente, alargar la vida de alguien. Pero ¿quién cura lo metafísico?
A mí me gusta hablar del “alma”, pero entiendo que existen grandes posibilidades de que el alma, tal y como la entendemos de forma generalizada, no exista. Por lo tanto, hablo de aquello que podemos sentir pero que no es físico: de lo metafísico, en definitiva.
El arte y la cultura es la medicina del alma, la medicina de lo metafísico. Por ello, creo firmemente que, en los tiempos que estamos, es tan necesaria la cultura y el arte como la medicina. Ambos, en su conjunto, nos curan. Y a mí el arte me ha curado el alma en estos momentos de angustia, de ansiedad y de incertidumbre.
Quizás sea esa la solución mas acorde a lo que estamos viviendo: llevar la cultura y el arte a los sectores comerciales más afectados, creando una sinergia horizontal, dejando una huella positiva en nuestro entorno que tenga como arma la cultura. Y quizás la fórmula pasaría por aprender un poco del cultivo ecológico y trasladar su filosofía a otros ámbitos. Porque si a las personas que me rodean les va bien, a mí también me irá bien.
Estamos viviendo un momento de incertidumbre, un momento de cambio muy brusco de paradigma. Pero aunque el paradigma cambie, las personas seguimos siendo las mismas, a pesar de que el tiempo que hemos estado encerrados no nos ha afectado a todos por igual: cada uno hemos tenido una visión de lo que está ocurriendo, de cuál es nuestro papel dentro de este juego y si formamos parte de un modo pasivo o activo.
La sociedad como conjunto cambia pero el individuo permanece. Todos tenemos un mínimo (el mismo tiempo encerrados a causa de la cuarentena) pero cada uno alcanza su máximo (momento de reflexión, interpretación de las causas y las consecuencias o cómo se ve afectado en su trabajo). Y en este máximo encontramos diferentes visiones, perspectivas y, sobre todo, necesidades.
La función de este ejercicio reflexivo no es más que identificar cuáles son y serán las principales necesidades y, a partir de ahí, aunar las diferentes visiones y perspectivas. Creo firmemente que sería un error atender a un único sector productivo, ya que esta crisis nos ha tocado a todos y no entiende de clases, ni de segmentos de población en concreto.
Lo que está ocurriendo es el mínimo común denominador para la sociedad española, por lo que debemos mirar bajo esas gafas y entender que la especialización vertical no sería más que un paso atrás. Por ello, una de las propuestas que me parecen más interesantes es la sinergia horizontal: incluir y relacionar sectores que, a priori, no tienen relación directa.
Un ejemplo: los grupos de música necesitarán un local de ensayo y las tiendas de ropa necesitarán poner música y atraer de nuevo a los clientes. La sinergia horizontal permitiría que el grupo utilice este establecimiento como lugar de “ensayo” y la tienda utilice a la banda como cebo para atraer a clientes. Reconozco que se trata de un ejemplo loco e imprevisible y que, quizás, no sea válido, pero tengo claro que es importante crear relaciones atractivas tanto para el comercio como para la cultura.
Como decía antes, creo que dar pasos ahora mismo de acuerdo a nuestra especialización es ir con desventaja. Ahora es momento de entender la sociedad como un todo sin segmentar. Las necesidades mínimas serán comunes a todos.
Como hemos visto en redes durante todos estos días y veremos en los próximos meses, se han creado iniciativas culturales para amenizar, divertir y entretener a los usuarios de estas plataformas sociales. Podemos sacar muchas conclusiones a partir de aquí, entre ellas, que la cultura es un arma para “huir” de la realidad, para proponer soluciones a los problemas.
Así, podemos considerar la cultura como motor de avance intelectual; como puro entretenimiento; como herramienta para entender lo que ocurre,; para expresar las emociones que sentimos. En definitiva, la cultura es una propuesta de soluciones constantes.
Mi propuesta es relacionar e introducir la cultura en ámbitos donde antes no estaba tan presente. Ahora hablo en primera persona: yo me considero un artesano que intenta utilizar diferentes géneros y disciplinas para expresar lo que siente.
Para mí han sido tan necesarios el arte y la cultura en estos momentos como la medicina, salvando las distancias, claro está. Intento explicar esto un poco mejor: la medicina cura lo físico, puede modificar el transcurso de una enfermedad o, simplemente, alargar la vida de alguien. Pero ¿quién cura lo metafísico?
A mí me gusta hablar del “alma”, pero entiendo que existen grandes posibilidades de que el alma, tal y como la entendemos de forma generalizada, no exista. Por lo tanto, hablo de aquello que podemos sentir pero que no es físico: de lo metafísico, en definitiva.
El arte y la cultura es la medicina del alma, la medicina de lo metafísico. Por ello, creo firmemente que, en los tiempos que estamos, es tan necesaria la cultura y el arte como la medicina. Ambos, en su conjunto, nos curan. Y a mí el arte me ha curado el alma en estos momentos de angustia, de ansiedad y de incertidumbre.
Quizás sea esa la solución mas acorde a lo que estamos viviendo: llevar la cultura y el arte a los sectores comerciales más afectados, creando una sinergia horizontal, dejando una huella positiva en nuestro entorno que tenga como arma la cultura. Y quizás la fórmula pasaría por aprender un poco del cultivo ecológico y trasladar su filosofía a otros ámbitos. Porque si a las personas que me rodean les va bien, a mí también me irá bien.
DANY RUZ