Andalucía Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un artículo del escritor y académico José Antonio Ponferrada Cerezo sobre el paso por Montilla del cantautor Luis Eduardo Aute, fallecido este sábado a los 76 años de edad. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a la Redacción del periódico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
Que esta ciudad de Montilla está muy ligada a lo que venimos llamando “música moderna” es bien conocido. Así ha sido desde los tiempos heroicos, con nuestros Diablos Verdes (con el añorado Juli “El Relojero”, Pepe Páez…), hasta los buenos tiempos de La Uva Rock, los conciertos del Pop la Cara o los festivales de La Abuela Rock (¡volved!, cuando podáis).
A finales de los sesenta y primeros de los setenta, Montilla era un hervidero de pequeños “clubs”, así los llamábamos, donde la juventud de entonces (que es la juventud de siempre) se reunía para escuchar, bailar y beber el vino de Montilla (mucho más que las copas largas, más caras y escasas).
Había clubs en el Mesón de Luna (los más pudientes), en las deshabitadas casas de las abuelas o en los sótanos y desvanes de los más comprensivos padres. Mi pandilla tuvo la suerte de tener uno en una bodega, la de los Córdoba, que iba desde la calle San Sebastián a la calle Enfermería.
Los discos salían de donde se podía: de las carpetas de los hermanos mayores de nuestros amigos; de las raras adquisiciones de los que viajaban o estudiaban fuera (muy poquitos por entonces); o de las compras en las tiendas cordobesas de la época (Suhisa, Fuentes Guerra, luego Galerías Preciados, algo en nuestros mismos almacenes de La Llave o Masol…).
Esta variedad de fuentes hizo que nuestro gusto musical se hiciera amplio, ajeno en buena medida a las grandes corrientes de la “música comercial” (pachanguera, como la llamábamos). Poco a poco, ayudados también por las revistas de la época (Mundo Joven, El Gran Musical o, el sumun de lo exquisito, el Disco Express) o las emisiones de radio (EAJ24, de Córdoba, Radio Cabra, el Vuelo 605 de Ángel Álvarez en Radio Nacional, o el Musicolandia del Mariscal Romero, en la madrileña Radio Centro).
A base de toda esta mezcla, digo, nos fuimos haciendo un culturón musical nada corriente, presidido por una clara tendencia a los grupos “progresivos”, de vanguardia. Vimos nacer el rock duro (el hard rock o heavy), el sinfónico, el glam; nos acercamos al beat inglés o a la Costa Oeste americana (que nosotros oíamos, ya lo he dicho, por los discos de los mayores).
Esa semilla, ese “poso de lo montillano” como dice mi amigo Juan Berástegui, se ha mantenido en buena medida en el tiempo (en Montilla habría que hacer una Federación de Asociaciones Musicales, tal es su abundancia), propiciando así la organización de muchos conciertos de música en directo. Algunos recordamos entre los primeros (ya va para cincuenta años) los conciertos de Miki y los Tonys o Los Ángeles, en el Paseo de Abajo.
Acaba de fallecer en Madrid, a mediodía del sábado 4 de abril, Luis Eduardo Aute, que cuenta en esta Ciudad del Vino con un buen número de aficionados, ya que estuvo tocando en Montilla al menos en dos ocasiones. Una en el Estadio Alvear, en los primeros ochenta, con todo su grupo (me parece que por entonces lo acompañaba Suburbano) y en un gran espectáculo de luces y volumen.
Pero la primera, la más entrañable para mí, que no me perdí ninguna, fue en el viejo Cine Ideal (que tenía entrada por la calle Herradores y por la de las Escuelas, cine de verano de los de antes). En un local abarrotado, él solo con su guitarra, en un emocionante concierto que empezó de día, organizado por la Comisión de Cultura de entonces (en la primera época del gran Antonio Carpio).
Se funcionaba de manera totalmente altruista, con reuniones abiertas en el patio trasero del Ayuntamiento. Aquello no le costó un duro al municipio, los aficionados lo organizábamos todo y estuvimos distribuyendo información y pegando carteles por Córdoba y la Campiña en coches particulares (en el de Rafa Lara, “el de Extensión Agraria”, por ejemplo).
Yo le hice la hoja de presentación que se distribuyó en el concierto (y luego me pagué mi entrada); hoja de la que, por estar fuera de casa, siento no disponer ahora (cuando pasen estos días raros, quizá importune otra vez a los amables lectores con su transcripción, a ver si ha aguantado medianamente el paso de este tiempo). Me dijeron que a Aute la hojita le gustó. Aquello fue, aproximadamente, entre el 1979 y el 1981. Por entonces él no estaba ni mucho menos en la cúspide y estamos convencidos de que aquel concierto estuvo en el relanzarmiento de su carrera.
Para que vean que lo de la afición a Aute en Montilla no me lo invento, échenle el ojo a este vídeo del grupo montillano Capachos, que en 2019 adaptó su Me va la vida en ello:
Precisamente con esa canción se abre el concierto-reportaje de 2007 Humo y azar, del gran Luis Eduardo Aute, al aire libre del Palacio de Viana en Córdoba (su abuelo paterno nació, precisamente, en esa querida Ciudad de los Califas). Y, mira qué bien, La 2 de TVE tuvo el detalle de proyectarlo, recomponiendo su programación del sábado a las 23.30, para homenajear al artista (un imprescindible, nuestro Leonard Cohen como alguien ha dicho).
Termino ya, de verdad, ofreciendo al curioso espectador otro documento en red. Se trata de la grabación para PTV (el Procono de toda la vida) de un programa sobre el cine en el que presentamos el formato de Aute Humo y azar, en la cordobesa taberna de La Fuenseca (más bien un Centro Cultural del que, por cierto, son asiduos un buen grupo de montillanos). De ese programa es la captura de pantalla que ilustra este artículo. Lo de Aute está a partir del minuto 23.14:
Descanse en paz el artista, en su cielo blanco y azul purísima. Queda la música...
Que esta ciudad de Montilla está muy ligada a lo que venimos llamando “música moderna” es bien conocido. Así ha sido desde los tiempos heroicos, con nuestros Diablos Verdes (con el añorado Juli “El Relojero”, Pepe Páez…), hasta los buenos tiempos de La Uva Rock, los conciertos del Pop la Cara o los festivales de La Abuela Rock (¡volved!, cuando podáis).
A finales de los sesenta y primeros de los setenta, Montilla era un hervidero de pequeños “clubs”, así los llamábamos, donde la juventud de entonces (que es la juventud de siempre) se reunía para escuchar, bailar y beber el vino de Montilla (mucho más que las copas largas, más caras y escasas).
Había clubs en el Mesón de Luna (los más pudientes), en las deshabitadas casas de las abuelas o en los sótanos y desvanes de los más comprensivos padres. Mi pandilla tuvo la suerte de tener uno en una bodega, la de los Córdoba, que iba desde la calle San Sebastián a la calle Enfermería.
Los discos salían de donde se podía: de las carpetas de los hermanos mayores de nuestros amigos; de las raras adquisiciones de los que viajaban o estudiaban fuera (muy poquitos por entonces); o de las compras en las tiendas cordobesas de la época (Suhisa, Fuentes Guerra, luego Galerías Preciados, algo en nuestros mismos almacenes de La Llave o Masol…).
Esta variedad de fuentes hizo que nuestro gusto musical se hiciera amplio, ajeno en buena medida a las grandes corrientes de la “música comercial” (pachanguera, como la llamábamos). Poco a poco, ayudados también por las revistas de la época (Mundo Joven, El Gran Musical o, el sumun de lo exquisito, el Disco Express) o las emisiones de radio (EAJ24, de Córdoba, Radio Cabra, el Vuelo 605 de Ángel Álvarez en Radio Nacional, o el Musicolandia del Mariscal Romero, en la madrileña Radio Centro).
A base de toda esta mezcla, digo, nos fuimos haciendo un culturón musical nada corriente, presidido por una clara tendencia a los grupos “progresivos”, de vanguardia. Vimos nacer el rock duro (el hard rock o heavy), el sinfónico, el glam; nos acercamos al beat inglés o a la Costa Oeste americana (que nosotros oíamos, ya lo he dicho, por los discos de los mayores).
Esa semilla, ese “poso de lo montillano” como dice mi amigo Juan Berástegui, se ha mantenido en buena medida en el tiempo (en Montilla habría que hacer una Federación de Asociaciones Musicales, tal es su abundancia), propiciando así la organización de muchos conciertos de música en directo. Algunos recordamos entre los primeros (ya va para cincuenta años) los conciertos de Miki y los Tonys o Los Ángeles, en el Paseo de Abajo.
Acaba de fallecer en Madrid, a mediodía del sábado 4 de abril, Luis Eduardo Aute, que cuenta en esta Ciudad del Vino con un buen número de aficionados, ya que estuvo tocando en Montilla al menos en dos ocasiones. Una en el Estadio Alvear, en los primeros ochenta, con todo su grupo (me parece que por entonces lo acompañaba Suburbano) y en un gran espectáculo de luces y volumen.
Pero la primera, la más entrañable para mí, que no me perdí ninguna, fue en el viejo Cine Ideal (que tenía entrada por la calle Herradores y por la de las Escuelas, cine de verano de los de antes). En un local abarrotado, él solo con su guitarra, en un emocionante concierto que empezó de día, organizado por la Comisión de Cultura de entonces (en la primera época del gran Antonio Carpio).
Se funcionaba de manera totalmente altruista, con reuniones abiertas en el patio trasero del Ayuntamiento. Aquello no le costó un duro al municipio, los aficionados lo organizábamos todo y estuvimos distribuyendo información y pegando carteles por Córdoba y la Campiña en coches particulares (en el de Rafa Lara, “el de Extensión Agraria”, por ejemplo).
Yo le hice la hoja de presentación que se distribuyó en el concierto (y luego me pagué mi entrada); hoja de la que, por estar fuera de casa, siento no disponer ahora (cuando pasen estos días raros, quizá importune otra vez a los amables lectores con su transcripción, a ver si ha aguantado medianamente el paso de este tiempo). Me dijeron que a Aute la hojita le gustó. Aquello fue, aproximadamente, entre el 1979 y el 1981. Por entonces él no estaba ni mucho menos en la cúspide y estamos convencidos de que aquel concierto estuvo en el relanzarmiento de su carrera.
Para que vean que lo de la afición a Aute en Montilla no me lo invento, échenle el ojo a este vídeo del grupo montillano Capachos, que en 2019 adaptó su Me va la vida en ello:
Precisamente con esa canción se abre el concierto-reportaje de 2007 Humo y azar, del gran Luis Eduardo Aute, al aire libre del Palacio de Viana en Córdoba (su abuelo paterno nació, precisamente, en esa querida Ciudad de los Califas). Y, mira qué bien, La 2 de TVE tuvo el detalle de proyectarlo, recomponiendo su programación del sábado a las 23.30, para homenajear al artista (un imprescindible, nuestro Leonard Cohen como alguien ha dicho).
Termino ya, de verdad, ofreciendo al curioso espectador otro documento en red. Se trata de la grabación para PTV (el Procono de toda la vida) de un programa sobre el cine en el que presentamos el formato de Aute Humo y azar, en la cordobesa taberna de La Fuenseca (más bien un Centro Cultural del que, por cierto, son asiduos un buen grupo de montillanos). De ese programa es la captura de pantalla que ilustra este artículo. Lo de Aute está a partir del minuto 23.14:
Descanse en paz el artista, en su cielo blanco y azul purísima. Queda la música...
JOSÉ ANTONIO PONFERRADA CEREZO
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Andalucía Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.