Satisfacción. Ese es el sentimiento que predominaba anoche entre los responsables de La Pasión, la asociación cultural que desde el año 1992 concita el interés de espectadores procedentes de toda la geografía andaluza en torno a una impresionante puesta en escena del drama sacro que se ha constituido en uno de los referentes religiosos y culturales de la Semana Santa de la provincia.
Desde primera hora de la tarde, las gradas del Pabellón Municipal de Deportes comenzaron a llenarse de espectadores deseosos de asistir a la puesta en escena de una obra que, en sus orígenes, comenzó ciñéndose al texto de La Divina Tragedia escrito por el jesuita José Julio Martínez pero que, con el paso de los años, ha ido evolucionando hasta el punto de que la práctica totalidad del guión que siguen los cerca de 180 actores que la representan es genuinamente montillano.
No en vano, muchas de las escenas recuerdan las estaciones de penitencia de las cofradías de la localidad. Y es que, aunque La Pasión nació con la finalidad de representar los Evangelios de la manera más fiel posible, las escenas más significativas de la obra guardan un innegable parecido con la Semana Santa montillana.
Así, la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de la Borriquita, la Última Cena o el Prendimiento del Señor recuerdan en su vestuario, en su presentación o en sus gestos a los diferentes desfiles procesionales de la localidad de la Campiña Sur.
En sus veintisiete años de historia, cuatro montillanos han tenido el arrojo suficiente para aceptar el papel de Jesucristo: Eduardo García, Antonio Bautista, Antonio Luque-Romero y Pablo del Árbol, que han sido los encargados de representar a un Jesús que estremece en los momentos en los que sufre el martirio en la cruz pero que aparece victorioso tras resucitar de entre los muertos, mientras resuenan con rítmica elegancia los versos del artista montillano Jaime Luque.
En sus veintisiete ediciones, miles de espectadores de toda España han podido disfrutar de esta representación escénica que cuenta con 1.500 metros cuadrados de decorado y un equipo humano formado por 400 personas, entre actores, tramoyistas, acomodadores y personal de apoyo, que convierten las pistas centrales del Pabellón Municipal de Deportes en una auténtica Vía Dolorosa.
Este año, la junta directiva que tomó las riendas del colectivo el pasado mes de octubre, con Antonio Jesús Castilla como presidente, decidió adelantar 45 minutos el horario de las dos funciones que se ofrecieron, con el objetivo de propiciar la asistencia de espectadores de otros puntos de Andalucía.
Bajo la dirección artística de José María Luque y de Carlos Raigón, el extensísimo elenco de actores fue dando vida a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en un gigantesco escenario de 50 metros de anchura que, a lo largo de sus tres embocaduras, acercó a los espectadores a los momentos más memorables del Nuevo Testamento: desde la Entrada Triunfal en Jerusalén hasta el tormento que el Hijo de Dios sufrió durante la flagelación o la crucifixión.
Escenas todas ellas irrepetibles porque, durante la segunda representación, personajes tan relevantes como Judas o Poncio Pilatos cambiaron de actor para, de este modo, ir propiciando el necesario relevo generacional en una representación extensa y tremendamente intensa.
Desde primera hora de la tarde, las gradas del Pabellón Municipal de Deportes comenzaron a llenarse de espectadores deseosos de asistir a la puesta en escena de una obra que, en sus orígenes, comenzó ciñéndose al texto de La Divina Tragedia escrito por el jesuita José Julio Martínez pero que, con el paso de los años, ha ido evolucionando hasta el punto de que la práctica totalidad del guión que siguen los cerca de 180 actores que la representan es genuinamente montillano.
No en vano, muchas de las escenas recuerdan las estaciones de penitencia de las cofradías de la localidad. Y es que, aunque La Pasión nació con la finalidad de representar los Evangelios de la manera más fiel posible, las escenas más significativas de la obra guardan un innegable parecido con la Semana Santa montillana.
Así, la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de la Borriquita, la Última Cena o el Prendimiento del Señor recuerdan en su vestuario, en su presentación o en sus gestos a los diferentes desfiles procesionales de la localidad de la Campiña Sur.
En sus veintisiete años de historia, cuatro montillanos han tenido el arrojo suficiente para aceptar el papel de Jesucristo: Eduardo García, Antonio Bautista, Antonio Luque-Romero y Pablo del Árbol, que han sido los encargados de representar a un Jesús que estremece en los momentos en los que sufre el martirio en la cruz pero que aparece victorioso tras resucitar de entre los muertos, mientras resuenan con rítmica elegancia los versos del artista montillano Jaime Luque.
En sus veintisiete ediciones, miles de espectadores de toda España han podido disfrutar de esta representación escénica que cuenta con 1.500 metros cuadrados de decorado y un equipo humano formado por 400 personas, entre actores, tramoyistas, acomodadores y personal de apoyo, que convierten las pistas centrales del Pabellón Municipal de Deportes en una auténtica Vía Dolorosa.
Este año, la junta directiva que tomó las riendas del colectivo el pasado mes de octubre, con Antonio Jesús Castilla como presidente, decidió adelantar 45 minutos el horario de las dos funciones que se ofrecieron, con el objetivo de propiciar la asistencia de espectadores de otros puntos de Andalucía.
Bajo la dirección artística de José María Luque y de Carlos Raigón, el extensísimo elenco de actores fue dando vida a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en un gigantesco escenario de 50 metros de anchura que, a lo largo de sus tres embocaduras, acercó a los espectadores a los momentos más memorables del Nuevo Testamento: desde la Entrada Triunfal en Jerusalén hasta el tormento que el Hijo de Dios sufrió durante la flagelación o la crucifixión.
Escenas todas ellas irrepetibles porque, durante la segunda representación, personajes tan relevantes como Judas o Poncio Pilatos cambiaron de actor para, de este modo, ir propiciando el necesario relevo generacional en una representación extensa y tremendamente intensa.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR