La historia volvió a repetirse tan solo dos años después aunque, por fortuna, sin las dolorosas consecuencias de 2016. Un chubasco repentino terminó frustrando ayer la estación de penitencia de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Juventud en su Presentación al Pueblo, Nuestra Madre María de Nazaret y San Juan Bosco, una cofradía fundada en 1988 por un grupo de jóvenes salesianos que, este año, conmemoraban su trigésimo aniversario fundacional.
Tras la suspensión de la primera procesión de la Semana Santa de Montilla –la de la Entrada Triunfal en Jerusalén, la popular Borriquita–, la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Juventud mantenía la esperanza de poder celebrar sin contratiempos su estación de penitencia. No en vano, las previsiones que avanzó al mediodía de ayer la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) descartaban "por completo" la probabilidad de lluvia para esa misma tarde.
Con todo, desde el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, recordaban que "el tiempo en los inicios de la primavera suele ser muy cambiante" y añadían, como queriéndose curar en salud, que "no se puede descartar completamente la formación de pequeñas borrascas que originen chubascos puntuales e imprevistos". Y justo eso es lo que terminó ocurriendo.
El Cabildo Extraordinario de Aguas de la cofradía salesiana solicitaba a la Agrupación de Cofradías un primer margen de treinta minutos con la esperanza de que las nubes que se situaban encima de la Parroquia de Santiago Apóstol a las 18.15 de la tarde se terminaran disipando. Transcurrido ese tiempo, la hermandad pedía otra media hora de cortesía y, en vista de las predicciones de la Aemet, que transmitían cierta confianza para ese preciso momento de la tarde, decidieron celebrar su estación de penitencia.
A las puertas de la Iglesia Mayor de Montilla se agolpaban cientos de montillanos pertrechados con paraguas y ropa de abrigo pero, sobre todo, con el deseo de disfrutar con la espectacular salida del Cristo de la Juventud, una exquisita talla del artista cordobés Miguel Ángel González Jurado que, al igual que los dos años anteriores, salvana la puerta del templo acompañado por los acordes de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia, la popular "Banda del Esparraguero" de Córdoba.
El misterio, portado por costaleros y dirigido por el capataz Manuel Alférez, se completaba con las figuras de Poncio Pilatos, Barrabás, un sanedrita, dos romanos y un sayón, obras de Manuel Luque Bonillo, quien quiso representar así el momento en que Poncio Pilatos pronunció su célebre “Ecce Homo”.
Con el cortejo completamente desplegado en la calle, la lluvia hizo acto de presencia. De repente. Con el recuerdo de lo sucedido en 2016 todavía muy presente –cuando aquel chubasco traicionero les sorprendió justo cuando el misterio ascendía por la empinada Cuesta del Muladar– los responsables de la corporación salesiana decidieron no arriesgar su patrimonio material y humano y decretar el regreso inmediato al templo de La Escuchuela.
Ya en el interior de la Parroquia de Santiago Apóstol se sucedieron las estampas de emoción entre costaleros y hermanos penitentes que veían cómo el cambiante tiempo de una primavera todavía incipiente frustraba los anhelos de una cofradía que ha sido pionera en muchos aspectos de la Semana Santa montillana. Pero otro año será. Vendrán muchos más, sin duda, porque "Cristo vive entre los jóvenes".
Tras la suspensión de la primera procesión de la Semana Santa de Montilla –la de la Entrada Triunfal en Jerusalén, la popular Borriquita–, la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Juventud mantenía la esperanza de poder celebrar sin contratiempos su estación de penitencia. No en vano, las previsiones que avanzó al mediodía de ayer la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) descartaban "por completo" la probabilidad de lluvia para esa misma tarde.
Con todo, desde el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, recordaban que "el tiempo en los inicios de la primavera suele ser muy cambiante" y añadían, como queriéndose curar en salud, que "no se puede descartar completamente la formación de pequeñas borrascas que originen chubascos puntuales e imprevistos". Y justo eso es lo que terminó ocurriendo.
El Cabildo Extraordinario de Aguas de la cofradía salesiana solicitaba a la Agrupación de Cofradías un primer margen de treinta minutos con la esperanza de que las nubes que se situaban encima de la Parroquia de Santiago Apóstol a las 18.15 de la tarde se terminaran disipando. Transcurrido ese tiempo, la hermandad pedía otra media hora de cortesía y, en vista de las predicciones de la Aemet, que transmitían cierta confianza para ese preciso momento de la tarde, decidieron celebrar su estación de penitencia.
A las puertas de la Iglesia Mayor de Montilla se agolpaban cientos de montillanos pertrechados con paraguas y ropa de abrigo pero, sobre todo, con el deseo de disfrutar con la espectacular salida del Cristo de la Juventud, una exquisita talla del artista cordobés Miguel Ángel González Jurado que, al igual que los dos años anteriores, salvana la puerta del templo acompañado por los acordes de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia, la popular "Banda del Esparraguero" de Córdoba.
El misterio, portado por costaleros y dirigido por el capataz Manuel Alférez, se completaba con las figuras de Poncio Pilatos, Barrabás, un sanedrita, dos romanos y un sayón, obras de Manuel Luque Bonillo, quien quiso representar así el momento en que Poncio Pilatos pronunció su célebre “Ecce Homo”.
Con el cortejo completamente desplegado en la calle, la lluvia hizo acto de presencia. De repente. Con el recuerdo de lo sucedido en 2016 todavía muy presente –cuando aquel chubasco traicionero les sorprendió justo cuando el misterio ascendía por la empinada Cuesta del Muladar– los responsables de la corporación salesiana decidieron no arriesgar su patrimonio material y humano y decretar el regreso inmediato al templo de La Escuchuela.
Ya en el interior de la Parroquia de Santiago Apóstol se sucedieron las estampas de emoción entre costaleros y hermanos penitentes que veían cómo el cambiante tiempo de una primavera todavía incipiente frustraba los anhelos de una cofradía que ha sido pionera en muchos aspectos de la Semana Santa montillana. Pero otro año será. Vendrán muchos más, sin duda, porque "Cristo vive entre los jóvenes".
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR