Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de la carta abierta de un vecino sobre las molestias que causan las campañas de telemarketing y las insistentes e inoportunas llamadas que se reciben de diferentes compañías. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.
De todos es sabido el refrán y la expresión coloquial "te temo más que a una vara verde", dicho popular que hace referencia al miedo y al temor que sentían los niños de épocas anteriores cuando sus progenitores utilizaban las duras, recias y lozanas varas verdes de los árboles para azotarles por su mal comportamiento.
El refranero español, rico y lleno de sabiduría lingüística, se asemeja y acopla a los hechos cotidianos de nuestra vida, adaptando su significado a todas y cada una de las situaciones que nos acontecen a lo largo del día. Y como tal, el refrán antes descrito es un vivo retrato de las abrumadoras, atosigantes y soporíferas campañas publicitarias que las "megacompañías" y multinacionales del sector tecnológico inician en épocas navideñas.
Es increíble cómo diariamente intimidan nuestro espacio natural con llamadas telefónicas de operadoras que son capaces de contarte un chiste de borrachos con tal de venderte su producto. Uno, que es educado y gentil, contesta a la llamada de un 910 algo precavido por el rollazo monologuista que te van a soltar.
Si dejas que fluya la imaginación por parte del operador, toma asiento y relájate que la procesión es larga. Si cortas el soliloquio a las primeras de cambio con educación y cortesía, te pasan para el turno de la tarde y, de nuevo, en el momento más inoportuno, te vuelve a sonar el teléfono para venderte el mismo producto. Ojo, y no le digas que llame más tarde dándole a entender que estás interesado porque ahí llega tu perdición.
Un cúmulo de bombardeos telefónicos hostigan tu remanso de paz en pos de que tu paciencia empiece a encontrar su final y te transformes en la persona que nunca quieres que aparezca. El final de la historia termina con tu elegancia por los suelos, tu tranquilidad hecha trizas y por parte de la parte contratante "un día mas de trabajo realizado".
Gracias a que la tecnología avanza, se han creado al respecto unas aplicaciones que sirven para bloquear llamadas telefónicas no deseadas, por lo que si no te interesan que interrumpan tu productiva jornada laboral, solo tienes que introducir el susodicho número en el programita y asunto acabado.
El que hace la ley, fabrica la trampa porque no os creáis que llaman siempre del mismo número ni, mucho menos, tienen infinidad de prefijos y terminaciones numéricas que hacen que la app eche fuego diariamente. Si bloqueas un 910 te llaman a las dos horas de un 913; si restringes el 913 te lo cambian a un 686, haciendo el juego de habilidad un poco más complicado, hasta el punto que podemos llegar a tener contabilizados más de treinta números distintos de dos o tres empresas en cuestión.
Me resulta tremendamente preocupante lo realmente indefensos que nos sentimos todos los ciudadanos ante estas batallas telefónicas de estas empresas que nos acosan a diario , interrumpiendo nuestra jornada laboral multitud de veces e incluso ya, si me apuran, hasta se inmiscuyen en horas de comida y de descanso. Compañías de móviles, de seguros, de préstamo de dinero y muchas otras nos "torturan" incesantemente con llamadas dirigiéndose a nosotros con nuestro nombre y apellidos.
¿Creen ustedes que la Ley de Protección de Datos sirve para algo ? Visto lo visto, solo se ha quedado en "ley" e incumplida porque, lo que es la protección de datos, brilla por su ausencia. Comercian, negocian y distribuyen nuestros informes, referencias y expedientes a su antojo, repartiéndose los beneficios de nuestra intimidad de forma consumada y consentida por las autoridades competentes.
¿A quién denunciamos estos acosos? ¿Sirve para algo patalear y comenzar hastiados litigios o por contra nuestras quejas, reclamaciones y protestas caerán en un pozo sin fondo? Sencillas preguntas con confusas respuestas que nos llevan de la mano de la desesperación por levantarnos cada día y esperar con desánimo cuál será el momento en el que entrará de nuevo en nuestro terminal la "llamada perdida en el tiempo".
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.
De todos es sabido el refrán y la expresión coloquial "te temo más que a una vara verde", dicho popular que hace referencia al miedo y al temor que sentían los niños de épocas anteriores cuando sus progenitores utilizaban las duras, recias y lozanas varas verdes de los árboles para azotarles por su mal comportamiento.
El refranero español, rico y lleno de sabiduría lingüística, se asemeja y acopla a los hechos cotidianos de nuestra vida, adaptando su significado a todas y cada una de las situaciones que nos acontecen a lo largo del día. Y como tal, el refrán antes descrito es un vivo retrato de las abrumadoras, atosigantes y soporíferas campañas publicitarias que las "megacompañías" y multinacionales del sector tecnológico inician en épocas navideñas.
Es increíble cómo diariamente intimidan nuestro espacio natural con llamadas telefónicas de operadoras que son capaces de contarte un chiste de borrachos con tal de venderte su producto. Uno, que es educado y gentil, contesta a la llamada de un 910 algo precavido por el rollazo monologuista que te van a soltar.
Si dejas que fluya la imaginación por parte del operador, toma asiento y relájate que la procesión es larga. Si cortas el soliloquio a las primeras de cambio con educación y cortesía, te pasan para el turno de la tarde y, de nuevo, en el momento más inoportuno, te vuelve a sonar el teléfono para venderte el mismo producto. Ojo, y no le digas que llame más tarde dándole a entender que estás interesado porque ahí llega tu perdición.
Un cúmulo de bombardeos telefónicos hostigan tu remanso de paz en pos de que tu paciencia empiece a encontrar su final y te transformes en la persona que nunca quieres que aparezca. El final de la historia termina con tu elegancia por los suelos, tu tranquilidad hecha trizas y por parte de la parte contratante "un día mas de trabajo realizado".
Gracias a que la tecnología avanza, se han creado al respecto unas aplicaciones que sirven para bloquear llamadas telefónicas no deseadas, por lo que si no te interesan que interrumpan tu productiva jornada laboral, solo tienes que introducir el susodicho número en el programita y asunto acabado.
El que hace la ley, fabrica la trampa porque no os creáis que llaman siempre del mismo número ni, mucho menos, tienen infinidad de prefijos y terminaciones numéricas que hacen que la app eche fuego diariamente. Si bloqueas un 910 te llaman a las dos horas de un 913; si restringes el 913 te lo cambian a un 686, haciendo el juego de habilidad un poco más complicado, hasta el punto que podemos llegar a tener contabilizados más de treinta números distintos de dos o tres empresas en cuestión.
Me resulta tremendamente preocupante lo realmente indefensos que nos sentimos todos los ciudadanos ante estas batallas telefónicas de estas empresas que nos acosan a diario , interrumpiendo nuestra jornada laboral multitud de veces e incluso ya, si me apuran, hasta se inmiscuyen en horas de comida y de descanso. Compañías de móviles, de seguros, de préstamo de dinero y muchas otras nos "torturan" incesantemente con llamadas dirigiéndose a nosotros con nuestro nombre y apellidos.
¿Creen ustedes que la Ley de Protección de Datos sirve para algo ? Visto lo visto, solo se ha quedado en "ley" e incumplida porque, lo que es la protección de datos, brilla por su ausencia. Comercian, negocian y distribuyen nuestros informes, referencias y expedientes a su antojo, repartiéndose los beneficios de nuestra intimidad de forma consumada y consentida por las autoridades competentes.
¿A quién denunciamos estos acosos? ¿Sirve para algo patalear y comenzar hastiados litigios o por contra nuestras quejas, reclamaciones y protestas caerán en un pozo sin fondo? Sencillas preguntas con confusas respuestas que nos llevan de la mano de la desesperación por levantarnos cada día y esperar con desánimo cuál será el momento en el que entrará de nuevo en nuestro terminal la "llamada perdida en el tiempo".
FRANCISCO ALCAIDE
NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.