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Veinticinco años de Pasión

Un cuarto de siglo. O lo que es igual, medio centenar de representaciones. La Pasión puso anoche el broche de oro a sus bodas de plata. Y lo hizo de la mejor manera posible: prologando la Semana Santa de Montilla con un espectáculo inconmensurable, en el que medio millar de personas aúnan esfuerzos para ofrecer una catequesis definitiva; una obra que transforma la pista central del pabellón municipal de deportes en la Jerusalén de hace dos milenios.





Muchas cosas han cambiado desde aquella primera representación del año 1992, cuando un jovencísimo Eduardo García Carmona, hoy director del comedor social de los Trinitarios en la capital cordobesa, sobrecogía con su magistral interpretación a los primeros mil espectadores que abarrotaron las gradas con la sensación de estar asistiendo a un hecho histórico. Y vaya si lo era.

En estos veinticinco años, otros tres montillanos han tenido el arrojo suficiente para aceptar un papel que resulta esencial en esta obra y que marca, a modo de proemio, el inicio de la Semana Mayor en la localidad. Tras Eduardo García, fueron Antonio Bautista, Antonio Luque-Romero y Pablo del Árbol los encargados de representar a un Jesús que estremece en los momentos en los que sufre el martirio en la Cruz pero que aparece victorioso tras resucitar de entre los muertos, mientras resuenan con rítmica elegancia los versos de Jaime Luque.

Y aunque Jesús es el Alfa y la Omega en esta obra, La Pasión no sería nada sin las otras quinientas personas que la hacen posible con papeles relevantes como los de María Magdalena, Herodes o Caifás, o con intervenciones más puntuales pero igualmente esenciales, entre las que destacan las de esas decenas de actores, mayores y pequeños, que dan vida al pueblo de Jerusalén, aquel que vitoreó al Rey de Reyes cuando entraba a la ciudad a lomos de un borriquillo y que luego le condenó a morir en la cruz tras indultar a Barrabás.





Es justamente esa naturaleza coral, familiar incluso, la que hace de La Pasión una representación sin parangón en Andalucía. Porque el sentimiento de hermandad y de compañerismo no sólo se palpa sobre la pista central del pabellón sino que trasciende tras las bambalinas. Y el público lo percibe y lo agradece.

Así viene ocurriendo cada Sábado de Pasión en Montilla desde aquel mítico año 1992 que dejó unos Juegos Olímpicos en Barcelona, una Exposición Universal en Sevilla y una representación dramática en Montilla. Todo un preludio para una Semana Santa que comienza hoy y que llenará las calles de la localidad de devoción y de plegarias envueltas en incienso. Felicidades y a por las bodas de oro.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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