Emulando al mismísimo Julio César tras imponerse a las tropas de Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela, el fiscal cordobés Fernando Sobrón Ostos llegó, vio y venció en la Sentencia Romana a Jesús, uno de los principales actos de la Cuaresma andaluza, con una amplia repercusión entre los profesionales del Derecho y de la Judicatura de toda España.
Y es que, al margen de la brillante exposición que compartió en un abarrotado salón municipal de San Juan de Dios, y que culminaría dos horas más tarde con el fallo condenatorio ante el centenario Ecce Homo de la parroquia de Santiago Apóstol, Fernando Sobrón se atrevió a innovar en un acto que había permanecido inalterable a lo largo de sus veintitrés ediciones anteriores.
Pero apostaba sobre seguro. Y es que el sentenciador del año 2016, que tomó el testigo de manos de Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado entre 2011 y 2014, se valió de todo un Patrimonio de la Humanidad para dejar su impronta personal en una ceremonia que promueve la Centuria Romana Munda y que aspira a convertirse, a su vez, en Bien de Interés Cultural.
Con la ayuda de Alfonso Cantizano al cante y de Rafael Trenas a la guitarra, Fernando Sobrón hizo gala de sus raíces cordobesas y elogió la impresionante pléyade de figuras universales que han pisado las calles de Montilla a lo largo de los tiempos, como san Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, o el Inca Garcilaso de la Vega, del que se conmemora este año el cuarto centenario de su fallecimiento.
“Es probable que el hecho de que hoy este aquí sea fruto de una bendita premonición”, confesó el sentenciador, quien desveló que sus primeros años de vida se desarrollaron en una casa en la calle Deanes, en el corazón de la judería cordobesa, en la que vivió y murió Gómez Suárez de Figueroa.
“Como sabéis, este insigne escritor se instala en Montilla en el año 1561 y, treinta años después, se traslada a Córdoba e inicia, en esa casa en la que yo nací y viví, la publicación de su obra, concebida en su mayor parte durante los largos y fecundos años de retiro montillano”, destacó Fernando Sobrón.
Centrado ya en el procedimiento que llevó a Jesucristo a morir en la cruz, el fiscal cordobés hizo hincapié en las dificultades que existen en la actualidad para analizar unos hechos que ocurrieron casi dos mil años atrás. “Para valorar lo que hizo el juzgador en su momento tendríamos que haber estado allí, haber observado a los testigos, oír al acusado, leer atentamente los documentos que se presentaron, vivir aquella época y en aquella sociedad y conocer sus leyes y costumbres”, apuntó Fernando Sobrón, quien reconoció que “nos falta algo esencial para valorar la resolución de Pilatos: el principio de inmediación”.
Tras analizar detenidamente algunos aspectos relevantes de la vida de Jesucristo, el sentenciador aseveró que “la religión que fundó ha configurado nuestro mundo y ha marcado de manera indeleble nuestra herencia cultural”.
Antes de ser escoltado por los integrantes de la Centuria Romana Munda hasta la parroquia de Santiago Apóstol --donde se reprodujo el Pretorio romano para ritualizar el final del acto, que volvió a reunir a autoridades y representantes de la carrera judicial llegados desde toda España--, el fiscal cordobés defendió que “el cristianismo ofrece a la humanidad valores tan esenciales como defender la dignidad de las personas, dar voz y protección a los más desfavorecidos”.
“El cristianismo nació hace 2.000 años en Palestina y muchas cosas han cambiado desde entonces. Pero si el cristianismo quiere ser una respuesta a los problemas del hoy y del mañana, sin duda debe actualizarse, mirando hacia el pasado, pidiendo perdón por los errores cometidos, pero también mirando al futuro, teniendo como bandera la Palabra de Jesús, porque en esa palabra está la vida y la vida es la luz de los hombres”, concluyó.
Y es que, al margen de la brillante exposición que compartió en un abarrotado salón municipal de San Juan de Dios, y que culminaría dos horas más tarde con el fallo condenatorio ante el centenario Ecce Homo de la parroquia de Santiago Apóstol, Fernando Sobrón se atrevió a innovar en un acto que había permanecido inalterable a lo largo de sus veintitrés ediciones anteriores.
Pero apostaba sobre seguro. Y es que el sentenciador del año 2016, que tomó el testigo de manos de Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado entre 2011 y 2014, se valió de todo un Patrimonio de la Humanidad para dejar su impronta personal en una ceremonia que promueve la Centuria Romana Munda y que aspira a convertirse, a su vez, en Bien de Interés Cultural.
Con la ayuda de Alfonso Cantizano al cante y de Rafael Trenas a la guitarra, Fernando Sobrón hizo gala de sus raíces cordobesas y elogió la impresionante pléyade de figuras universales que han pisado las calles de Montilla a lo largo de los tiempos, como san Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, o el Inca Garcilaso de la Vega, del que se conmemora este año el cuarto centenario de su fallecimiento.
“Es probable que el hecho de que hoy este aquí sea fruto de una bendita premonición”, confesó el sentenciador, quien desveló que sus primeros años de vida se desarrollaron en una casa en la calle Deanes, en el corazón de la judería cordobesa, en la que vivió y murió Gómez Suárez de Figueroa.
“Como sabéis, este insigne escritor se instala en Montilla en el año 1561 y, treinta años después, se traslada a Córdoba e inicia, en esa casa en la que yo nací y viví, la publicación de su obra, concebida en su mayor parte durante los largos y fecundos años de retiro montillano”, destacó Fernando Sobrón.
Centrado ya en el procedimiento que llevó a Jesucristo a morir en la cruz, el fiscal cordobés hizo hincapié en las dificultades que existen en la actualidad para analizar unos hechos que ocurrieron casi dos mil años atrás. “Para valorar lo que hizo el juzgador en su momento tendríamos que haber estado allí, haber observado a los testigos, oír al acusado, leer atentamente los documentos que se presentaron, vivir aquella época y en aquella sociedad y conocer sus leyes y costumbres”, apuntó Fernando Sobrón, quien reconoció que “nos falta algo esencial para valorar la resolución de Pilatos: el principio de inmediación”.
Tras analizar detenidamente algunos aspectos relevantes de la vida de Jesucristo, el sentenciador aseveró que “la religión que fundó ha configurado nuestro mundo y ha marcado de manera indeleble nuestra herencia cultural”.
Antes de ser escoltado por los integrantes de la Centuria Romana Munda hasta la parroquia de Santiago Apóstol --donde se reprodujo el Pretorio romano para ritualizar el final del acto, que volvió a reunir a autoridades y representantes de la carrera judicial llegados desde toda España--, el fiscal cordobés defendió que “el cristianismo ofrece a la humanidad valores tan esenciales como defender la dignidad de las personas, dar voz y protección a los más desfavorecidos”.
“El cristianismo nació hace 2.000 años en Palestina y muchas cosas han cambiado desde entonces. Pero si el cristianismo quiere ser una respuesta a los problemas del hoy y del mañana, sin duda debe actualizarse, mirando hacia el pasado, pidiendo perdón por los errores cometidos, pero también mirando al futuro, teniendo como bandera la Palabra de Jesús, porque en esa palabra está la vida y la vida es la luz de los hombres”, concluyó.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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