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Pepe Cantillo | Autoestima sí, gracias

El tema que abordo a continuación va referido a cualquier momento de la vida, aunque siempre se incide en él relacionándolo con la edad temprana. Para hablar con la mayor propiedad posible y no inducir a engaño, parto de la definición que ofrece la RAE sobre los conceptos "estimar", "estima" y "autoestima", para así poder entender mejor la que brinda de "autoestima", concepto importante para la psicología de la personalidad, la psicoterapia y la psicopedagogía y, desde luego, para sobrevivir a nivel personal.



El verbo "estimar" hace referencia a “sentir afecto o aprecio hacia alguien (sic)”. En este caso, dicho sentimiento no comporta una actitud de afecto o aprecio hacia algo (cosas) por lo que habría que entender que sólo se puede estimar a las personas. El sustantivo "estima", sin embargo, amplía su campo y habla de “consideración y aprecio que se hace de alguien o de algo por su calidad y circunstancias”. El concepto "autoestima" limita aun mas y solo se refiere a la “valoración generalmente positiva de sí mismo (sic)”, sin tener en cuenta la posible negatividad que pueda plantear dicho sentimiento valorativo.

Hechas las pertinentes presentaciones, entro de lleno en la autoestima como un valor que poseemos, en mayor o menor grado, los humanos. Aunque lo más frecuente es hablar de ella como referente necesario en las primeras etapas de la vida (infancia y adolescencia), que son definitivas para cimentar la personalidad. Hay que dejar claro que nos sigue a lo largo de la vida. Es el termómetro que mide el grado de satisfacción o insatisfacción en el día a día. Aceptarse a sí mismo es el desafío a acometer.

Se suele entender la autoestima como la capacidad que tiene cada persona de valorarse, apreciarse y aceptarse a sí misma como resultado de sensaciones y experiencias que va incorporando a lo largo de la vida. Por un lado, se cimenta en el autoconcepto, entendido como la opinión que tenemos de nosotros mismos; por otro, en un marcado autorespeto que comporta un necesario autoconocimiento.

¿Por qué es importante la autoestima? Un sujeto satisfecho de sí mismo es capaz de hacer frente a los problemas e intentar resolverlos de la mejor manera posible. Por el contrario, un sujeto con autoestima baja se rechaza a sí mismo en parte o totalmente y, como consecuencia, esto será fuente de problemas y sufrimiento.

Las variables que conforman la mayor o menor autoestima son múltiples. Básica es la aceptación de uno mismo, con todos los aspectos que configuran la personalidad, tanto los positivos como los negativos. La opinión que los demás tengan de nosotros influye en la configuración del yo personal y social.

Otra variable a tener en cuenta son las experiencias que vamos almacenando en nuestro debe y haber. Situaciones continuadas de fracaso predisponen a la frustración y a la inversa estimulan al éxito. En la medida en que nos aceptamos tal cual somos, estaremos en condiciones de potenciar lo positivo y reducir todo lo negativo que, a la postre, nos estará frenando en el crecimiento personal.

Existen indicadores que marcan una posible situación de baja o alta autoestima en cada sujeto. Algunos comportamientos que revelan autoestima alta podrían ser las ganas de aprender, reflexionar para decidir, valorar el tiempo, actuar honestamente, aceptarse, confiar en las propias capacidades, cumplir los acuerdos, afrontar la realidad, ver los errores y corregirlos y, sobre todo, ser veraz, detalle este que hoy no está de moda.

A más seguridad consigo mismo, mejor actuación, mejor integración; la inseguridad trae problemas tanto para el sujeto como para los que le rodean. Será durante la adolescencia cuando se forjen las claves del adulto que seremos. Es la época en la que pasamos de la tutela de la familia a la autonomía personal que nos encauzará a confiar en los propios recursos.

El sujeto con baja autoestima es muy vulnerable a la crítica: al mínimo contratiempo se esconde como el caracol; muestra inseguridad ante las diversas situaciones vivenciales; es reacio a la participación manteniéndose aislado; expresiones como "no sé", "no me va a salir bien", "no me atrevo a...", "no soy capaz de…", son clara manifestación de su negatividad. Muestran posturas de extremismo que van desde un perfeccionismo absoluto, imposible de alcanzar, hasta un abandono total.

Convencido de que la meta a conseguir está muy por encima de sus posibilidades, pronto abandona cualquier proyecto. Una escritura extremadamente pequeña es claro síntoma de baja autoestima al igual que una actitud de desaliño y abandono personal. Ofreciendo explicaciones –que no han sido pedidas– de que “yo soy así y así me gusto y me siento cómodo” nos está ratificando su bajo aprecio personal.

Una persona con baja autoestima miente con frecuencia, vive a salto de mata, no suele respetar al otro, es presa fácil de adicciones, actúa agresivamente, es dubitativa, falta de confianza y le reconcomen la envidia y los celos. Tiene lo que yo llamo el "Síndrome de la margarita". Se pasa todo el tiempo deshojando la flor en un continuado "sí-no-sí…" lleno de indecisión y provocador de insatisfacción. Todo lo quiere, pero si cojo esto –dice– me dejo aquello. Resultado: frustración total y fracaso se alían contra el sujeto.

Otra pregunta salta inmediatamente al terreno de juego: ¿Cómo mejorar la autoestima? Potenciar la autoseguridad es importante para sentirse bien con uno mismo y con los demás. Este sentimiento se inicia en la familia y continúa en la escuela. Si tenemos claro qué es lo que esperan de nosotros, tendremos asideros para actuar sin que dichas expectativas sean una opresión y, a la par, podamos ser nosotros mismos. No pierdo de vista que la teoría es muy bonita y la realidad discurre por donde ella quiere.

Los objetivos que nos planteemos deben ser alcanzables: ni muy complicados, dado que frustrarían todo intento de progresar, pero tampoco muy fáciles porque camuflarían la realidad. Recordemos la fabula de la zorra y las uvas que, al no poder alcanzarlas, se conforma con decir que no están maduras. Hay que garantizar un elevado porcentaje de logros junto con un pequeño porcentaje de fracasos para evitar el exceso de confianza y motivar mejor.

La autoestima es un tipo de motivación intrínseca que actúa como un motor. Un sujeto con autoestima alta posee una energía interna potenciadora de su conducta hacia objetivos que supuestamente podrá conseguir. Por lo general, no estamos siempre en autoestima ni baja ni alta, pero una situación continuada de baja puede ser peligrosa para la integridad emocional del sujeto. Al igual que una actitud excesivamente alta enmascararía la realidad personal. El síndrome del pavo real nos pinta una personalidad ególatra que va pisoteando a los demás.

Otra parcela importante es el sentido de pertenencia que hace que nos sintamos aceptados, acogidos por los demás, empezando por la propia familia, la escuela el entorno social. Sentirse aceptado facilita el proceso de socialización e integración.

Finalmente, el sentido de la competencia personal, que da convicción de que se está suficientemente preparado para afrontar las diversas situaciones en las que nos mete el vivir diario, es importante para funcionar lo mejor posible.

Desde la niñez vamos construyendo nuestro propio retrato, la llamada "autoimagen", que está supeditada a los mensajes e influencias que recibimos del entorno, tanto familiar como social y configurará el personaje que seremos en adelante. Una simple reflexión.

Dicen que la cara es el reflejo del alma. Puede que sea cierto, aunque es conveniente no olvidar que nuestro rostro es una careta, una máscara que nos quitamos o nos ponemos según delante de quién estemos y, por tanto, dicha afirmación queda en entredicho. Es más, hay personas que representan muy bien el papel que pueda interesar ofrecer en un determinado momento.

Como aclaración para entender mejor la alusión a “careta”, la palabra persona proviene del latín y a su vez del griego clásico y hace referencia a la máscara (prósopon) que usa el actor para interpretar al personaje. La RAE la recoge con el significado originario de “máscara de actor”. Desenmascarar a alguien se ajusta perfectamente a la realidad de quitarle la máscara para verlo tal cual es.

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PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: DAVID CANTILLO
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