¿Manuela Carmena? ¿Ada Colau? ¿Cristina Cifuentes…? No, no, por favor. Estamos hablando de ‘Ella’, no de las nuevas políticas que se asoman al panorama de este país y que en estos días son el foco de las múltiples noticias que nos llegan por todos los medios. ‘Ella’ es única, singular, jovial, alegre y divertida. Ha estado presente en nuestras vidas desde que somos pequeños y se la conoce en todos los rincones del mundo. Según nos dicen, ha animado nuestros días, aportando esa chispa de imaginación y felicidad que todos necesitamos para que el desaliento no cunda en estos tiempos tan propicios a ello.
¿Qué decir, pues, de alguien que tiene más de cien años y se renueva constantemente para que nos sintamos felices, alegres y conectados a su maravilloso país de origen? La hemos visto desde pequeños, en alegres carteles en los que aparecían chicos y chicas muy rubios (alguno moreno también) en pandilla, disfrutando de su inigualable sabor, y con las francas sonrisas que da saber que el futuro se presenta espléndido y sin ningún problema.
Era, pues, la imagen y el símbolo de una juventud optimista que nos llegaba del país de “las grandes oportunidades para todos” y al que había que mirar para que nos pareciéramos a ellos y les imitásemos en la vestimenta, el peinado, la música…, lógicamente, alrededor de unos vasos llenos del preciado líquido que salía de ‘Ella’.
En consecuencia, todos tendríamos que estarle agradecidos por tanta dicha como nos ha proporcionado a lo largo de tantos y tantos años. Bien es cierto que en los últimos tiempos estaba un poco alicaída, algo desdibujada. Tenía problemas a causa de la imagen que se estaba dando por los medios de comunicación de algo de lo que no era responsable. Necesitaba, por tanto, algo así como un lifting para volver a ser el centro de nuestras vidas.
La razón de ese desánimo se debía a que su embotelladora de España, Iberian Partners, había decidido poner de patitas en la calle a 820 empleados de la empresa, puesto que era lo que le convenía a las arcas de la empresa matriz, allá en USA, cuyas cifras de ventas anuales y en todo el mundo son mareantes.
Pero he aquí que esos currantes se unieron como una piña y defendieron de manera incansable y durante meses sus derechos. No cedieron a las presiones y al proceso de despido colectivo (llamado últimamente por el acrónimo ERE) y demandaron a la empresa ante el Tribunal Supremo. No obstante, ‘Ella’ no tenía la culpa; había que hacer reajustes y aceptar las condiciones que marcan los implacables balances.
Dado que en ocasiones David vence a Goliat, resultó que el Tribunal Supremo les dio la razón a los currantes y anuló ese despido de manera que Iberian Partners ha tenido que readmitirlos.
Podemos imaginarnos el inmenso cabreo que circulaba por las oficinas de la empresa embotelladora de ‘Ella’. Que unos desgraciados les ganaran la batalla a ‘ellos’ era imperdonable. Por lo pronto, no tienen intención de reabrir las cuatro fábricas que cerraron… Después, ya veremos; pero seguro que, de un modo u otro, la pagarán.
Lo malo para ‘ellos’ es que la lucha que llevaron los trabajadores fue incansable, por lo que se la conoció en toda la geografía española, ya que de manera regular se informaba de las reivindicaciones que llevaban tanto los despedidos como sus compañeros.
Como sabemos, la imagen corporativa de la empresa que la comercializaba quedó muy tocada en nuestro país, y esto es un mal que puede aprovecharlo la marca de la competencia para ganar cuotas de mercado, algo que no se puede permitir, pues el combate en las arenas del mercado es “a muerte”.
Entonces, “¿Qué hacer?”, se preguntaron inquietos ante el panorama de derrota que habían sufrido. Alguien del consejo de administración levantó la mano y dijo: “¿Por qué no acudimos a una fuerte campaña publicitaria en la que se muestre la clásica botella, que la recuerda bien la gente, con un eslogan que sea impactante?”. “Además”, añadió, “sabemos que todo el mundo la quiere, que todo el mundo la ama, que todo el mundo la necesita. Sabemos que crea adicción y eso no se quita tan fácilmente”.
La idea caló en el resto de los miembros del consejo de administración. Inmediatamente se pusieron en contacto con su agencia publicitaria, JFT Comunicación, para que con toda urgencia les planificara una campaña con el fin de recuperar la apetecible imagen un tanto dañada por los últimos acontecimientos.
A los pocos días recibieron la respuesta. Se trataría de mostrar la botella clásica acompañada del eslogan “Llega Ella”, así con mayúsculas. Se promocionaría por todo el territorio nacional: en televisión, prensa y vallas publicitarias. Era necesario que todo el mundo supiera que ‘Ella’ llega de nuevo triunfante a la vida de los españoles.
Otra vez presidiría la alegría y sería el centro de los grupos de jóvenes, chicos y chicas muy de hoy, en los que se les viera disfrutando con una barbacoa de lo magnífica que es la vida si se sabe vivirla con optimismo. El optimismo que siempre ‘Ella’ ha proporcionado a los jóvenes bien centrados: esos que, alejados de los ‘radicales’ y de los que se apuntan a mareas, candidaturas ciudadanas o a ideas ‘extremistas’, saben que les espera un futuro lleno de ‘happiness’.
Dicho y hecho. Hoy nos encontramos con la imagen que tanto nos ha acompañado. Eso sí, la botella no viene con el nombre pintado en blanco sobre el cristal, tal como acontecía con la original; en esta ocasión, si nos damos cuenta, son dos pegatinas adheridas que fácilmente pueden despegarse.
‘Ella’, pues, ha vuelto a renacer. De nuevo sus chispeantes burbujas nos hacen ver la vida de color de rosa. La felicidad ha retornado. El alegre optimismo lo encontramos de nuevo embotellado al alcance de todo el mundo. Y, de paso, nos sugieren que olvidemos que ha habido una batalla incruenta en la que ganaron los currantes que se dejan la piel para que Coca-Cola Company siga con sus enormes beneficios y su nombre resplandezca en todas las urbes del Planeta Tierra.
¿Qué decir, pues, de alguien que tiene más de cien años y se renueva constantemente para que nos sintamos felices, alegres y conectados a su maravilloso país de origen? La hemos visto desde pequeños, en alegres carteles en los que aparecían chicos y chicas muy rubios (alguno moreno también) en pandilla, disfrutando de su inigualable sabor, y con las francas sonrisas que da saber que el futuro se presenta espléndido y sin ningún problema.
Era, pues, la imagen y el símbolo de una juventud optimista que nos llegaba del país de “las grandes oportunidades para todos” y al que había que mirar para que nos pareciéramos a ellos y les imitásemos en la vestimenta, el peinado, la música…, lógicamente, alrededor de unos vasos llenos del preciado líquido que salía de ‘Ella’.
En consecuencia, todos tendríamos que estarle agradecidos por tanta dicha como nos ha proporcionado a lo largo de tantos y tantos años. Bien es cierto que en los últimos tiempos estaba un poco alicaída, algo desdibujada. Tenía problemas a causa de la imagen que se estaba dando por los medios de comunicación de algo de lo que no era responsable. Necesitaba, por tanto, algo así como un lifting para volver a ser el centro de nuestras vidas.
La razón de ese desánimo se debía a que su embotelladora de España, Iberian Partners, había decidido poner de patitas en la calle a 820 empleados de la empresa, puesto que era lo que le convenía a las arcas de la empresa matriz, allá en USA, cuyas cifras de ventas anuales y en todo el mundo son mareantes.
Pero he aquí que esos currantes se unieron como una piña y defendieron de manera incansable y durante meses sus derechos. No cedieron a las presiones y al proceso de despido colectivo (llamado últimamente por el acrónimo ERE) y demandaron a la empresa ante el Tribunal Supremo. No obstante, ‘Ella’ no tenía la culpa; había que hacer reajustes y aceptar las condiciones que marcan los implacables balances.
Dado que en ocasiones David vence a Goliat, resultó que el Tribunal Supremo les dio la razón a los currantes y anuló ese despido de manera que Iberian Partners ha tenido que readmitirlos.
Podemos imaginarnos el inmenso cabreo que circulaba por las oficinas de la empresa embotelladora de ‘Ella’. Que unos desgraciados les ganaran la batalla a ‘ellos’ era imperdonable. Por lo pronto, no tienen intención de reabrir las cuatro fábricas que cerraron… Después, ya veremos; pero seguro que, de un modo u otro, la pagarán.
Lo malo para ‘ellos’ es que la lucha que llevaron los trabajadores fue incansable, por lo que se la conoció en toda la geografía española, ya que de manera regular se informaba de las reivindicaciones que llevaban tanto los despedidos como sus compañeros.
Como sabemos, la imagen corporativa de la empresa que la comercializaba quedó muy tocada en nuestro país, y esto es un mal que puede aprovecharlo la marca de la competencia para ganar cuotas de mercado, algo que no se puede permitir, pues el combate en las arenas del mercado es “a muerte”.
Entonces, “¿Qué hacer?”, se preguntaron inquietos ante el panorama de derrota que habían sufrido. Alguien del consejo de administración levantó la mano y dijo: “¿Por qué no acudimos a una fuerte campaña publicitaria en la que se muestre la clásica botella, que la recuerda bien la gente, con un eslogan que sea impactante?”. “Además”, añadió, “sabemos que todo el mundo la quiere, que todo el mundo la ama, que todo el mundo la necesita. Sabemos que crea adicción y eso no se quita tan fácilmente”.
La idea caló en el resto de los miembros del consejo de administración. Inmediatamente se pusieron en contacto con su agencia publicitaria, JFT Comunicación, para que con toda urgencia les planificara una campaña con el fin de recuperar la apetecible imagen un tanto dañada por los últimos acontecimientos.
A los pocos días recibieron la respuesta. Se trataría de mostrar la botella clásica acompañada del eslogan “Llega Ella”, así con mayúsculas. Se promocionaría por todo el territorio nacional: en televisión, prensa y vallas publicitarias. Era necesario que todo el mundo supiera que ‘Ella’ llega de nuevo triunfante a la vida de los españoles.
Otra vez presidiría la alegría y sería el centro de los grupos de jóvenes, chicos y chicas muy de hoy, en los que se les viera disfrutando con una barbacoa de lo magnífica que es la vida si se sabe vivirla con optimismo. El optimismo que siempre ‘Ella’ ha proporcionado a los jóvenes bien centrados: esos que, alejados de los ‘radicales’ y de los que se apuntan a mareas, candidaturas ciudadanas o a ideas ‘extremistas’, saben que les espera un futuro lleno de ‘happiness’.
Dicho y hecho. Hoy nos encontramos con la imagen que tanto nos ha acompañado. Eso sí, la botella no viene con el nombre pintado en blanco sobre el cristal, tal como acontecía con la original; en esta ocasión, si nos damos cuenta, son dos pegatinas adheridas que fácilmente pueden despegarse.
‘Ella’, pues, ha vuelto a renacer. De nuevo sus chispeantes burbujas nos hacen ver la vida de color de rosa. La felicidad ha retornado. El alegre optimismo lo encontramos de nuevo embotellado al alcance de todo el mundo. Y, de paso, nos sugieren que olvidemos que ha habido una batalla incruenta en la que ganaron los currantes que se dejan la piel para que Coca-Cola Company siga con sus enormes beneficios y su nombre resplandezca en todas las urbes del Planeta Tierra.
AURELIANO SÁINZ