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Encuestas movedizas

Los votos de los sondeos son pájaros volando y hasta que no están en la cazuela de la urna es mejor andarse con tiento, no te vaya a pasar lo que a los rivales del conservador británico Cameron, supuesto cadáver demoscópico, que hace unos días vio pasar el entierro de todos sus enemigos: el del laborista Miliband; el del antieuropeo populista Farage; y hasta el de su aliado, el liberal Clegg.



Hay más. Puede hasta resultar que las aves no solo son volanderas sino, encima, emigrantes y hoy parecen haberse posado aquí y mañana están en la otra punta del globo político. Porque, por si fuera poco, llevamos a las espaldas tal ensalada de encuestas –y las que te rondaré morena– que ni siquiera esta del CIS, que viene a suponer algo así como la madre de todas las encuestas –aunque a veces suceda como la que se bautizaba como madre de todas la batallas y se quedó en un pim, pam que truena– hace algo más que ser otro fogonazo dentro de los mil de esta carrera que no tiene claro quién entrará vencedor en sus diferentes metas y, aún menos, los restantes puestos del podio y del colocado. Sí parece haberse aclarado ya definitivamente cuál es el primer descarte –UPyD, terminal– y quién deberá pelear por salvarse de la incineración –Izquierda Unida–.

De las prospectivas hacia las generales es un tan largo "me lo fiáis" que los pájaros votos pueden estar allá para diciembre en las antípodas y no sé a qué viene esa afición por preguntarle al personal por algo que si todavía queda remoto en el tiempo normal, en el político suponen dos eternidades y media, tirando por lo bajo.

Pero bueno, no está mal echarle un vistazo y sacar algún indicativo añadido para ver por donde puede ir la cosa en las autonómicas y en las municipales. Y alguna conclusión sí que parece posible extraer como tendencia en proceso de cristalización. Esto ya no va a ser un juego entre dos, con los nacionalistas como báculo extractivo, sino que se va a jugar a cuatro, aunque eso no signifique que los cuatro vayan a tener el mismo tamaño y dimensiones, pero que sí van a ser necesarios para echar todas las cuentas.

A ello deben acostumbrarse PP y PSOE. El uno y el otro. Con un matiz: que los socialistas no quieren ver y los populares hacen como que no miran. Para el PP y hasta ahora –excepciones “monaguiles” hay pocas– o sacaba mayoría absoluta o se quedaba con dos palmos de narices. Pacto de izquierdas y, por un punto, una petaca y a la fría oposición cuatro años.

Pero ahora eso puede ya no ser así. Primero, porque las mayorías absolutas van a ser más escasas que los mirlos blancos; y segundo, porque en este nuevo momento, en esta apertura de ciclo político, es posible y hasta probable que incluso los del PP alcancen a gobernar con mayorías simples. Porque ya no sólo va a jugar la izquierda del PSOE, IU o Podemos, sino que ahora también va a jugar Ciudadanos. Y ellos tienen juego propio.

La segunda cuestión significativa es que en los vasos comunicantes se está produciendo y acelerando un trasvase, Podemos acelera la cuesta abajo y Ciudadanos progresa rápido cuesta arriba, lo que supone como elemento añadido –aunque no concordante en tamaño– que el PSOE se recupera un poquito y el PP se deja un poco más del pellejo en la gatera, aunque sigue siendo quien, por mayor o menor distancia, no pierde la cabeza.

Y, aunque dicho esto con todas las reservas, ello se va a dejar sentir en las autonómicas y, aunque menos, en las municipales, donde el error garrafal, el desprecio de Podemos por pueblos y ciudades, por la politica humilde y a pie de calle y de gente, excluidas las cuatro grandes, va a ser tóxico para ellos y le va a facilitar la supervivencia a IU, que ha puesto mosca y siglas en Ganemos.

Pero si algo son estos sondeos y estas prospectivas es que son movedizas y que lo que también auguran son gobiernos de arena, sin muros sólidos ni vigas maestras. El carajal va a ser de tal calibre que a ver si de una vez no les queda más remedio que cambiar la ley electoral y en esa lógica segunda vuelta, el alcalde lo elijamos los ciudadanos y no en cabildos de partidos. O sea, lo que tienen y practican desde hace mucho por toda Europa.

Y todo ello, hasta cuando se crean que tienen el bastón de mando, con una posible revisión del contrato, dependiendo de lo que acabe por pasar en las elecciones generales. Que esa es otra y que seguro que alguno está pensando: ¿Pero no se decía que Cameron se equivocaba por jugarse todo a la economía y a la salida de la crisis y los británicos decían que “casi” no les importa y que solo uno de cada siete lo notaba? ¿A vueltas con la economía? ¿A ver si Rajoy no va desencaminado y resulta que aquí también el bolsillo sí que nos importa algo?

ANTONIO PÉREZ HENARES
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