Creo que, desde fuera, desde los politólogos hasta los generadores de opinión, pasando por los más variados comentaristas y algunos políticos pertenecientes al grupo de "lo importante es que salga a pesar de las sandeces que diga", todo está dicho sobre los resultados electorales del pasado 22 de marzo en Andalucía. Sin embargo, quiero sumar desde estas páginas mi opinión como persona que ha estado muy ligada a la política y que cree conocer la estructura orgánica de los partidos y también el funcionamiento de las instituciones parlamentarias. Además, en este caso, he participado en alguna medida de la campaña de Ciudadanos-C's en Córdoba.
En más de una ocasión, durante estos quince días, he comentado con candidatos y afiliados la diferencia abismal existente entre la campaña electoral de los hasta ahora tres grandes partidos de Andalucía (PP, PSOE e IU) y la llevada a cabo por C's.
Abismal por muchos motivos. No es lo mismo presentarse en un pueblo de la provincia buscando el mercadillo de turno en el que ofrecer, a quienes lo admiten, un simple díptico y, a lo sumo, un globo naranja, sin referencia local alguna, que contar con toda una infraestructura orgánica y hasta municipal en la que apoyarse a la hora de organizar actos de mayor envergadura o, lo que es más importante, mantener un cierto nivel de actividad durante toda la campaña. Sólo el esfuerzo de unos cuantos, con Isabel Albás a la cabeza, ha logrado estar presente, aunque sólo fuese un día, en gran parte de los pueblos cordobeses.
Enorme diferencia en lo económico. Mientras el resto de fuerzas políticas, incluida Podemos, contaban con presupuestos más que razonables para atender las necesidades de una campaña, Ciudadanos ha debido bastarse con la exclusiva voluntad de sus integrantes a la hora de realizar su actividad, la ausencia de medios materiales tipo cartelería, vallas publicitarias, anuncios en prensa, radio y televisión, buzoneo de candidaturas, etcétera, siempre determinantes a la hora de hacer llegar al ciudadano no sólo las propuestas sino también, como sucede en el caso de esta formación política, la existencia de una alternativa que hasta ahora desconocían.
Brutal diferencia, diría yo, en el tratamiento que los medios de comunicación han dado a C's con respecto a los tres partidos representados en el Parlamento andaluz, e incluso, cabe decir categóricamente, a Podemos, relegando a Ciudadanos a una mera opción marginal, anecdótica muchos días y sin posibilidad de hacer llegar su mensaje a la población.
Y, por supuesto, gran diferencia con respecto a la experiencia de aquellas tres fuerzas políticas, debiendo inventar día a día una campaña que prácticamente nadie había realizado con anterioridad.
Por ello que la parlamentaria conseguida en Córdoba y los nueve que se han logrado en toda Andalucía, representen mucho más que unos dígitos y la seguridad de contar con grupo parlamentario propio. Representan un éxito que de extrapolar a circunstancias más igualitarias hubiera alcanzado el calificativo de "único" en la reciente historia de nuestra democracia.
A partir de ahí se ha de empezar a tomar decisiones. La debacle sufrida por el PP, que deberá asumir como propia Javier Arenas –situado en un oscuro e inexplicable cuarto lugar de la lista de Almería–, así como Rajoy y Sáenz de Santamaría por secundar la voluntad del andaluz, y el hundimiento de IU –lógico tras compartir cama y mantel con los socialistas en el Gobierno–, deja dos únicas posibilidades de estabilidad parlamentaria o legislativa: el acuerdo entre PSOE y Podemos o aquel otro entre socialistas y Ciudadanos.
El desenlace real no creo que se produzca antes de las municipales, pero, en todo caso, se hará necesario un acuerdo que ofrezca un cierto nivel de estabilidad en nuestra comunidad. No lo será de gobierno pero sí parlamentario y, posiblemente, no se trate de acuerdos globales sino puntuales que, en cualquier caso, deberán hacerse patentes en la aprobación de Presupuestos.
Ciudadanos se juega mucho, muchísimo, en este envite y yo espero que la cordura expresada hasta ahora por su presidente, Albert Rivera, tenga plasmación en los diálogos que obligadamente deben establecerse, ya que el próximo objetivo no son sólo las municipales y autonómicas del 24 de mayo, sino las generales de final de año y todos los focos estarán puestos en las decisiones que se adopten en Andalucía.
En más de una ocasión, durante estos quince días, he comentado con candidatos y afiliados la diferencia abismal existente entre la campaña electoral de los hasta ahora tres grandes partidos de Andalucía (PP, PSOE e IU) y la llevada a cabo por C's.
Abismal por muchos motivos. No es lo mismo presentarse en un pueblo de la provincia buscando el mercadillo de turno en el que ofrecer, a quienes lo admiten, un simple díptico y, a lo sumo, un globo naranja, sin referencia local alguna, que contar con toda una infraestructura orgánica y hasta municipal en la que apoyarse a la hora de organizar actos de mayor envergadura o, lo que es más importante, mantener un cierto nivel de actividad durante toda la campaña. Sólo el esfuerzo de unos cuantos, con Isabel Albás a la cabeza, ha logrado estar presente, aunque sólo fuese un día, en gran parte de los pueblos cordobeses.
Enorme diferencia en lo económico. Mientras el resto de fuerzas políticas, incluida Podemos, contaban con presupuestos más que razonables para atender las necesidades de una campaña, Ciudadanos ha debido bastarse con la exclusiva voluntad de sus integrantes a la hora de realizar su actividad, la ausencia de medios materiales tipo cartelería, vallas publicitarias, anuncios en prensa, radio y televisión, buzoneo de candidaturas, etcétera, siempre determinantes a la hora de hacer llegar al ciudadano no sólo las propuestas sino también, como sucede en el caso de esta formación política, la existencia de una alternativa que hasta ahora desconocían.
Brutal diferencia, diría yo, en el tratamiento que los medios de comunicación han dado a C's con respecto a los tres partidos representados en el Parlamento andaluz, e incluso, cabe decir categóricamente, a Podemos, relegando a Ciudadanos a una mera opción marginal, anecdótica muchos días y sin posibilidad de hacer llegar su mensaje a la población.
Y, por supuesto, gran diferencia con respecto a la experiencia de aquellas tres fuerzas políticas, debiendo inventar día a día una campaña que prácticamente nadie había realizado con anterioridad.
Por ello que la parlamentaria conseguida en Córdoba y los nueve que se han logrado en toda Andalucía, representen mucho más que unos dígitos y la seguridad de contar con grupo parlamentario propio. Representan un éxito que de extrapolar a circunstancias más igualitarias hubiera alcanzado el calificativo de "único" en la reciente historia de nuestra democracia.
A partir de ahí se ha de empezar a tomar decisiones. La debacle sufrida por el PP, que deberá asumir como propia Javier Arenas –situado en un oscuro e inexplicable cuarto lugar de la lista de Almería–, así como Rajoy y Sáenz de Santamaría por secundar la voluntad del andaluz, y el hundimiento de IU –lógico tras compartir cama y mantel con los socialistas en el Gobierno–, deja dos únicas posibilidades de estabilidad parlamentaria o legislativa: el acuerdo entre PSOE y Podemos o aquel otro entre socialistas y Ciudadanos.
El desenlace real no creo que se produzca antes de las municipales, pero, en todo caso, se hará necesario un acuerdo que ofrezca un cierto nivel de estabilidad en nuestra comunidad. No lo será de gobierno pero sí parlamentario y, posiblemente, no se trate de acuerdos globales sino puntuales que, en cualquier caso, deberán hacerse patentes en la aprobación de Presupuestos.
Ciudadanos se juega mucho, muchísimo, en este envite y yo espero que la cordura expresada hasta ahora por su presidente, Albert Rivera, tenga plasmación en los diálogos que obligadamente deben establecerse, ya que el próximo objetivo no son sólo las municipales y autonómicas del 24 de mayo, sino las generales de final de año y todos los focos estarán puestos en las decisiones que se adopten en Andalucía.
ENRIQUE BELLIDO