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La ensalada amarillea

En medio de la ensalada de encuestas entreveradas con escándalos, unos reales, otros inflados y algunos hasta cocinados para la campaña, empiezan a aflorar ciertas tendencias cuya deriva, de consolidarse, van a definir lo que el día 24 de mayo salga en verdad de las urnas. La primera nota, común en la mayoría, salvo algún pertinaz desnorte, es que el juego va a ser a cuatro, pero no tanto. Que entran dos nuevos a la mesa y tendrán cartas para jugar, pero PP y PSOE siguen conservando una buena parte del mazo.



La segunda consideración es que de aquel sorpasso hasta lo más alto del podio de los podemitas la cosa puede quedar como mucho en el tercer cajón. Si es que suben, porque en muchos sitios los está bajando Ciudadanos. Y el PSOE, aunque sufriendo, parece mantener esa segunda plaza.

La emergencia de Ciudadanos es efervescente. Ha sustituido en el escaparate, por supuesto televisado, a Podemos. Le llega justo al borde de la urna, a un mes del voto. Pero es demasiada gaseosa. Porque su líder no se presenta, aunque en realidad es a él a quien por muchos lugares votan, dejando de lado quienes son los ignotos candidatos o, lo que es peor en algunos casos, los en otras siglas antes apalancados políticos que han cambiado de paraguas. Unos, sin duda, por convicción; otros, también los hay, por oportunismo. Estos son, y él lo sabe, el mayor peligro para Rivera.

La implantación territorial del PP y su fortaleza como organización se ha comprobado al hacerse públicas las listas. Significa, desde luego, partir con una ventaja de inicio y dar un paso firme en lograr salvar parte de su poder. Por ejemplo, apuntando a las diputaciones. La del PSOE, no siendo pequeña, denota la orfandad de poder y han protagonizado algunos ejercicios masivos de paracaidismo.

En Guadalajara, por ejemplo, por una veintena de pueblos aún se están riendo al ver a quiénes se les presentan como aspirantes a concejales. Al no tenerlos en el lugar, han echado mano de la lista de ex altos cargos de los gobiernos de Bono y Barreda, y por ahí andan lo que fue lo más florido de la nomenclatura, rellenando o hasta encabezando candidaturas para evitar que el partido se quedara sin papeleta.

Ello tiene que ver, como decía y en una segunda derivada, con las diputaciones, donde los podemitas han incurrido en un gravisimo error y han querido arrastrar hasta el mismo a Izquierda Unida. Al aparecer apenas por algunos municipios y encima hacerlo sin las siglas, renuncian de entrada a esa institución.

Presos de sus complejos urbanitas, no tienen en cuenta que en determinados territorios –y desde luego tanto en Castilla y León como en Castilla-La Mancha, son ejemplos señeros de ello–, las diputaciones son parte decisiva y sigo afirmando que necesaria.

Esto puede tener consecuencias negativas para las formaciones de izquierdas en su conjunto. Y por ello, Izquierda Unida se ha resistido panza arriba a que le quitaran sus siglas de las coaliciones. Excepto en unas cuantas capitales, lo ha conseguido. Y me barrunto que la bizquera de Podemos al respecto va a suponerle en no pocos casos que asistamos a una cierta resurrección de esa IU a la que daban por engullida del todo. No lo consiguieron en Andalucía y a ver si resulta que, aunque sin plumas, les sale cacareando por más de tres sitios. Por ejemplo, en Toledo.

El pipirrana que en cualquier caso han acabado por montar en muchos lugares y la sopa de letras de Podemos, Ganemos, Ahora y no sé cuántas denominaciones más y en ocasiones compitiendo todos por el mismo voto, aceleran una sensación de escena hilarante de La Vida de Brian.

Con un añadido, que esto de Podemos en las grandes ciudades es un perfil de Twitter y los adherentes tuiteros sin rostro. Pero resulta que por nuestra tierra, el de Podemos allí tiene cara, ojos, vida y milagros. Y claro, ya es otra cosa. Vamos, que como para hacer una lista y que se la voten.

Porque la última de las notas reiteradas a pie de las múltiples encuestas es que los podemitas se están desinflando y hasta puede intuirse que con cierta aceleración creciente. Empezó en Andalucía pero la pérdida de fuelle es cada vez más evidente. Como que si ya sonaran a viejos, oye. Y algo pero, que por mucho trasconeje que se traigan que son lo que son y no les des más vueltas y, peor aún, cuando intentan camuflarse y decir que "eso no, hombre, que eso era antes", que ahora son casi de centro. Y entonces, los unos no les creen y los otros se desilusionan.

Le han ido bajando de los púlpitos y ya sin la alfombra pierden mucho y ya no digamos cuando su sermón se encuentra con réplica o con un periodista que les pregunta algo. Porque esa es una característica que ha asombrado mucho. Los de Podemos son una gente a la que sólo se les podía preguntar lo que a ellos les gustaba que les preguntaran.

Las encuestas de determinadas regiones indican esa tendencia e, incluso, algo peor: un cierto barullo de descomposición interna. Quizás, y en este sentido, ha sorprendido por lo contundente alguna estimación en la Comunidad de Madrid, a priori, su bastión más fuerte.

Con el PP con porcentajes entre el 35-37 por ciento y que saca varios cuerpo de ventaja al PSOE, entre los 16 puntos en la Comunidad y los 11 en el Ayuntamiento, resulta que Ciudadanos les ha comido la merienda y andan por la cuarta plaza y con porcentajes que oscilan entre el 12 en la capital y el 15 por ciento en la Comunidad Autónoma. Que no da para asaltar mucho cielo que digamos.

Y es que el problema de Podemos eran ellos mismos y que se supiera quiénes eran antes de que se fuera a votarles. Y al salir demasiado pronto a la plaza, se les ha visto el plumero y la hemeroteca. Ahora, por ejemplo, andan que no saben dónde esconderse para no tener que responder sobre el chavismo y Maduro. Pero tendrán que hacerlo.

Y es tan notorio y evidente lo que de aquello decían y loaban como quien les regaba, se llamaran como se quisieran, pero los mismos, mismísimos, con más de 4 millones de euros a su fundación, amén de lo que le pagaban a Monedero, que envida le debe dar a Pujalte: 420.000 euros por dos meses y a él la constructora solo 75.000 por asesorarla todo un año.

Tendrán que enseñar la patita. Tendrán que decir si están con la democracia española, a la que ellos insultan llamando torticeramente "el Régimen del 78" o con ese mastuerzo insultante y esa desgraciada Venezuela en rumbo de dictadura. En realidad, ya lo han dicho. Votando en el Parlamento Europeo a su favor y contra los presos políticos venezolanos. En nuestro parlamento nacional, tampoco se olvide, ese voto de vergüenza lo protagonizó IU junto con Bildu, ERC y hierbas similares.

Por una cosa, por la otra y por todas, lo que parece ser cada vez más deslizante es el virtual suelo electoral de Podemos. En la ensalada, aquel verdor intenso que lucían hace nada está amarilleando más que al paso.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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