Hace poco he vuelto a ver la película El lector, protagonizada por una Kate Winslet sublime, una mujer natural, sin miedo a una desnudez humana donde los retoques no tienen cabida y, cómo no, por una de las miradas más bonitas del cine: la de Ralph Fiennes. Hacía tanto tiempo que no la visualizaba que no recordaba que ella aprende a leer con este precioso cuento de Antón Chéjov que esta semana os recomiendo.
Si hay algo que conmueve siempre en los relatos de Chéjov es un sensibilidad social: sus ojos son ventanas que nos muestran la dura vida del pueblo ruso, sobre todo la del mundo rural. Es un perfecto cronista de su época porque él vivió el dolor de la gente a través de su profesión: era médico. De hecho, alguno los protagonistas de sus cuentos son médicos rurales.
En este caso, el autor ruso nos va metiendo sin darnos cuenta en el mundo de Dmitri y Anna, dos soledades que se encuentran en la ciudad balneario de Yalta. Anna es la dama que pasea con un perrito por el paseo marítimo y cuyos pasos son seguidos por Dmitri, que la observa y la ve como una posible conquista, como una más de las mujeres a las que seduce para evadirse de un matrimonio alienante.
Sin saber cómo –acabo de releerlo y no sé cómo ocurrió, qué magia utilizó Chéjov– sus vidas convergen, sus labios se tocan, sus almas quedan atrapadas en una necesidad permanente de piel. Más de cien años después y por muchos avances que en la ciencia ha habido, nadie puede explicarlo: el misterio del amor.
Ella también está atrapada en una relación anodina, en la que la pasión nunca ha existido. Pero estamos en el siglo XIX y los convencionalismos sociales y morales de la época no les permiten vivir en libertad su amor.
Ya os conté que Anna Karenina me pareció una novela bien construida, magníficamente escrita, que recrea el ambiente de su época a la perfección, pero la historia de los protagonistas me parece muy vacía, no la catalogaría de amorosa, más bien de capricho.
Sin embargo, en La dama del perrito sí vais a encontrar amor de verdad, de ese que se da cuando menos te lo esperas y cuando no crees en su posibilidad. El narrador pone el foco sobre todo en Dmitri, en sus sentimientos, en sus pensamientos y en su incredulidad ante todo lo que está pasando en su vida. Él ya estaba de vuelta de todo.
Os invito a entrar en el mundo sublime de la sensibilidad de un escritor que retrató como nadie la psicología humana. Y esta semana os voy a hacer dos regalos musicales. El primero es un misterio y el segundo una de las voces que más me conmueve en el mundo.
Si hay algo que conmueve siempre en los relatos de Chéjov es un sensibilidad social: sus ojos son ventanas que nos muestran la dura vida del pueblo ruso, sobre todo la del mundo rural. Es un perfecto cronista de su época porque él vivió el dolor de la gente a través de su profesión: era médico. De hecho, alguno los protagonistas de sus cuentos son médicos rurales.
En este caso, el autor ruso nos va metiendo sin darnos cuenta en el mundo de Dmitri y Anna, dos soledades que se encuentran en la ciudad balneario de Yalta. Anna es la dama que pasea con un perrito por el paseo marítimo y cuyos pasos son seguidos por Dmitri, que la observa y la ve como una posible conquista, como una más de las mujeres a las que seduce para evadirse de un matrimonio alienante.
Sin saber cómo –acabo de releerlo y no sé cómo ocurrió, qué magia utilizó Chéjov– sus vidas convergen, sus labios se tocan, sus almas quedan atrapadas en una necesidad permanente de piel. Más de cien años después y por muchos avances que en la ciencia ha habido, nadie puede explicarlo: el misterio del amor.
Ella también está atrapada en una relación anodina, en la que la pasión nunca ha existido. Pero estamos en el siglo XIX y los convencionalismos sociales y morales de la época no les permiten vivir en libertad su amor.
Ya os conté que Anna Karenina me pareció una novela bien construida, magníficamente escrita, que recrea el ambiente de su época a la perfección, pero la historia de los protagonistas me parece muy vacía, no la catalogaría de amorosa, más bien de capricho.
Sin embargo, en La dama del perrito sí vais a encontrar amor de verdad, de ese que se da cuando menos te lo esperas y cuando no crees en su posibilidad. El narrador pone el foco sobre todo en Dmitri, en sus sentimientos, en sus pensamientos y en su incredulidad ante todo lo que está pasando en su vida. Él ya estaba de vuelta de todo.
Os invito a entrar en el mundo sublime de la sensibilidad de un escritor que retrató como nadie la psicología humana. Y esta semana os voy a hacer dos regalos musicales. El primero es un misterio y el segundo una de las voces que más me conmueve en el mundo.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ / REDACCIÓN