La berrea electoral ha comenzado esta semana y va a durar un año. Meses y más meses de bramidos ensordecedores, de reclamos y de alardes. Para llevarnos al huerto de la urna. Y no una vez sino cuatro. Y algunos más, porque también están las primarias de los partidos, que las hacen aunque es creciente la moda de hacerlas pero no celebrarlas, lo que no deja de ser un poco raro.
En el 2015, los partidos se van a jugar el poder, pero los españoles nos vamos a jugar España. El año 2016 puede asomar de verdad algo que, parafraseando a Guerra, no lo reconozca ni la madre que lo parió y que, incluso, ni siquiera sea ya de la madre.
Algunos anunciamos que Susana Díaz tenía hambre de urnas y no se le iba a poner por delante IU ni nada. Cree que le conviene, tiene un barrunto favorable y juega dos cartas. Le puede salir la primera, lo que le daría posibilidad de otra baza.
O no. O le salen mal las dos, que también pudiera. Sobre seguro no juega nadie pero la andaluza lleva “pinta”. Y coge a todos con el pie cambiado y a algunos, caso de los “podemitas”, todavía a gatas.
Luego, y para todos, municipales y para muchos, autonómicas. Ahí comenzará el alborozo en unos y el llanto y el crujir de dientes y habrá venados muertos. Pero también plumeros descubiertos y retratos de con quién se ajuntan y quién consigue primogenituras o se queda sin lentejas. Esa partida será trascendente y a partir de ahí el vértigo será definitivo.
Porque, por un lado, vendrá con el otoño, lo que puede ser en sus consecuencias la definitiva explosión de la cuestión catalana: quizás el hecho más grave de todos a los que nuestra Nación se ha enfrentado en mucho tiempo y que puede, no es retórica, despedazarla. No es retórica porque la voluntad es expresa, clara y reiterada.
El final de la partida llegará con el año. Y hoy, aunque lo parezca, ni siquiera está claro quiénes serán los definitivos contendientes. Porque este año va a ser largo, muy largo y no nos faltará de nada. Ni bramidos ni embestidas, ni venados locos, ni siquiera un muflón dando topetazos, que de eso se encargará Bárcenas dispuesto a embestir contra todo con tal de defender lo que de verdad protege: la pasta del pillaje.
Me gustaría escribir que todo ello va a ser apasionante y lo será sin duda, pero no es arriesgado decir tampoco que el espectáculo alcanzará también niveles esperpénticos y en ocasiones repulsivos. Y que la única manera de no salir lleno de orines y de costurones varios será intentar tomar toda la distancia posible de los que se enfrentan y pretenden que formemos en sus tropas.
Pero si por ellos fuera, lo prohibirían y nos pondrían a cavar trincheras. Algunos, además, encantados, pero otros estamos muy hartos de las alambradas de espino. Y de la berrea interminable.
En el 2015, los partidos se van a jugar el poder, pero los españoles nos vamos a jugar España. El año 2016 puede asomar de verdad algo que, parafraseando a Guerra, no lo reconozca ni la madre que lo parió y que, incluso, ni siquiera sea ya de la madre.
Algunos anunciamos que Susana Díaz tenía hambre de urnas y no se le iba a poner por delante IU ni nada. Cree que le conviene, tiene un barrunto favorable y juega dos cartas. Le puede salir la primera, lo que le daría posibilidad de otra baza.
O no. O le salen mal las dos, que también pudiera. Sobre seguro no juega nadie pero la andaluza lleva “pinta”. Y coge a todos con el pie cambiado y a algunos, caso de los “podemitas”, todavía a gatas.
Luego, y para todos, municipales y para muchos, autonómicas. Ahí comenzará el alborozo en unos y el llanto y el crujir de dientes y habrá venados muertos. Pero también plumeros descubiertos y retratos de con quién se ajuntan y quién consigue primogenituras o se queda sin lentejas. Esa partida será trascendente y a partir de ahí el vértigo será definitivo.
Porque, por un lado, vendrá con el otoño, lo que puede ser en sus consecuencias la definitiva explosión de la cuestión catalana: quizás el hecho más grave de todos a los que nuestra Nación se ha enfrentado en mucho tiempo y que puede, no es retórica, despedazarla. No es retórica porque la voluntad es expresa, clara y reiterada.
El final de la partida llegará con el año. Y hoy, aunque lo parezca, ni siquiera está claro quiénes serán los definitivos contendientes. Porque este año va a ser largo, muy largo y no nos faltará de nada. Ni bramidos ni embestidas, ni venados locos, ni siquiera un muflón dando topetazos, que de eso se encargará Bárcenas dispuesto a embestir contra todo con tal de defender lo que de verdad protege: la pasta del pillaje.
Me gustaría escribir que todo ello va a ser apasionante y lo será sin duda, pero no es arriesgado decir tampoco que el espectáculo alcanzará también niveles esperpénticos y en ocasiones repulsivos. Y que la única manera de no salir lleno de orines y de costurones varios será intentar tomar toda la distancia posible de los que se enfrentan y pretenden que formemos en sus tropas.
Pero si por ellos fuera, lo prohibirían y nos pondrían a cavar trincheras. Algunos, además, encantados, pero otros estamos muy hartos de las alambradas de espino. Y de la berrea interminable.
ANTONIO PÉREZ HENARES