En la vida hay personas que, desde sus primeros momentos, demuestran su amor hacia una institución que les hace crecer hasta el fin de sus días, dando su total entrega y devoción a la causa. Hoy no os contaré crónica alguna: la historia que nos concierne es para mí diferente, especial, y bañada en letras auriverdes.
He de reconocer, que no es fácil narrar mas de medio siglo de historia viva de un deporte y, menos, cuando la persona que escribe es nieto del hombre que forma parte de este relato. Pero hay vidas que merecen la pena conocer, momentos inolvidables que recordar y hoy, en su honor y desde el cariño y la admiración, os hablo en nombre de una familia entera de mi abuelo, Servando Gálvez Leiva, de este eterno “secretario técnico” –como a él le gustaba que lo denominasen– del Montilla C.F.
Corría el año 1939 cuando un joven Servando, formaba el Club Deportivo Español, posteriormente denominado Sociedad Deportiva Montillana, siendo estas las primeras nociones del fútbol en nuestra localidad. Dicho equipo sería entrenado por él mismo, y disputaría sus encuentros en diferentes campos del albero de la localidad.
Años después, en 1945, y con la inauguración del Estadio Gran Capitán en la barriada de las Casas Nuevas, el plantel montillano conseguiría sus primeros títulos a nivel provincial y nacional, ya que, bajo las órdenes de Servando, los montillanos obtendrían el Campeonato de Segunda Regional, la Copa Córdoba, la Copa Federación y el título a nivel nacional del Campeonato de Aficionados bajo la denominación de Sociedad Deportiva España. El título fue conseguido en Madrid.
Tras este magnífico año, la labor del directivo vinícola no cesaría, ayudando a la creación en 1957 del Montilla Alvear Deportivo, que pasaría a disputar sus partidos en el vetusto estadio de Alvear, ocupando Servando funciones menores, debido a la toma de posiciones del poder en el club por parte parte de la empresa patrocinadora, Bodegas Alvear.
Sin embargo, su amor al deporte, y al fútbol más concretamente, haría que tras los numerosos cambios que sufriría el equipo de nuestra localidad –cambiaría de denominación de nuevo, al denominarse Club Balompédico Alvear o el ascenso a Regional Preferente entre otros momentos– en el año 1973, junto a mi abuelo, ilustres vinícolas como Rafael Aceituno, Miguel Leiva, Manuel Jordano, Manolo Ramírez –el amigo más cercano y el mejor compañero de Servando en numerosos momentos–, Paco López, Manolo García, Paco Luque, Pepe Rubio, Paco Córdoba o Navarrito, fundaran el Montilla Vinícola Club Deportivo.
Bajo la dirección de Jesús Calleja, José Ruz y Miguel Navarro, Servando daría rienda suelta a su sapiencia futbolística en las labores técnicas, haciéndose conocido entre los estamentos futbolísticos de nuestra provincia y a nivel andaluz.
Sus numerosas llamadas telefónicas a las distintas federaciones, su incansable labor para obtener los mejores jugadores y así un sinfín de momentos harían que su leyenda dentro de este deporte se agrandara a la vez que sus años de servicio a su club iban aumentando.
Todo equipo que se precie debe contar con unas instalaciones al nivel de su categoría. Por eso, el 19 de marzo de 1981, y con la ilusión de todo un pueblo, Servando, junto a la junta directiva del club y las instituciones municipales, inauguró el Estadio Municipal que, con el esfuerzo de todos, se convertiría desde ese momento y hasta la fecha en el lugar donde el plantel auriverde disputaría sus encuentros ligueros.
En dicho estadio, y siempre con las gestiones de Servando como pilar fundamental, diferentes equipos de renombre visitarían nuestra localidad, destacando la presencia de dos equipos extranjeros, el Deportivo Roca de Argentina y la F.A.R de Marruecos, partido ante el equipo africano que todo buen aficionado al fútbol en nuestra localidad debe conocer por su trascendencia a nivel nacional.
Con todo ello, llegaríamos a 1987, año marcado en oro para el balompié montillano, ya que en dicha temporada y tras más de una década en Regional Preferente, en una fase de ascenso épica, el Montilla Vinícola obtendría ante el C.D Antoniano de Lebrija su primer ascenso a Tercera División, siendo este, según palabras de mi abuelo, su “mayor orgullo como directivo”.
En los años venideros, su trayectoria como secretario técnico seguiría siendo fructífera, ayudando a la planificación de ilustres plantillas que darían lustro y prestigio a nivel andaluz al equipo de nuestra ciudad, siendo su trabajo halagado y reconocido en distintas ocasiones, destacando la insignia de oro que la Federación Cordobesa de Fútbol le haría entrega en 1996 en los prolegómenos del partido internacional de la fase de clasificación para la Eurocopa Femenina de Fútbol, disputado entre España e Inglaterra.
Ya en su etapa final como directivo, la figura de Servando ocuparía el recuerdo de numerosos jugadores, directivos y aficionados al fútbol de nuestra localidad, siendo en 2004 su última temporada como secretario técnico del club bajo la denominación de Montilla C.F.
A pesar de ello, mantendría hasta sus últimos días contacto con las diferentes directivas, ayudando a las nuevas generaciones a seguir manteniendo la imagen y el señorío de este club que, con su labor y la de otros directivos, habían conseguido.
Además de los máximos mandatarios nombrados anteriormente, otros presidentes del club como Pedro Reina, Manolo Márquez, Antonio Gómez, Jorge Pérez o Manolo Leiva destacarían el empuje incesante y la lucha de Servando por llevar el nombre de Montilla y de este club hasta lo más alto, ofreciendo una imagen de nuestro querido abuelo digna de mención y orgulloso.
Por desgracia, el camino ha finalizado, y la vida ha dado el pitido final a su particular partido, pero su alma y recuerdo seguirán presentes en cada fila y en cada asiento del Estadio Municipal. Su figura reposada en ese graderío –con el cigarrillo que lo caracterizaba en su boca para calmar los nervios de cada domingo– quedará grabada en cada una de las personas que amamos el fútbol en nuestro municipio.
Tal vez, tu marcha ha sido el momento en el que tuvo lugar para siempre un gran cambio en nosotros. A pesar de ello, esta despedida es diferente, sabedores de que la evidencia de todo el recuerdo que dejas hace que la “nobleza, valor y furia…” como dice el himno de tu amado club y con la que viviste tu vida, te haga, desde hoy, inolvidable. Hasta siempre, “abuelo”.
Galería de imágenes históricas del fútbol montillano: aquí
He de reconocer, que no es fácil narrar mas de medio siglo de historia viva de un deporte y, menos, cuando la persona que escribe es nieto del hombre que forma parte de este relato. Pero hay vidas que merecen la pena conocer, momentos inolvidables que recordar y hoy, en su honor y desde el cariño y la admiración, os hablo en nombre de una familia entera de mi abuelo, Servando Gálvez Leiva, de este eterno “secretario técnico” –como a él le gustaba que lo denominasen– del Montilla C.F.
Corría el año 1939 cuando un joven Servando, formaba el Club Deportivo Español, posteriormente denominado Sociedad Deportiva Montillana, siendo estas las primeras nociones del fútbol en nuestra localidad. Dicho equipo sería entrenado por él mismo, y disputaría sus encuentros en diferentes campos del albero de la localidad.
Años después, en 1945, y con la inauguración del Estadio Gran Capitán en la barriada de las Casas Nuevas, el plantel montillano conseguiría sus primeros títulos a nivel provincial y nacional, ya que, bajo las órdenes de Servando, los montillanos obtendrían el Campeonato de Segunda Regional, la Copa Córdoba, la Copa Federación y el título a nivel nacional del Campeonato de Aficionados bajo la denominación de Sociedad Deportiva España. El título fue conseguido en Madrid.
Tras este magnífico año, la labor del directivo vinícola no cesaría, ayudando a la creación en 1957 del Montilla Alvear Deportivo, que pasaría a disputar sus partidos en el vetusto estadio de Alvear, ocupando Servando funciones menores, debido a la toma de posiciones del poder en el club por parte parte de la empresa patrocinadora, Bodegas Alvear.
Sin embargo, su amor al deporte, y al fútbol más concretamente, haría que tras los numerosos cambios que sufriría el equipo de nuestra localidad –cambiaría de denominación de nuevo, al denominarse Club Balompédico Alvear o el ascenso a Regional Preferente entre otros momentos– en el año 1973, junto a mi abuelo, ilustres vinícolas como Rafael Aceituno, Miguel Leiva, Manuel Jordano, Manolo Ramírez –el amigo más cercano y el mejor compañero de Servando en numerosos momentos–, Paco López, Manolo García, Paco Luque, Pepe Rubio, Paco Córdoba o Navarrito, fundaran el Montilla Vinícola Club Deportivo.
Bajo la dirección de Jesús Calleja, José Ruz y Miguel Navarro, Servando daría rienda suelta a su sapiencia futbolística en las labores técnicas, haciéndose conocido entre los estamentos futbolísticos de nuestra provincia y a nivel andaluz.
Sus numerosas llamadas telefónicas a las distintas federaciones, su incansable labor para obtener los mejores jugadores y así un sinfín de momentos harían que su leyenda dentro de este deporte se agrandara a la vez que sus años de servicio a su club iban aumentando.
Todo equipo que se precie debe contar con unas instalaciones al nivel de su categoría. Por eso, el 19 de marzo de 1981, y con la ilusión de todo un pueblo, Servando, junto a la junta directiva del club y las instituciones municipales, inauguró el Estadio Municipal que, con el esfuerzo de todos, se convertiría desde ese momento y hasta la fecha en el lugar donde el plantel auriverde disputaría sus encuentros ligueros.
En dicho estadio, y siempre con las gestiones de Servando como pilar fundamental, diferentes equipos de renombre visitarían nuestra localidad, destacando la presencia de dos equipos extranjeros, el Deportivo Roca de Argentina y la F.A.R de Marruecos, partido ante el equipo africano que todo buen aficionado al fútbol en nuestra localidad debe conocer por su trascendencia a nivel nacional.
Con todo ello, llegaríamos a 1987, año marcado en oro para el balompié montillano, ya que en dicha temporada y tras más de una década en Regional Preferente, en una fase de ascenso épica, el Montilla Vinícola obtendría ante el C.D Antoniano de Lebrija su primer ascenso a Tercera División, siendo este, según palabras de mi abuelo, su “mayor orgullo como directivo”.
En los años venideros, su trayectoria como secretario técnico seguiría siendo fructífera, ayudando a la planificación de ilustres plantillas que darían lustro y prestigio a nivel andaluz al equipo de nuestra ciudad, siendo su trabajo halagado y reconocido en distintas ocasiones, destacando la insignia de oro que la Federación Cordobesa de Fútbol le haría entrega en 1996 en los prolegómenos del partido internacional de la fase de clasificación para la Eurocopa Femenina de Fútbol, disputado entre España e Inglaterra.
Ya en su etapa final como directivo, la figura de Servando ocuparía el recuerdo de numerosos jugadores, directivos y aficionados al fútbol de nuestra localidad, siendo en 2004 su última temporada como secretario técnico del club bajo la denominación de Montilla C.F.
A pesar de ello, mantendría hasta sus últimos días contacto con las diferentes directivas, ayudando a las nuevas generaciones a seguir manteniendo la imagen y el señorío de este club que, con su labor y la de otros directivos, habían conseguido.
Además de los máximos mandatarios nombrados anteriormente, otros presidentes del club como Pedro Reina, Manolo Márquez, Antonio Gómez, Jorge Pérez o Manolo Leiva destacarían el empuje incesante y la lucha de Servando por llevar el nombre de Montilla y de este club hasta lo más alto, ofreciendo una imagen de nuestro querido abuelo digna de mención y orgulloso.
Por desgracia, el camino ha finalizado, y la vida ha dado el pitido final a su particular partido, pero su alma y recuerdo seguirán presentes en cada fila y en cada asiento del Estadio Municipal. Su figura reposada en ese graderío –con el cigarrillo que lo caracterizaba en su boca para calmar los nervios de cada domingo– quedará grabada en cada una de las personas que amamos el fútbol en nuestro municipio.
Tal vez, tu marcha ha sido el momento en el que tuvo lugar para siempre un gran cambio en nosotros. A pesar de ello, esta despedida es diferente, sabedores de que la evidencia de todo el recuerdo que dejas hace que la “nobleza, valor y furia…” como dice el himno de tu amado club y con la que viviste tu vida, te haga, desde hoy, inolvidable. Hasta siempre, “abuelo”.
Galería de imágenes históricas del fútbol montillano: aquí
J.L. GÁLVEZ / REDACCIÓN