Uno de los temas que ha sido habitual en el ámbito de la pintura clásica, especialmente a partir del Renacimiento, es el de las escenas que se extraían de la mitología de las antiguas Grecia y Roma. El complejo y sorprendente mundo de los dioses griegos y romanos sedujeron a los mecenas –reyes, príncipes y nobles- que encargaban a los más afamados pintores cuadros para decorar sus estancias particulares, y se supone que disfrutar de un mundo sensual y cargado de un innegable erotismo.
Creo que puede ser de interés para los lectores de Negro sobre blanco conocer el intrincado mundo de la mitología grecolatina a través de las obras de arte que dejaron como legado los grandes nombres de la pintura. De este modo, con esta primera entrega dedicada al estudio del cuadro Baco y Ariadna del pintor italiano Tiziano (1477-1576), iremos a partir de ahora adentrándonos en esa conjunción de Arte y Mitología.
Y si comienzo precisamente por Tiziano se debe, por un lado, a que este pintor se encuentra en ese grupo de grandes artistas que plasmaron en numerosos lienzos sus interpretaciones del mundo clásico a partir de los mitos que poblaban las mentes de esas dos grandes culturas. La otra razón es más bien particular: a la entrada de mi despacho en la facultad hay una reproducción a tamaño natural de un magnífico lienzo suyo que se conserva en el Museo del Prado y que lleva por título El hombre del guante.
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Comencemos con los hechos históricos: el Duque de Ferrara, Alfonso d’Este, fue quien le encargara a Tiziano un cuadro de grandes dimensiones con el fin de decorar una pequeña habitación de su palacio ubicado en la ciudad italiana de Ferrara. Se sabe que el pintor italiano empleó tres años en su ejecución, comenzándolo en 1520 y dándole por finalizado en 1523.
Como sucede con los lienzos que son escenas de relatos mitológicos, para comprender los significados de los mismos hay que partir de la historia que el mito griego o romano relataba. En el caso de esta obra de Tiziano su sentido entronca con las narraciones de la mitología de la antigua Grecia.
El argumento de la obra es el siguiente: Ariadna, la bella protagonista de la escena e hija del rey de Creta, se había enamorado perdidamente de Teseo, personaje ateniense que había sido encerrado en el Laberinto por su propio padre. Debido al amor que le profesaba, sería ella misma la que desobedeciera a su padre al ayudarle a escapar del laberinto cretense en el que se encontraba el feroz Minotauro.
A pesar de esta ayuda, Teseo fue verdaderamente cruel con ella, puesto que, tras la huida juntos en un barco de la isla de Creta, la abandona a su suerte en la isla de Naxos.
Pero los dioses, por aquel entonces, no solo se relacionaban entre sí, con parecidos conflictos y pasiones que atormentaban a los hombres, sino que también establecían relaciones con los seres humanos. Así, Baco, el dios del vino y de la embriaguez, contempla a la desolada Ariadna y enamorado de su belleza arriba a la isla de Naxos en un carro que es arrastrado por dos guepardos.
En el momento de la llegada, tal como aparece en el cuadro de Tiziano, Baco aparece representado saltando del carro, mientras que Ariadna, mirando sorprendida al dios que se le acerca, extiende la mano derecha hacia el barco que se aleja, ya apenas visible, en el que se encuentra Teseo que despiadadamente la había abandonado mientras ella dormía.
Como era habitual en la pintura del Renacimiento, los cuadros de escenas mitológicas se llenan de diversos personajes para completar la escena. En este caso, y en el centro del lienzo, vemos a un pequeño sátiro –mitad humano, mitad macho cabrío- que arrastra la cabeza de un ternero, mientras un perro negro le está ladrando.
Detrás de este pequeño sátiro, aparece un hombre fuerte, barbudo y bronceado, que parece estar luchando contra las serpientes que rodean su cuerpo. En el extremo derecho, otro sátiro adulto se agita danzando con una pata de toro. Dentro del grupo, se aprecian dos bacantes que bailan tocando campanillas y panderetas, instrumentos musicales habituales de aquella época.
Finalmente, al fondo de la escena se ve la figura grotesca y obesa de Sileno, el padre adoptivo de Baco, quien borracho, coronado con hojas de parra y montado sobre un asno parece estar a punto de caerse. Para evitar que esto suceda, se ve ayudado por un personaje que lo sostiene evitando su caída.
He de apuntar que en la antigüedad clásica era habitual que los temas de la mitología fueran tratados por dramaturgos y poetas en sus obras. De este modo, y para imaginar la escena en la que debía plasmar toda una narración, Tiziano se basó en la lectura de los textos de Ovidio y Catulo, así como en el famoso grupo escultórico Laocoonte.
Para comprender cómo Tiziano se las tuvo que ingeniar con el fin de trasladar unos textos escritos a una narración visual, presento un párrafo del poeta latino Cayo Valerio Catulo quien en su obra Las bodas de Tetis y Peleo cuenta lo siguiente:
“Entonces ella, mirando lastimeramente el barco que se alejaba, herida, dio vueltas a complicadas cuitas en su mente. Luego de alguna parte descendió Baco en la flor de su vida, con su secta de sátiros, con su Sileno, buscándote, Ariadna, ardiendo de amor por ti. Luego llegaron también frenéticas las bacantes. Algunas arrojaban pedazos de buey descuartizado. Algunas se adornaban con serpientes enroscadas. Otras tocaban tambores, las palmas muy alzadas o agitaban campanillas con címbalos de latón…”.
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Para cerrar, y como detalle curioso, quisiera indicar que algunos grupos de rock en ocasiones han utilizado en sus portadas de discos cuadros de pintores clásicos famosos. Es el caso del grupo canadiense Crash Test Dummies que en la década de los noventa sacó el disco titulado God Shuffled His Feet cuya portada se basaba en el lienzo de Baco y Ariadna que estamos comentando.
Lo cierto es que los rostros de los cinco componentes del grupo suplen los del dios Baco y los de algunos de sus acompañantes, introduciendo cierto tono de humor en la obra de Tiziano.
Como colofón, y puesto que me imagino que habrá lectores que no conozcan para nada a este grupo, les indicaría que uno de los temas de este disco, el que lleva por título Mmm Mmm Mmm Mmm, alcanzó el número uno de las listas británicas, aunque, a decir verdad, el grupo que lideraba Brad Roberts continuó su andadura sin llegar a lograr otra vez el éxito de este tema onomatopéyico.
Creo que puede ser de interés para los lectores de Negro sobre blanco conocer el intrincado mundo de la mitología grecolatina a través de las obras de arte que dejaron como legado los grandes nombres de la pintura. De este modo, con esta primera entrega dedicada al estudio del cuadro Baco y Ariadna del pintor italiano Tiziano (1477-1576), iremos a partir de ahora adentrándonos en esa conjunción de Arte y Mitología.
Y si comienzo precisamente por Tiziano se debe, por un lado, a que este pintor se encuentra en ese grupo de grandes artistas que plasmaron en numerosos lienzos sus interpretaciones del mundo clásico a partir de los mitos que poblaban las mentes de esas dos grandes culturas. La otra razón es más bien particular: a la entrada de mi despacho en la facultad hay una reproducción a tamaño natural de un magnífico lienzo suyo que se conserva en el Museo del Prado y que lleva por título El hombre del guante.
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Comencemos con los hechos históricos: el Duque de Ferrara, Alfonso d’Este, fue quien le encargara a Tiziano un cuadro de grandes dimensiones con el fin de decorar una pequeña habitación de su palacio ubicado en la ciudad italiana de Ferrara. Se sabe que el pintor italiano empleó tres años en su ejecución, comenzándolo en 1520 y dándole por finalizado en 1523.
Como sucede con los lienzos que son escenas de relatos mitológicos, para comprender los significados de los mismos hay que partir de la historia que el mito griego o romano relataba. En el caso de esta obra de Tiziano su sentido entronca con las narraciones de la mitología de la antigua Grecia.
El argumento de la obra es el siguiente: Ariadna, la bella protagonista de la escena e hija del rey de Creta, se había enamorado perdidamente de Teseo, personaje ateniense que había sido encerrado en el Laberinto por su propio padre. Debido al amor que le profesaba, sería ella misma la que desobedeciera a su padre al ayudarle a escapar del laberinto cretense en el que se encontraba el feroz Minotauro.
A pesar de esta ayuda, Teseo fue verdaderamente cruel con ella, puesto que, tras la huida juntos en un barco de la isla de Creta, la abandona a su suerte en la isla de Naxos.
Pero los dioses, por aquel entonces, no solo se relacionaban entre sí, con parecidos conflictos y pasiones que atormentaban a los hombres, sino que también establecían relaciones con los seres humanos. Así, Baco, el dios del vino y de la embriaguez, contempla a la desolada Ariadna y enamorado de su belleza arriba a la isla de Naxos en un carro que es arrastrado por dos guepardos.
En el momento de la llegada, tal como aparece en el cuadro de Tiziano, Baco aparece representado saltando del carro, mientras que Ariadna, mirando sorprendida al dios que se le acerca, extiende la mano derecha hacia el barco que se aleja, ya apenas visible, en el que se encuentra Teseo que despiadadamente la había abandonado mientras ella dormía.
Como era habitual en la pintura del Renacimiento, los cuadros de escenas mitológicas se llenan de diversos personajes para completar la escena. En este caso, y en el centro del lienzo, vemos a un pequeño sátiro –mitad humano, mitad macho cabrío- que arrastra la cabeza de un ternero, mientras un perro negro le está ladrando.
Detrás de este pequeño sátiro, aparece un hombre fuerte, barbudo y bronceado, que parece estar luchando contra las serpientes que rodean su cuerpo. En el extremo derecho, otro sátiro adulto se agita danzando con una pata de toro. Dentro del grupo, se aprecian dos bacantes que bailan tocando campanillas y panderetas, instrumentos musicales habituales de aquella época.
Finalmente, al fondo de la escena se ve la figura grotesca y obesa de Sileno, el padre adoptivo de Baco, quien borracho, coronado con hojas de parra y montado sobre un asno parece estar a punto de caerse. Para evitar que esto suceda, se ve ayudado por un personaje que lo sostiene evitando su caída.
He de apuntar que en la antigüedad clásica era habitual que los temas de la mitología fueran tratados por dramaturgos y poetas en sus obras. De este modo, y para imaginar la escena en la que debía plasmar toda una narración, Tiziano se basó en la lectura de los textos de Ovidio y Catulo, así como en el famoso grupo escultórico Laocoonte.
Para comprender cómo Tiziano se las tuvo que ingeniar con el fin de trasladar unos textos escritos a una narración visual, presento un párrafo del poeta latino Cayo Valerio Catulo quien en su obra Las bodas de Tetis y Peleo cuenta lo siguiente:
“Entonces ella, mirando lastimeramente el barco que se alejaba, herida, dio vueltas a complicadas cuitas en su mente. Luego de alguna parte descendió Baco en la flor de su vida, con su secta de sátiros, con su Sileno, buscándote, Ariadna, ardiendo de amor por ti. Luego llegaron también frenéticas las bacantes. Algunas arrojaban pedazos de buey descuartizado. Algunas se adornaban con serpientes enroscadas. Otras tocaban tambores, las palmas muy alzadas o agitaban campanillas con címbalos de latón…”.
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Para cerrar, y como detalle curioso, quisiera indicar que algunos grupos de rock en ocasiones han utilizado en sus portadas de discos cuadros de pintores clásicos famosos. Es el caso del grupo canadiense Crash Test Dummies que en la década de los noventa sacó el disco titulado God Shuffled His Feet cuya portada se basaba en el lienzo de Baco y Ariadna que estamos comentando.
Lo cierto es que los rostros de los cinco componentes del grupo suplen los del dios Baco y los de algunos de sus acompañantes, introduciendo cierto tono de humor en la obra de Tiziano.
Como colofón, y puesto que me imagino que habrá lectores que no conozcan para nada a este grupo, les indicaría que uno de los temas de este disco, el que lleva por título Mmm Mmm Mmm Mmm, alcanzó el número uno de las listas británicas, aunque, a decir verdad, el grupo que lideraba Brad Roberts continuó su andadura sin llegar a lograr otra vez el éxito de este tema onomatopéyico.
AURELIANO SÁINZ