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Foreverly

No hace mucho se editó en nuestro país un disco singular que no me resisto a comentarlo. Se trata de Foreverly que han grabado de manera conjunta Billie Joe, líder del grupo de punk rock estadounidense Green Day, y la cantante Norah Jones. Y uno puede preguntarse dónde reside la originalidad de una grabación entre dos estrellas del rock o del pop, ya que con relativa frecuencia encontramos colaboraciones de artistas que proceden de mundos con estilos musicales muy diferentes.

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La originalidad de este disco radica no solo en la idea que tuvo Billie Joe de homenajear a un dúo histórico, como fue el que formaron los hermanos Don y Phil Everly, muy conocidos con el nombre de los Everly Brothers, ya que lo harían, no de una selección de sus canciones, sino del segundo elepé que con el título de Songs our daddy taught us (“Canciones que nuestro padre nos enseñó”) editaron allá, nada menos, que por el año 1958 en Estados Unidos. Ni que decir tiene que en nuestro país no vio la luz el vinilo sino algunas de sus canciones.

Pero no solo es ver juntos a dos cantantes tan dispares y la rareza de homenajear a un dúo al que el líder de Green Day los conocía porque lo había escuchado de pequeño en los elepés de vinilo que sus padres tenían en casa, sino porque han logrado una pequeña maravilla que suena totalmente actual, al tiempo que nos traen al presente las inolvidables voces de un dúo que fue el origen de otros que siguieron su estela.

De todos modos, me imagino que para muchos lectores jóvenes amantes de la música les dirá muy poco o nada el nombre de esos dos hermanos que tuvieron un enorme éxito entre finales de los cincuenta y los inicios de los sesenta, antes de que los Beatles y los Rolling Stones arrasaran en la que sería la década prodigiosa de la música rock.

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Puesto que nos estamos remontando nada menos que cinco décadas atrás, quisiera recordar que por entonces desperté a la afición por la música cuando siendo adolescente un familiar que vino de lejos a casa me trajo un disco pequeño de Elvis Presley con seis temas que pertenecían a la banda sonora de la película El barrio contra mí.

Quedé absolutamente prendado del que sería el rey del rock and roll y, a partir de entonces, estaba pendiente de lo poco que llegaba a este país tan cerrado y tan distante de lo que se hacía en los países musicalmente más potentes.

Y entre las pequeñas rendijas que se colaban por las ondas de las radios de entonces era posible oír a The Everly Brothers, dúo que con sus voces juveniles y su música optimista enlazaba muy bien con los que por aquellos años queríamos escuchar algo distinto de lo que se hacía por aquí, pues, la verdad, hasta que no llega la eclosión de los sesenta no merecía mucho la pena.

Bastantes años más tarde, en cierta ocasión que un amigo quiso agradecerme un favor que le había hecho, me preguntó cuando visitábamos una gran tienda de discos en Londres: “Me gustaría regalarte un disco, ¿cuál escogerías?”. Puesto que comprobaba que negarme sería imposible, le apunté: “Quizás este doble elepé de vinilo que recoge los grandes éxitos de los Everly Brothers”. Todavía lo conservo casi nuevo, a pesar de las muchas veces que lo he colocado en el plato del tocadiscos.

Como he apuntado, la estela de este dúo la siguieron otros, de manera muy especial Paul Simon y Art Garfunkel, una de las parejas musicales más conocidas de la música popular. Y como no podía ser menos, estos hicieron su versión de Bye Bye Love, uno de los grandes éxitos de Don y Phil Everly que habían grabado en su primer disco de 1957.

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Desde entonces ha llovido mucho. Ahora podemos decir que hay una verdadera historia del rock que bien podía estudiarse, puesto que han sido cientos y cientos de grupos, cantantes y de discos los que han aparecido y han dejado huellas musicales en los cuatro puntos del planeta.

Saltemos a nuestros días. Creo que también el grupo Green Day tiene ya su propia historia, puesto que su primer disco hizo aparición allá por 1990. Sin embargo, jamás se me podría pasar por la cabeza que su líder grabara doce bellas canciones que evocan al rockabilly y al country, que eran los estilos en los que se basaba el dúo al que admiraba desde pequeño.

Y es que la música, aquellas canciones que más hondo nos han llegado, tiene la virtualidad de recordarnos momentos dichosos, evocarnos tiempos y lugares que han dejado una profunda huella emocional en cada uno de nosotros.

Es lo que me imagino que ha sucedido con Billie Joe, que tras las explosivas descargas musicales con su grupo, y que quedan bien reflejadas visualmente en la portada de su disco American Idiot, guardaba los lejanos recuerdos de los tiempos en los que escuchaba música en la casa de sus padres sacando los vinilos de las fundas que los envolvían y poniéndolos en el tocadiscos.

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Cuando se propuso recuperar las armonías vocales para poner al día aquellas viejas y entrañables canciones, de modo inmediato pensó en Norah Jones, la hija de Ravi Shankar, legendario virtuoso del sitar hindú. Su voz suave y melodiosa sería el contrapunto perfecto para rescatar y actualizar aquellos temas que le habían marcado en su infancia.

Norah Jones acogió con verdadero entusiasmo la idea. Le pareció un verdadero reto traer al presente el legado del legendario dúo. De todos modos, no era nuevo para ella realizar colaboraciones, pues ya lo había hecho en varios de sus discos.

De este modo, ahora que Phil Everly ha fallecido, podemos escuchar aquellas juveniles canciones que nos encandilaron a los que por entonces éramos unos chavales deseosos de empaparnos de todo lo que entendíamos que era un nuevo mundo, un mundo sorprendente e inexplorado, que, en cierto modo, se nos antojaba lleno de grandes y magníficas noticias plasmadas en las notas musicales o en esos discos que por entonces no estaban al alcance de nuestros escuálidos bolsillos.

Hoy, gracias a internet, podemos conocer tanto a los primitivos The Everly Broters, como a esa brillante actualización que han hecho Billie Joe y Norah Jones. Y es que, en ocasiones, los que ya llevamos décadas escuchando música nos tropezamos con una grata sorpresa que añadimos a nuestro amplio repertorio de temas o discos favoritos. Es lo que yo he hecho con esa pequeña maravilla titulada Foreverly.

Para mi amigo Manolo Bellido, 
infatigable buscador de vinilos en el rastro de Fuengirola.

AURELIANO SÁINZ

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