Creo que si se hiciera una encuesta en la población acerca del nombre de algún arquitecto español vivo que “les sonara” el nombre, saldría ganando por goleada el que encabeza el título de este artículo. Y es que Santiago Calatrava no es solo conocido por las espectaculares obras que ha proyectado en nuestro país, sino porque la polémica le ha ido acompañando, sea por la controversia que generan gran parte de sus proyectos, así como por las sonadas denuncias que han sido presentadas contra él por problemas de acabado de algunas de sus obras.
A pesar de que no es el tipo de arquitectura que, en líneas generales, a mí me gusta, he de reconocer que es el arquitecto español con mayor proyección internacional, si exceptuamos, claro está, los círculos profesionales de la arquitectura, que no están muy a favor de este tipo de construcción que parece ser la síntesis entre escultura y arquitectura.
Antes de entrar a comentar algunas de sus obras más relevantes, conviene que sepamos algo de la biografía de este arquitecto e ingeniero valenciano. Santiago Calatrava nace en 1951 en Benimanet, población cercana a Valencia, por lo que cursó sus estudios primarios y secundarios en la ciudad del Turia. Sobre sus tempranas inclinaciones, vienen bien estas palabras del propio autor:
“Al principio quería ir a una escuela de arte. Pero luego, un día, fui a comprar material a una papelería de Valencia y vi un pequeño libro con colores muy llamativos. Tenía elipsis amarillas y naranjas sobre un fondo azul, y lo compré sin pensármelo. Resultó ser un libro sobre Le Corbusier, cuya obra fue todo un descubrimiento para mí. Vi imágenes de las escaleras de hormigón de la Unité d’Habitation y pensé: ‘¡Qué extraordinario sentido de la forma!’. Me compré el libro y pedí traslado a la Facultad de Arquitectura”.
Un libro sobre el gran arquitecto suizo Charles-Edouard Jeanneret, conocido con el nombre de Le Corbusier, y del que hablaremos en otra ocasión, fue la razón por la que abandonara su idea de entrar en Artes para hacerlo por Arquitectura, formación que más tarde complementaría con los estudios de Ingeniería, pues el tipo de obra que sería su seña de identidad necesitaba ese complemento de ambas carreras técnicas.
No me voy a extender más en sus aspectos biográficos, puesto que pueden ser fácilmente consultados a través de Wikipedia por aquel lector o lectora que quisiera mayor información. Quizás pueda interesarnos más saber de sus propias obras, para lo cual seleccionaré cuatro que se han realizado en nuestro país y otras tres fuera de nuestras fronteras.
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Por la cercanía geográfica y por el amplio conocimiento del mismo, comenzaré por el Puente del Alamillo que Calatrava proyectó para la Expo’92 que se celebraría en Sevilla.
El rasgo más sobresaliente de esa gran obra de ingeniería es el enorme pilón de hormigón armado de 142 metros que se eleva de forma inclinada, formando un ángulo de 58 grados. Para los curiosos, tengo que decir que tiene la misma inclinación que la Gran Pirámide de Keops del antiguo Egipto. El peso de este gran brazo es lo suficientemente grande como para contrarrestar el del tablero, dado que ambos están unidos por tan solo trece pares de cables.
Con el Puente del Alamillo se quería dar una imagen moderna y progreso de Sevilla, alejándose de los conceptos altamente tradicionales y festivos que se tiene de la misma.
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Posiblemente, la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia sea la obra con mayor renombre que Calatrava tenga en nuestro país. El conjunto de este enorme complejo se inició en 1991 como una campaña del Gobierno valenciano para rehabilitar una zona de 35 hectáreas situada en la periferia de la ciudad, entre una larga autopista y el río Turia.
Tardó quince años en finalizarse. En ella se encuentran el Planetario (L’Hemisferic) y el cine IMAX con planta elíptica y forma de ojo con una cúpula hemisférica de nervios móviles, cubriendo una superficie de 2.600 metros cuadrados. También el Museo de las Ciencias, basado en una repetición asimétrica de formas arboladas y nervadas rellenadas con vidrio, lo que proporciona abundante luz natural. Por último, el Palau de las Arts, un espacio para ópera, completa esta casi faraónica obra.
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Otra de las obras más significativas de Santiago Calatrava es el Auditorio ubicado en Santa Cruz de Tenerife. Finalizado en 2003, antes de que aparecieran los síntomas de la grave crisis económica que padecemos, el Consistorio canario había manifestado “su deseo de contar con un edificio dinámico y monumental, que no solo fuera un lugar para disfrutar de la música y de la cultura, sino que, además, se convirtiera en un símbolo emblemático de la ciudad”.
Como no podía ser de otro modo, puesto que no era cuestión de encargarle el trabajo a Frank Gehry, el arquitecto canadiense autor del Guggenheim de Bilbao, se acudió al arquitecto valenciano para que llevara a cabo esta obra con su singular cubierta revestida de hormigón, cuya forma triangular culmina con 60 metros por encima de la explanada que rodea el edificio.
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El grupo de Bodegas y Bebidas Ysios, ubicado en la Rioja, deseaba un edificio que, como es habitual en las empresas o entidades que se ponen en contacto con Calatrava, fuera todo un símbolo de la Rioja Alavesa. Contactó con el arquitecto valenciano para que diseñara y proyectara un complejo de 8.000 metros cuadrados, de modo que el edificio fuera concebido para elaborar, almacenar y vender vino.
El resultado llama la atención especialmente por su cubierta formada por una serie de vigas de madera revestidas de aluminio, ya que de forma ondulante se asemejan al conjunto de montañas que se encuentran detrás de este edificio.
La obra fue acabada en 2001. No obstante, tengo que apuntar que Bodegas Ysios entró en proceso judicial contra el autor del proyecto en abril de 2013 por las goteras que aparecían en la cubierta del edificio.
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Comienzo el comentario de sus obras fuera de nuestro país con la Plaza BCE de la ciudad canadiense de Toronto. Personalmente no la conozco, por lo que me tengo que guiar por la opinión de un amigo que ha tenido una cierta estancia en la mayor ciudad de Canadá para manifestar una valoración de ella.
Es una plaza cerrada con edificios que la rodean. Calatrava se encargó de cubrirla con una gran estructura metálica cubierta con grandes acristalamientos, lo que le proporciona mucha luz natural. La opinión de este amigo era totalmente favorable al resultado alcanzado, ya que se creaba un espacio acogedor en una ciudad que en invierno alcanza bastantes grados bajo cero. Según él, era un verdadero espectáculo encontrarse dentro de la propia plaza en días en los que nevaba, ya que la propia nieve tapaba el acristalamiento, con la singular sensación de verse uno debajo.
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Aunque en este caso las alturas de las estructuras metálicas de la Estación de Oriente de Lisboa no alcanzan las logradas en la plaza de Toronto, lo cierto es que hay un cierto aire familiar entre ambas, puesto que recuerdan, en cierto modo, a una especie de abigarrado palmeral.
Esta nueva estación ferroviaria de la capital portuguesa se construyó al formar parte de un ambicioso plan que contemplaba la celebración de la Exposición Universal a desarrollar en 1998. El proyecto no fue un encargo directo, sino que Calatrava resultó ser el ganador en un concurso restringido.
Lo más espectacular de la estación es, sin lugar a dudas, la cubierta, que a modo de bosque de palmeras metálicas cubren una superficie de 238 metros de longitud. En este caso, sí se puede decir que espectacularidad y belleza se articulan en una obra de forma equilibrada, sin que el primer concepto absorba el segundo.
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Quisiera cerrar este breve recorrido por una de las obras que más admiración ha levantado fuera de nuestras fronteras. Se trata del edificio de apartamentos Turning Torso edificado en la ciudad de Malmö, Suecia.
En el mismo se articulan los conceptos de escultura y arquitectura. El sentido de este edificio nos lo explica el propio Calatrava cuando dice que “en el edificio Turning Torso, la torre en espiral se compone de nueve cajas, cada una de las cuales contiene cinco plantas. El equivalente en la torre al soporte de acero de la escultura integra el núcleo de las escaleras y los ascensores internos, a través del cual todas las cajas se comunican”.
Para entender la frase, hay que saber que con el fin de equilibrar la torsión del edificio necesitó construir un gran soporte de acero externo y, de este modo, poder contrastar las tensiones generadas por esta exhibición de ingeniería arquitectónica. Y es que la arquitectura de Calatrava no se entiende sin el alto grado de espectacularidad que busca en sus obras.
Si lo desea, puede compartir este contenido: A pesar de que no es el tipo de arquitectura que, en líneas generales, a mí me gusta, he de reconocer que es el arquitecto español con mayor proyección internacional, si exceptuamos, claro está, los círculos profesionales de la arquitectura, que no están muy a favor de este tipo de construcción que parece ser la síntesis entre escultura y arquitectura.
Antes de entrar a comentar algunas de sus obras más relevantes, conviene que sepamos algo de la biografía de este arquitecto e ingeniero valenciano. Santiago Calatrava nace en 1951 en Benimanet, población cercana a Valencia, por lo que cursó sus estudios primarios y secundarios en la ciudad del Turia. Sobre sus tempranas inclinaciones, vienen bien estas palabras del propio autor:
“Al principio quería ir a una escuela de arte. Pero luego, un día, fui a comprar material a una papelería de Valencia y vi un pequeño libro con colores muy llamativos. Tenía elipsis amarillas y naranjas sobre un fondo azul, y lo compré sin pensármelo. Resultó ser un libro sobre Le Corbusier, cuya obra fue todo un descubrimiento para mí. Vi imágenes de las escaleras de hormigón de la Unité d’Habitation y pensé: ‘¡Qué extraordinario sentido de la forma!’. Me compré el libro y pedí traslado a la Facultad de Arquitectura”.
Un libro sobre el gran arquitecto suizo Charles-Edouard Jeanneret, conocido con el nombre de Le Corbusier, y del que hablaremos en otra ocasión, fue la razón por la que abandonara su idea de entrar en Artes para hacerlo por Arquitectura, formación que más tarde complementaría con los estudios de Ingeniería, pues el tipo de obra que sería su seña de identidad necesitaba ese complemento de ambas carreras técnicas.
No me voy a extender más en sus aspectos biográficos, puesto que pueden ser fácilmente consultados a través de Wikipedia por aquel lector o lectora que quisiera mayor información. Quizás pueda interesarnos más saber de sus propias obras, para lo cual seleccionaré cuatro que se han realizado en nuestro país y otras tres fuera de nuestras fronteras.
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Por la cercanía geográfica y por el amplio conocimiento del mismo, comenzaré por el Puente del Alamillo que Calatrava proyectó para la Expo’92 que se celebraría en Sevilla.
El rasgo más sobresaliente de esa gran obra de ingeniería es el enorme pilón de hormigón armado de 142 metros que se eleva de forma inclinada, formando un ángulo de 58 grados. Para los curiosos, tengo que decir que tiene la misma inclinación que la Gran Pirámide de Keops del antiguo Egipto. El peso de este gran brazo es lo suficientemente grande como para contrarrestar el del tablero, dado que ambos están unidos por tan solo trece pares de cables.
Con el Puente del Alamillo se quería dar una imagen moderna y progreso de Sevilla, alejándose de los conceptos altamente tradicionales y festivos que se tiene de la misma.
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Posiblemente, la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia sea la obra con mayor renombre que Calatrava tenga en nuestro país. El conjunto de este enorme complejo se inició en 1991 como una campaña del Gobierno valenciano para rehabilitar una zona de 35 hectáreas situada en la periferia de la ciudad, entre una larga autopista y el río Turia.
Tardó quince años en finalizarse. En ella se encuentran el Planetario (L’Hemisferic) y el cine IMAX con planta elíptica y forma de ojo con una cúpula hemisférica de nervios móviles, cubriendo una superficie de 2.600 metros cuadrados. También el Museo de las Ciencias, basado en una repetición asimétrica de formas arboladas y nervadas rellenadas con vidrio, lo que proporciona abundante luz natural. Por último, el Palau de las Arts, un espacio para ópera, completa esta casi faraónica obra.
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Otra de las obras más significativas de Santiago Calatrava es el Auditorio ubicado en Santa Cruz de Tenerife. Finalizado en 2003, antes de que aparecieran los síntomas de la grave crisis económica que padecemos, el Consistorio canario había manifestado “su deseo de contar con un edificio dinámico y monumental, que no solo fuera un lugar para disfrutar de la música y de la cultura, sino que, además, se convirtiera en un símbolo emblemático de la ciudad”.
Como no podía ser de otro modo, puesto que no era cuestión de encargarle el trabajo a Frank Gehry, el arquitecto canadiense autor del Guggenheim de Bilbao, se acudió al arquitecto valenciano para que llevara a cabo esta obra con su singular cubierta revestida de hormigón, cuya forma triangular culmina con 60 metros por encima de la explanada que rodea el edificio.
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El grupo de Bodegas y Bebidas Ysios, ubicado en la Rioja, deseaba un edificio que, como es habitual en las empresas o entidades que se ponen en contacto con Calatrava, fuera todo un símbolo de la Rioja Alavesa. Contactó con el arquitecto valenciano para que diseñara y proyectara un complejo de 8.000 metros cuadrados, de modo que el edificio fuera concebido para elaborar, almacenar y vender vino.
El resultado llama la atención especialmente por su cubierta formada por una serie de vigas de madera revestidas de aluminio, ya que de forma ondulante se asemejan al conjunto de montañas que se encuentran detrás de este edificio.
La obra fue acabada en 2001. No obstante, tengo que apuntar que Bodegas Ysios entró en proceso judicial contra el autor del proyecto en abril de 2013 por las goteras que aparecían en la cubierta del edificio.
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Comienzo el comentario de sus obras fuera de nuestro país con la Plaza BCE de la ciudad canadiense de Toronto. Personalmente no la conozco, por lo que me tengo que guiar por la opinión de un amigo que ha tenido una cierta estancia en la mayor ciudad de Canadá para manifestar una valoración de ella.
Es una plaza cerrada con edificios que la rodean. Calatrava se encargó de cubrirla con una gran estructura metálica cubierta con grandes acristalamientos, lo que le proporciona mucha luz natural. La opinión de este amigo era totalmente favorable al resultado alcanzado, ya que se creaba un espacio acogedor en una ciudad que en invierno alcanza bastantes grados bajo cero. Según él, era un verdadero espectáculo encontrarse dentro de la propia plaza en días en los que nevaba, ya que la propia nieve tapaba el acristalamiento, con la singular sensación de verse uno debajo.
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Aunque en este caso las alturas de las estructuras metálicas de la Estación de Oriente de Lisboa no alcanzan las logradas en la plaza de Toronto, lo cierto es que hay un cierto aire familiar entre ambas, puesto que recuerdan, en cierto modo, a una especie de abigarrado palmeral.
Esta nueva estación ferroviaria de la capital portuguesa se construyó al formar parte de un ambicioso plan que contemplaba la celebración de la Exposición Universal a desarrollar en 1998. El proyecto no fue un encargo directo, sino que Calatrava resultó ser el ganador en un concurso restringido.
Lo más espectacular de la estación es, sin lugar a dudas, la cubierta, que a modo de bosque de palmeras metálicas cubren una superficie de 238 metros de longitud. En este caso, sí se puede decir que espectacularidad y belleza se articulan en una obra de forma equilibrada, sin que el primer concepto absorba el segundo.
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Quisiera cerrar este breve recorrido por una de las obras que más admiración ha levantado fuera de nuestras fronteras. Se trata del edificio de apartamentos Turning Torso edificado en la ciudad de Malmö, Suecia.
En el mismo se articulan los conceptos de escultura y arquitectura. El sentido de este edificio nos lo explica el propio Calatrava cuando dice que “en el edificio Turning Torso, la torre en espiral se compone de nueve cajas, cada una de las cuales contiene cinco plantas. El equivalente en la torre al soporte de acero de la escultura integra el núcleo de las escaleras y los ascensores internos, a través del cual todas las cajas se comunican”.
Para entender la frase, hay que saber que con el fin de equilibrar la torsión del edificio necesitó construir un gran soporte de acero externo y, de este modo, poder contrastar las tensiones generadas por esta exhibición de ingeniería arquitectónica. Y es que la arquitectura de Calatrava no se entiende sin el alto grado de espectacularidad que busca en sus obras.
AURELIANO SÁINZ